domingo, 29 de mayo de 2016

MOMENTOS . Siempre tuya (140)

Tan denso y opresor  ,
el aire apenas puede llegar a mis pulmones
cuando es tu presencia la que me falta.

Extensivo  como la peor de las plagas
cubres todo mi ser de las formas más indómitas que se conozcan,
llevándome como un pasajero más por una ruta que bien pareces conocer.


Extraída mi alma  hábilmente por tus manos,
mi corazón espera la mordaza en su urna de cristal ,
la que tu hiciste para él,
la que le aísle de todo y de todos,
la que permita que sólo tú lo observes
con cada cambio que se produzca ante una palabra o roce tuyo.
Una cadena de supervivencia  que lo va apagando
cada vez que te tengo lejos ,
bajo amenaza de disolución de los eslabones .

Viva según a tu conveniencia ,
más parecieras un dios del averno que un ángel,
sintiendo la quemazón de las llamas de tu aliento
en una piel que no te corresponde,
con el temor como campo de juegos.
Temor a no conocerte , ahora ni nunca,
temor a no poder responder como quieres ante tus exigentes silencios,
temor a transformarme en aquello que nunca creí que sería
cual marioneta en las manos de un experto .

Ahogo incesante que cierras mi garganta con sólo acordarme de tu nombre,
pausa en el éxtasis perpetúo con cambio de jugadores.
Partida imprevisible
en la que has decidido mirar esta vez ,
entregando lo que más quieres a otro escogido por ti,
por el regusto morboso de ver sangrar mis heridas ante tus ojos.

Entrega no correspondida ante la extensión de mi mano,
lágrimas bajo apariencia de auxilio a gritos
que sólo cobran sentido bajo tu indiferencia.
Interés inusitado en el espectáculo banal que dispusiste para tu supuesto goce,
cuando son tus ojos  los que terminas cerrando .
Dolor voluntario,
ánimo de extender los límites de lo propio ,
tu espalda fue la última imagen que pude ver.

Cobardía ingrata la que muestras ante lo que sientes ,
pruebas a las que te sometes y en las que me utilizas
creyendo que resistes el mismo embate una y otra vez,
mientras es tu corazón el que se agrieta
encontrando consuelo y paz
al observar la urna ,
aquella que te da la seguridad de que seré tuya por siempre ,
aquella que no deja traspasar la luz interior  que se va apagando
en pro de la necesidad de un abrazo sincero
en el que te muestres tal y como realmente eres.
Crueldad implacable
 la de esta corona de espinas que me ha tocado llevar.
Una cruz de lamentos inusitados y búsqueda de la verdad
que yo encontré desde el mismo día que te conocí,
glorificada , no ante tres caídas como el santísimo,
sino al no levantamiento perpetuo de ese suelo
en que se ha convertido el fondo al que me has hecho llegar.

Sacrificio placenteramente extremo.
Incursión en lo desconocido
por sólo una razón válida en mi vida ,
no perderte jamás
aún en ausencia de yo misma .

Ana Patricia Cruz López
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