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CRED EDIT APCL73 |
¿Por qué no
desapareció cuando realmente pudo hacerlo? ¿Por qué no le pidió que la llevase
con él en cualquiera de sus viajes bajo promesa de poder dejarla en cualquiera de sus destinos de recalada ?
No habría
pasado demasiado tiempo desde que ambos se encontraron aquella noche en el
puerto, cuando trataba de pasar
desapercibida como si fuese un chico , menos aún desde que Edward comprendiera
que toda intención o interés sobre aquella chiquilla con cuerpo de mujer sería
denostado por la que se postulaba como su madre , más que por la diferencia
evidente de edad por la ausencia de los cuartos suficientes que le
permitieran “comprar “ mercancía de tan
inigualable valor .
Para la
pequeña Victoria , los ojos de quién la hubo rescatado de aquellos hombres
expresaban confianza y buenos sentimientos , una seguridad difícil de encontrar
, por ello, sin saber bien por qué ni
acordarse jamás de la verdadera razón que le llevó a ello , de aquella maldita noche de frío y
lluvioso invierno en el que con ansias subió las escaleras de la casa y sin tocar a la puerta, quizás por ser temprano , se adentró en la habitación número dieciséis y
agarrando con fuerza el pomo vio el cabello de su madre oscilando sobre su
espalda con cada movimiento de su cuerpo , a
horcajadas, encima de otro al que
se aferraba con auténtico fervor y al
que no logró identificar hasta que él ladeó su rostro y pudo verle con
meridiana claridad .
Sus ojos , desconcertados
con lo que sin duda era la peor sorpresa posible, se le clavaron a la cría en su memoria hasta el punto de nunca
poder perdonarle a quien la pariera que entre todos los hombres le hubiera
escogido precisamente a él , cual capricho de unas horas y por el simple placer de sentirse la más
afortunada de la casa , la que todo lo consigue
y a todos tienta .
Solo fueron
uno segundos , un espacio temporal demasiado breve para pasar a la historia
quizás , pero no para la mente joven que entendía todo aquello como una enorme
traición hasta que tuvo edad y
entendimiento suficiente como para discernir cuando los actos que los hombres realizaban en la
casa , con las mujeres que allí habitaban , sólo servían para satisfacer una
necesidad meramente física , algo fácil o evidente a priori si no hubiera sido
por la actitud de Elena cada vez que Edward aparecía y lo complaciente que éste
se mostraba pese a la incomodidad que a Victoria le provocaba cuando coincidían .
Unos
ojos cómplices que en el fondo siempre
trataron de encontrar en los de la cría cierto refrendo de comprensión quizás
para atajar su culpabilidad , los mismos
que un día se cruzaron con los suyos después de despertar dolorida y
sentir como una tibia humedad recorría lentamente sus brazos, manipulados con exquisita delicadeza cual
fina porcelana . Una toalla tibia ligeramente mentolada por el linimento
acababa
recalando en su piel , especialmente en las heridas , para limpiarlas y
desinfectarlas . Una vez secas , disponía los apósitos allí donde hubiera que
renovarlos , extendía la pomada casera
para evitar que los moretones se expandieran más aún y escogía el camisón que habría de ponerle
para aquella noche retirando el que
llevase puesto y mandatando lavarlo
adecuadamente .
Dos semanas
. Catorce únicos días en los que Edward
apenas salió de la habitación , cuidándola , vigilándola en sus pesadillas ,
curando sus heridas . Catorce días en
los que lejos de creer que la tendría para él en exclusiva , hubo de
compartirla con quién siempre consideró un enemigo a batir sin saber bien por
qué salvo por sus exquisitas maneras y su saber estar , tal vez por sus
conocimientos fruto de sus privilegiados años de estudios o por la actitud
incomprensible para él de una Victoria abnegada
que se transformaba ante su presencia , ocasiones varias en las que él no
dudaba en aprovechar para desaparecer , dejarles solos y descansar,
si es que la sensación de impotencia creciente con cada nueva visión de Frederick
apareciendo por sorpresa , silencioso , aparentando hacer caso omiso de la
visión de quién habitaba en aquella habitación, se lo permitía .
Para Andrew
su simple presencia le incomodaba sin medida y no verle reaccionar ante sus
silenciosos desmanes le desquiciaba pero
aún había algo que lo tensaba más, no saber de qué hablaban , qué tanto habrían
de tener que contarse .
Y esta
escena se repitió en innumerables ocasiones . Como si alguien le hubiera
avisado o contase con un espía en la casa que le favoreciese , rara vez no hubo
de encontrárselo de nuevo y coincidir cuando el señor de la casa se marchaba .
Encuentros en los que mientras Edward trataba , una vez más más , de arreglar al despojo humano en que se terminaba
convirtiendo aquella chiquilla a la que vio crecer , “el otro “ , “ el señorito de las buenas
maneras “ se gozaba la parte más noble y
agradecida de la jornada , de todas y cada una delas que acontecieron a partir
de las dos iniciáticas semanas .
Durante
mucho tiempo no hubieron palabras que mediaran entre ambos , las miradas
cruzadas bastaban para hacer entender lo
inoportuno de la visita y la no
bienvenida por parte de un harto conocedor de la casa y la sensación de convertirse en el invasor
por quién habría de venir de fuera de todo aquel ambiente .
Sin embargo
, aunque el desastre estuviese disimulado , a Frederick nunca le hizo
falta verla para saber que estaba
sufriendo todo tipo de abusos , especialmente porque las formas empleadas con las que acostumbraba a “solucionar sus
asuntos “ quién ejercía ese poder sobre
ella y sobre el terreno que pisaba habían sido sufridas en primera persona por
la mitad de la ciudad . Sin embargo , sentado en el borde la cama , frente a su
rostro marcado y lamentoso , Frederick nunca se sintió con fuerzas para mentar
absolutamente nada sobre ello , ni a la víctima propiciatoria y que él había
conocido como una joven intrépida y atractivamente atrevida , ni a nadie que le mereciera una mínima confianza . La única función de sus visitas era hacerla
olvidar y así se lo había propuesto desde un principio . Darle conversación
sobre las anécdotas que se producían en los incurables actos sociales y el
ridículo al que se autosometían los que
presumían de ser “señores de alta cuna y sociedad “.
Una guerra
silenciosa , un cruce de acusaciones veladas sin palabras pronunciadas , unas
intenciones muy claras que terminan saliendo a flote y una sola oportunidad, no
hacía falta nada más aunque …. Quizás
una lluvia bastante fuerte venida sin esperarlo y la consecuente falta de visibilidad fuesen el
inicio perfecto de un fuego cuyas brasas ya se habían encendido desde mucho
antes .
Durante una
de sus inoportunas visitas , el encontronazo de ambos hombres en la escalera por la que
se accedía a las habitaciones supuso la detención de ambos y que aunque
tratasen de evitarlo terminasen mirándose . Tal vez Frederick lo interpretase mal o
Edward fuese demasiado claro y transparente
pero lo cierto es que aquellos escasos segundos fueron suficientes para lo
que habría de acontecer hora y media después .
Esa vez
Edward no había querido irse , tampoco se encontraba excesivamente cansado pese a la vigía durante la noche anterior .
Encontrándose en la cocina , en el centro de la mesa un cuenco de gran tamaño rebosaba de un hermoso
y brillante color verde multiplicado infinitas veces . Sabrosas manzanas de las
que no pudo resistir la tentación de servirse una siéndole entregado , por
parte de la cocinera y antes de que él hubiese decidido incorporarse para
cogerlo , un cuchillo para acomodarse la
misma .
Habiendo
comido más de la mitad en la tranquilidad de la habitación mientras observaba a
la vieja empleada y cómplice fiel preparar
lo que parecía un delicioso y bienoliente estofado de carne , la incorporación de
Frederick le provocó que detuviese de pronto su masticar .
Cogiendo el
cuchillo con más fuerza y con los pantalones del “intruso “ en su ángulo de
visión su semblante se tornó serio .
El
invitado externo , consciente de que su presencia
incomodaba , sin embargo , optó por
ignorar toda presunta provocación de agresión
mostrándose muy correcto en todo momento.
·
FREDERICK : Me preguntaba si podría tomar un poco de agua … si no
es molestia claro está .
Jugueteando
con el ala de su sombrero a la espera de
que la amable y siempre complaciente Sra. Harrison se lo sirviera con
gusto y sin ánimo de permanecer
allí demasiado tiempo , los truenos que
comenzaron a resonar de forma estruendosa en el exterior no le facilitaban su pronta marcha .
Y con cada
sorbo de agua fresca y cristalina que
descendía por su garganta , el cuchillo manejado por una mano muy ansiosa se
adentraba en la jugosa pulpa de la
manzana , salpicando su agua en la mano de quién la sostenía y propiciando que
el pedazo finalmente recortado se diluyese en la boca de su degustador con más rapidez que de normal
costumbre .
Una vez hubo
concluido , sin dejar de observar el fondo del vaso como si fuera un punto de
apoyo respiró muy hondo mientras pensaba en la adecuación de sus palabras .
·
FREDERICK: Siento que debo
agradecerle lo que lleva haciendo por ella desde hace tanto tiempo .
Su tono de
voz , temeroso e inseguro , no enterneció ni suavizó la rabia de quién no
quitaba sus ojos de él mientras se clavaba el mango del cuchillo en la mano que
lo portaba .
La Sra. Harrison
se giró hacia Edward y un solo gesto fue suficiente para que la cocinera se
disculpase y saliese de la estancia bajo la excusa de tener que realizar otras
tareas , dejándoles solos bajo su propia responsabilidad .
·
EDWARD: Cualquier día alguien que no soy yo le acabará metiendo
una bala en la cabeza si continúa viniendo aquí .
La imponente
y elegante figura masculina sólo era capaz
de permanecer quieto en el mismo punto exacto donde detuvo su paso al entrar . Sentía
en sus adentros la acritud del cuidador de la mujer por la que parecía mostrar
un interés desmedido y sin embargo debía mostrarle su gratitud por algo que él
no era capaz de hacer .
·
FREDERICK: ¿Y a usted ? Su buena labor le lleva a arriesgarse
viniendo hasta aquí, quedándose por los alrededores. – la sorpresa por la
aseveración , hizo que Edward dejase de comer
y el interlocutor , el afirmante , giró ligeramente su cabeza para
enfrentarse cara a cara con su otra realidad – Puedo asegurarle que no soy el único
que lo sabe y dudo mucho que él no
llegue a saberlo si alguien hablase de más .
Apartándose
la silla con la intención de incorporarse , tiró los restos de manzana al cubo que
a la mañana siguiente terminaría en los animales y sin
soltar el cuchillo , se apoyó en el mueble que tenía delante , desafiante , jugueteando
con la afilada hoja tras limpiarlo .
·
EDWARD : Y un hombre de educación incuestionable no debería mostrar ese interés insano por una
mujer casada y menos aún por esta, sobre
todo si no es capaz de asumir que podría enfrentarse al animal de su esposo y ,
en su caso , dudo que tan siquiera se haya parado a pensar en ello .
Quiso
contenerse pero no pudo . Aquella advertencia amenazante le resultaba demasiado
patética para obviarla .
·
FREDERICK : ¿Y usted lo ha hecho?¿ Se ha parado a pensar qué pasaría si en una de sus múltiples visitas el marido regresase y le descubriera aquí o yendo más allá … en
el dormitorio ? - Su vista se desvió por
un instante hacia la mano que portaba el cuchillo – Claro que, supongo que en
ese caso usted tendría menos escrúpulos para adoptar determinado tipo de
decisiones .
Edward no pudo
evitar reírse .
·
EDWARD : Resulta irónico .. Muy irónico que crea que me conoce como para extraer esos juicios de
valor sobre mi persona ..Aunque sólo sea por verme con un cuchillo en la mano –
lo alzó deslizándoselo entre los dedos hasta darle la vuelta y cogerlo por la
fría y puntiaguda punta - sin conocerme
ni saber nada más de mí , sin saber absolutamente nada salvo que por mi aspecto
y mis maneras toscas no soy de alta
clase social ni de cuna privilegiada . ¿En serio cree que con estas visitas de
entretenimiento conseguirá que lo
abandone y vaya a refugiarse con usted ?
·
FREDERICK : Yo no le he dicho cuáles son mis intenciones ni aun así
es lo que pretendo – Le respondió visiblemente nervioso mientras sus ojos
oscilaban entre los de su oponente y los movimientos de su mano armada – Sólo me
preocupo por su estado y me aseguro de que se encuentre bien y … Que sepa que en caso de necesitarme me
tiene a su lado . No sé qué de malo o
molesto o malintencionado haya en ello , pero sea lo que sea es exclusivamente
usted al que parece molestarle .
·
EDWARD : Voy a ser muy claro
- y bajó los ojos hacia el cuchillo – no puedo impedirle que venga , que
la siga visitando , soy perfectamente
consciente de que incluso con el animal de su esposo en esta casa su apellido
pesa en esta maldita ciudad y él no le negaría ni la copa ni la conversación y
sé que eso le sería suficiente como para no querer prescindir de su compañía ,
acabar siendo invitado a cenar y gozar una vez más de su exquisita visión , aunque claro está , siendo una mujer
completamente diferente a la que puede que se haya malacostumbrado . – Comenzó
a deambular alrededor de la mesa dirigiéndose hacia él – Soy perfectamente
consciente de quién soy y de lo que he
hecho aquí desde el principio y de
que para poder tener acceso a ella mi
puerta nunca será la principal , que jamás seré grata compañía porque no soy más
que alguien que un día llegó venido de ninguna parte , que se gana la vida como
puede , en los barcos , que no poseo inmensa fortuna ni apellido pero , también
sé , que al menos yo no tengo que convencerla para que confíe en mí ni para que
sepa que nunca voy a abandonarla . – Llegando a distanciarse de Frederick
apenas unos pasos – Llevo muchos años sabiendo quién es y lo que necesita . La he
visto crecer desde que no fuera más que una cría envalentonada
y apenas sin habla hasta lo que es hoy , una mujer sin derecho a ser feliz por una decisión adoptada por quién
creía que era de su propiedad . La he visto pelear por lo que quería y sentir
en el fondo que este maldito mundo no está hecho para mujeres como ella y sé ,
mejor que nadie , que por muchas palizas que reciba , por muy mal que se
encuentre , por muchas heridas que tenga en su piel , no se rendirá nunca ni
perderá la fe en que todo aquel que se haya tomado una justicia ciega
inmerecida recibirá su castigo , entre
ellos el que la posee a su vil manera – Apuntándole en el pecho con la punta
del arma la apretó contra él obligando a
Frederick a erguirse y endurecer su espalda como si se tratara de una
roca - Ni ella es la mujer que le conviene ni ella requiere para vivir de aquello que
nunca ha tenido .
Observando
la brillante hoja y sintiéndola hundirse
en su esternón a través de la ropa , su
respiración se entrecortaba . Los ojos del cuidador “sin maneras “ , su presencia, resultaba tan
amenazadoramente certeros como sus palabras sin que cupiera duda alguna sobre
su capacidad para llevar a cabo cualquier tipo de acción y aunque entre sus intenciones no se
encontraba permanecer entre aquellas paredes por mucho más tiempo , un rápido
vistazo hacia una de las ventanas le recordó que de retirarse en ese instante
debería otorgarse tanto la suficiente rapidez en su largas y delgadas piernas como
habilidad para centrarse y ser capaz de
reconocer el camino de vuelta entre la espesa niebla reinante .
- ·
FREDERICK : Independientemente de mis supuestas intenciones que
usted parece presuponer incluso antes de
que yo mismo las conozca la única verdad que ninguno de los dos puede
desconocer es que no es ni será nuestra mientras el consabido impedimento
exista . A mí me basta con gozar de su compañía y saber que está en las mejores
manos por quién gusta de ejercer de su ángel vigilante , la cuestión es si
usted es capaz de conformarse con lo que obtiene de una mujer a la que acaba de
describir como libre y capaz de tomar sus propias decisiones.
Y el
cuchillo se tornó con rapidez inaudita en el sonido de que emite al ser clavado
sobre la vieja madera con toda la fuerza y el ímpetu de que era capaz un Edward
al que su corazón le pedía adoptar otro tipo de medidas mientras que su cabeza
, muy poco fría en ese instante le
razonaba por otros derroteros .
- ·
VICTORIA : ¡ Edward !
Su voz … Su
rostro …
Sobresaltados
ambos , Frederick aprovechó la oportunidad para marcharse despidiéndose de ella
con un “hasta pronto “ , palabras que crujían en el interior de Edward incapaz de asumir que dijese lo que dijese
aquel hombre no desistiría en su empeño .
Ella ,
apoyada en el marco de la puerta de la cocina , vestida apenas con un camisón y
una bata que la resguardara de una posible corriente , se mostraba débil pero
compungida . Incrédula por lo que había visto , sorprendida de una actitud en él
que no conocía , pronto comenzó a sentirse débil de nuevo y ante la progresiva pero rápida falta de respuesta de sus piernas
, él alcanzó a sostenerla con fuerza entre sus brazos antes de que terminase
con su flácido cuerpo en el suelo .
Cogiéndola
con cuidado para devolverla a la habitación , sintió como el brazo de ella se
aferraba a su cuello y su rostro buscaba
el calor de su pecho mientras el reflejo de ambos andar entre las luces y las
sombras del gran vestíbulo de la casa que se había convertido en su prisión se
reflejaba en la brillante y afilada hoja de aquel cuchillo .
ANA PATRICIA
CRUZ LÓPEZ
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