sábado, 15 de febrero de 2020

LA TEMPESTAD . CAPÍTULO DÉCIMO QUINTO . VUELTA A EMPEZAR ( Primera parte ) (Registrado en SAFE CREATIVE ENERO 2017)

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Tras un cristal , esa fue toda la visión de su hermana que pudo soportar . Pese a sus intentos por hacerse a la idea de que esto podría producirse , volver a mirarla  a los ojos  como si nada hubiera pasado y nada de su historia hubiera sabido  se le hacía imposible .

Un informe médico favorable la tranquilizaba . Tras despertar , todas las pruebas realizadas dieron resultados más que satisfactorios  teniendo en cuenta la gravedad del accidente . Reposo  y actividad física muy moderada , especialmente al principio , fueron las únicas recomendaciones que habrían de seguirse por el momento  hasta que pudiera llevar a cabo una vida normal .


Tras un grueso cristal al que Alice , consciente de quién se encontraba al otro lado  se negó a mirar   mientras centraba su atención de forma permanente y casi bucólica hacia la ventana de la habitación y lo que tras ella discurría al compás del paso del tiempo .
Silencio cómplice según el médico que la trataba en el que las respuestas hacia sus cuestiones se habían convertido en una suerte de gestos de asentimiento y negación . Silencio  no producido por el accidente , voluntario por razones que sólo ella era capaz de conocer  y unos ojos profundamente tristes que conllevaron una orden de evaluación psicológica no determinante dada la escasa colaboración mostrada por la paciente .

Pálida , notablemente desfavorecida  y  sin que mostrase gesto alguno en su rostro , a símil de cualquiera de los bustos o esculturas de mármol que poblaban los pasillos de la casa ,   las dudas sobre si aquella circunstancia sobrevenida podría haberla hecho cambiar sobrevolaban la cabeza y los pensamientos de Emma . Alice volvería a casa  y el hecho de tener que afrontar de nuevo la convivencia  junto con la presión de tener que sacar la finca adelante bajo la amenaza de un maldito reloj de tiempo que ella había decidido aceptar la preocupaban sobremanera . 
La mayor de las  dos  respiraba hondo mientras intentaba conjuntar las líneas fundamentales de un plan imaginario que no constaría en ningún papel. Necesitaba  tranquilidad , algo de paz para poder respirar y adoptar decisiones  que la ayudasen a manejar todo esto , algo  con lo que nunca se había enfrentada mientras desempeñó su papel en las salas de justicia .

Mientras tanto ,  con el tiempo corriendo en su contra , las obras de acondicionamiento y mejora de las instalaciones se finalizaron y sus revisiones continuas ante posibles imperfecciones hubieron de combinarse con la recepción de los nuevos caballos que tanto  Wadlow como sus amistades  le enviaban obligándola a redistribuir funciones entre los hombres de forma continua  y  las largas visitas del Sr. Reder ,  el abogado , al cual se le ofreció una habitación en más de una ocasión dada la asiduidad de las visitas a la casa y las noticias que éste le traía de forma continua  llegando a convertirse en un miembro más de la familia prácticamente .

Pese a sus innumerables intentos por quedar a solas con ella , especialmente desde la última conversación que mantuvieron , Richard tuvo que conformarse con observarla en la distancia y disfrutar a su manera de su voz mientras departía las instrucciones  a  la cuadrilla .  Conocedor , más que nadie , de la presión a la que se encontraba sometida , decidió por sí mismo darle espacio y no convertirse en un problema más .  Pese a sus innumerables actos de contención , los nervios  le hicieron mostrar ante sus hombres una Emma desquiciada en ocasiones a la que las disculpas posteriores comenzaban a no ser un acto necesario , a la que la impotencia por la presión recibida y provocada por Aldrich  especialmente , la trasformaban en alguien excesivamente perfeccionista  que sólo lograba relajarse con largos paseos  a caballo  cuando caía la tarde .
Pendiente de su regreso  y visiblemente preocupado , Richard era el último de sus hombres en acostarse , esperándola en la puerta de la cabaña  y retirándose sólo cuando   la veía de vuelta , en mitad de la noche , entrando en las caballerizas para guardar al animal .

Una mañana , tras la personación no anunciada de unos camiones que transportaban nuevos equinos de carreras ,  bajo la referencia del que parecía convertirse en el patrocinador de todo aquello , con los documentos de las órdenes  de entrega en la mano , Richard   hubo de acercarse a la casa .  Tras traspasar la puerta , en el vestíbulo ,  los gritos de una Emma descompuesta , llevada por  todos los demonios existentes , le hicieron localizarla en el salón biblioteca .  Con la puerta entreabierta a él sólo le faltó apenas empujarla con dos dedos para presenciar por completo una escena casi dantesca . En la habitación , el Sr. Reder , viéndole incorporarse a la misma , le hacía gestos  negándole con la cabeza  mientras que al otro lado , apoyada en la que era la mesa de despacho de su padre  con la cabeza baja  y respirando con dificultad  , la imagen de una Emma casi despeinada y rendida  que pareciera querer arañar aquel trozo de madera antigua y robusta como única forma de alejarse de todo .
Por una vez desde hacía mucho tiempo las noticias que portaba el abogado no podían ser más apocalípticas .  Una fiebre de origen desconocido   había causado graves pérdidas a los ganaderos de los condados limítrofes con Londres llevándose consigo cabañas enteras de ovejas y cerdos  y comenzando a afectar a las caballerizas próximas .  Aquella maldita infección , de propagación cruelmente rápida , había conllevado al sacrificio  y posterior ruina de muchos propietarios sin que nadie supiese bien qué hacer para evitar su afectación , tan sólo el recuerdo de la última plaga de muertes por fiebre equina que a punto  estuvo de acabar con la cría caballar durante muchos años .

Ulverston   aún quedaba lejos de las zonas afectadas pero no inmune de sus efectos de propagación rápida y mortal  y esta circunstancia suponía el mayor de los tropiezos posibles ahora que todo comenzaba a marchar según las previsiones iniciales . 

Dejándoles solos con la excusa de retirarse a la cocina para tomar una más que reconstituyente taza de té , cerró la puerta tras de sí  no sin antes dejarle el comunicado a Richard  y éste proceder a leerlo mientras el abogado se marchaba .

-        No deberíamos alarmarnos antes de tiempo – le comentó en tono conciliador para tratar de tranquilizarla .

Su  respirar agitado pareció detenerse de golpe  y sus manos , abiertas sobre la madera , pasaron a cerrase en puños de rabia capaces de sobresaltar todas las venas  que su fina piel cubría .

-        Aún recuerdo a mi madre  contarnos a mi hermana y a mí lo que sucedió la última vez . Comenzó siendo una plaga que afectó a los pastos de montaña  para acabar pasándose a los animales que pastaban en ellos y  extenderse a los de las granjas que habitaban acotados .  Miles de vacas ,  ovejas , bueyes , cerdos y caballos hubieron de ser sacrificados porque aquella maldita  fiebre resultaba mortal y una vez les atrapaba les causaba tantos dolores y sufrimiento que los chillidos de los animales  eran capaces de acallar a los mismos truenos  en mitad de una tormenta  mientras el pánico se apoderaba de los demás y de los trabajadores que debían acabar con todos ellos . Apenas habían balas suficientes  con las que darles una muerte rápida  y los lamentos de quiénes los habían visto nacer y los hubieron criados se unió a la exhalación final cuando el hacha que portaban cortada sus cabezas .

Su voz , desgarradora , mostraba su vulnerabilidad a través de la expresión de una rabia interior  casi convertida en odio .  Sin moverse desde donde estaba , a Richard comenzó a recorrerle un escalofrío cuando la vio alzar  la cabeza y le mostró el rostro .

-        Toda la cría caballar  que tenemos es de Wadlow , incluyendo sus  elementos preferidos e intocables .  Si esa maldita fiebre llega hasta aquí yo estaré vendida y nada de esto habrá servido  para nada . 

Con la carta aún en la mano  , su capataz trató de buscar algo qué decirle  sin encontrar  palabras que la consolaran ante  una verdad de ese tamaño , aun así, mientras se acercaba a la mesa ,  no quiso desistir en su intento .

-        Aún es pronto para pensar en algo así. Han pasado muchos años desde entonces , no tiene por qué repetirse , además … que yo recuerde  por aquel entonces esta finca y las más cercanas   no resultaron afectadas , ni la del viejo Wadlow que por aquel entonces no gozaba de tantos buenos cuidados hasta que le vio la rentabilidad a la cría de carreras .  Emma …

Con su cuerpo abalanzado  desde el otro lado de la mesa  y sus manos sobre las suyas ,  respiró hondo mientras la miraba fijamente a los ojos , llorosos , temerosos de una realidad que en el fondo la ahogaba aunque nunca dijera nada , una realidad que la aprisionaba en una jaula de cristal que no se atrevía a romper por miedo al precipicio situado al otro lado .
Por un solo instante , ver su sonrosada boca entreabierta hizo que  sus ojos descendieran deseando  besarla mientras ella , de forma involuntaria , deseando corresponderle, cerró sus ojos pausando el acercamiento de él de forma brusca .

-        Debes  ir al hospital por Alice .

Frío helado y cortante fue lo que invadió el cuerpo de Richard en ese momento , el mismo que  transformó su gesto  tierno de deseo en seriedad absoluta  ,  sus labios deseosos de ser humedecidos por los de ella en una sequedad infinita y desconsoladora  y sus manos , ávidas  del roce con su piel ,  desoladas y solitarias cuando notó como ella retiraba las suyas para darse la vuelta y ofrecerle  la visión de su espalda .

Resignado decidió no pronunciar una sola palabra más marchándose de allí  con la intención de  localizar a su primo y que fuera él quién cumpliera el mandato de recoger a la menor de  las hermanas ante la posibilidad de que se negase ante su presencia  pero apenas puso un pie en el vestíbulo  la llamada del Sr. Reder  le hizo detenerse .

-        A veces siento que soy el portador de las peores noticias posibles. No la veía tan afectada desde que me encontrase con ella en Londres para comunicarle que debía volver .

Condescendiente con la postura del abogado  le colocó una de sus manos en un hombro y trato de tranquilizarlo.

-        Me temo que la carga de esa culpa no es suya así que puede tranquilizarse.  A estas alturas  por suerte la conoce bien y ya sabe de sus reacciones , por desgracia  lleva demasiada presión encima y aún le cuesta gestionarla cuando algo sale de su control. Simplemente se está adelantando  poniéndose en la peor de las perspectivas .

Bebiendo un nuevo sorbo de té y mirando brevemente hacia la puerta del gran salón , suspiró  el menudo abogado  sin saber a ciencia cierta qué encontraría en su interior .

-        Puede que tenga razón Sr. Bennet pero me temo que esa no es el único  motivo de sus desesperación . – Extrajo un sobre del interior de su chaqueta y se lo entregó – Alguien envió esta carta a mi despacho con la intención de que la recibiera  , en mi labor como protector de los intereses familiares y mandatado por la propia Sra. Bowman procedí a leerla y  por supuesto  a entregársela .

Una carta no demasiado larga que confirmaba con el lujo de detalles que se requerían algo que él  conocía muy bien por desgracia .  Una carta en donde se le advertía de los riesgos de resguardar a los enemigos en su propia casa  y que pese a la veracidad y exactitud de la información que portaba  no llevaba firma alguna,  ni en sus hojas ni en el sobre que la resguardaba , pero cuya procedencia  a Richard no le costó  mucho identificar a juzgar por el tipo de papel empleado y , especialmente , por la letra con la que estaba escrita y que él recordaba haber visto .

-        ¿Qué dijo respecto a esto ? – Le preguntó al abogado visiblemente preocupado _

-        Nada me temo . – Le respondió extrañado -.

-        ¿Nada ? – Richard le insistió incrédulo -.

-        Nada . Le dije que era una misiva personal que un mensajero me había hecho llegar para ella  y la leyó pero… la cerró y la introdujo en el sobre entregándomela de nuevo . 

Extrañado por tal actitud , intentó restarle importancia , al menos delante del letrado .

-        Sr. Reder  ¿ Le importa si me la quedo ? Me gustaría tener la oportunidad de resolver esto .

El abogado , complaciente , no le negó la petición  y tras despedirse de él prometiéndole su devolución por si le fuera requerida de nuevo , fue en busca de su primo el cual se encontraba en las caballerizas con otro de los hombres de la cuadrilla revisando algunos de los portalones nuevos .
Con gesto muy serio y siendo consciente del rechazo que en ella podría producirse siendo Thomas quién la rescatase del hospital para traerla de vuelta , una determinante última  orden de Richard  acompañada de una más que convincente e inquisitorial mirada fueron suficientes para silenciarlo :  “ Tráela de vuelta  directamente y asegúrate de que termina en su habitación .”
Sin  atreverse a preguntar ni opciones para hacerlo ,  Thomas se presentó´ en el hospital y en su habitación tras   recoger los papeles de alta en la secretaría .

Desde la puerta de la misma , abierta , se veía a Alice sentada  en la cama de espaldas al exterior , debidamente vestida  , ayudada posiblemente por alguna enfermera , con el cabello suelto correctamente cepillado cayéndole sobre la espalda y una pequeña bolsa a su izquierda .
Thomas respiró muy hondo antes de entrar y pese a hacerlo con cuidado , cada paso suyo fue seguido atentamente por ella aunque  apenas moviese la cabeza  hasta que sus  ojos visionaron sus zapatos y su olfato su olor .
Habiéndole acercado la silla de ruedas hasta la cama , le ofreció el brazo para ayudarla a incorporarse . Sin erguir  el rostro en ningún momento ni cruzarle palabra alguna aceptó usar su brazo como apoyo al encontrarse lo suficientemente débil como para poder desplazarse por sí misma . 
En el coche , Thomas hubo de ayudarla a sentarse en el asiento del acompañante rodeándole la cintura con uno de los brazos  para sostenerla mientras con la otra mano mantenía abierta  la puerta  y sin haberse atrevido a incomodarla mirándola directamente, al coger el cinturón de seguridad para colocárselo , su rostro quedó tan sumamente cerca del de ella que pudo sentir su aliento en la mejilla  mientras en sus adentros crecía  la tentación de cruzarse con sus ojos , aquellos ojos que a buen  seguro tanto tenían que reprocharle .  

Ni una sola palabra entre ambos en el hospital ni durante el transcurso del viaje de regreso a casa . Ni una sola mirada por parte de ella que no fuese al frente mientras en el silencio del habitáculo , su respiración pausada se le clavaba en la sien a un Thomas deseoso de manifestarle lo culpable que se sentía en el fondo .
Un silencio atronador que continuó acompañándolos cuando se hubo de aparcar el coche por la entrada de la cocina  a fin de facilitar el acceso a la silla  , al menos hasta que ésta llegó a los pies de la gran escalera .
Sin que pudiera pedir permiso , él se agachó para portarla en brazos  sintiendo como su garganta se cerraba de forma instantánea y sus piernas parecieran no responder con la seguridad que se requería al sentir el brazo de ella alrededor de su cuello .
Observado más cerca que nunca  , debía mostrarse seguro con cada peldaño que subía de aquella inmensa escalera , eterna según su concepción temporal mientras la calidez de su pequeña mano femenina se afianzaba en la piel de su nuca , una calidez que se desvanecía suavemente una vez éste la hubo depositado con mucho cuidado en su cama .

Corriendo las cortinas para que entrase la luz del sol , se acordó de que en la parte alta de los armarios se guardaban mantas ,  acercándole una  y colocándosela a los pies por si pudiera necesitarla .
Ganas de expresar lo que sentía , ganas culminadas por silencio en el que ni se pedían explicaciones ni se daban  pero con una base distinta  . Para Thomas , sin saber bien por qué , algo había cambiado en Alice , algo que sólo él podía sentir y que no lograba explicar , algo que podía ser engañoso o una mera ilusión , una sensación quizás provocada por el sentido de responsabilidad que  creía tener  pese a no preciarse de conocerla en demasía , un sentimiento  propiciado quizás por el aspecto de vulnerabilidad infinita que aquella endiablada y orgullosa  mujer poseía por sí misma  en este instante .

Aquel mismo día , apenas una hora después , él dejó sus tareas pendientes encauzadas para continuarlas a última hora de la tarde  y se acercó a la cocina . Encima de la gran  mesa de madera  una bandeja con viandas listas  a las que se añadiría un cuenco con sopa recién  hecha , todo dispuesto  para ser subido a la habitación de la convaleciente . Ante su propia e insistente predisposición para presentarse voluntario y llevársela , la cocinera optó por no llamar a  nadie del servicio y dejarle que fuera él quien hiciera las labores pertinentes .
Tocando en la puerta previamente  la abrió y se dispuso a entrar . Alice  se encontraba sentada , con la espalda  acolchada por una almohada . Colocándole la bandeja encima de las piernas , prefirió esperar sentado en el sillón situado al lado de la ventana .
Ante la duda de ella sobre si podría o no hacerlo por sí misma sin causar un estropicio y con la detallada observación de su acompañante , Alice cogió la cuchara del cuenco con sopa en su interior . Tratando de acercársela a la boca , el temblor de la mano hizo que gran parte de su contenido terminase fuera de la misma y antes de que optase por tirarla a cualquier lugar menos a la bandeja , Thomas se acercó  retirándosela y sentándose a su lado .  Sin pedirle permiso , sin  tan siquiera importarle lo molesta que pudiera resultarle su compañía o su actitud , él volvió a coger un poco de contenido y se lo acercó a la boca . Tras mirar la cuchara  elevó sus  ojos llorosos  hacia los de él  y abrió la boca aceptando de forma implícita su ayuda.

 Un rostro convincente de alguien herido en su  propio orgullo, de alguien no acostumbrado a necesitar de nadie . Un rostro que conforme avanzaba la cena , cuchara a cuchara , más parecía convencer a Thomas de su teoría sobre la reconversión de los justos , esa  que ya le enseñase su madre cuando fuera un crío que apenas levantaba dos palmos del suelo . Una Alice que acaba  de conocer  como arribista y sin escrúpulos , con un carácter irrefutable  que tan sólo se limitaba a envolver una inmadurez y soledad incomprendidas y que ahora , quizás , sí era capaz de mostrarle su verdadero yo .

Apenas el contenido restante del cuenco cupo en una última cucharada conforme se la acercaba  notó como ella le cogía de la mano acercándolo hacia ella más aún , mostrándose interesada en decirle algo . Dispuesto a escucharla , ladeó su cara para brindarle su oído y un sonoro susurro le heló el cuerpo : “ Sé quién eres  y lo que has hecho “.  

ANA PATRICIA CRUZ LÓPEZ
(Todos los derechos reservados )

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