Entre dos mundos como dos
mareas,
mi alma se mueve en la
indecisión
dejándose llevar.
Cuestión de supervivencia
entre el cielo y el infierno
de este pensamiento recurrente
mío,
en el que terminar con todo
y hacerme desaparecer
resulta lo más lógico.
Lágrimas de sangre ,
yagas convertidas en
recuerdos,
resentimiento y amor convertido
en odio.
Tan lejos y tan cerca de una
nueva vida,
la que se suponía tenía
contigo,
la que me ofreciste y yo di por sentado como mía.
Tan lejos y tan cerca de todo
lo deseado,
del abrigo y la seguridad de tus brazos,
de la calma de tus palabras,
de la compañía en la fría
soledad de mis sábanas.
Cabalgando entre la
subconsciencia ,
mi orgullo se desmorona
como una montaña de fina arena
llevada por el viento,
mi nobleza se convierte en el
arma de los impíos y descreídos,
y en mi piel ,
falta buscar mis triple seis
particular.
Actuando por instinto,
aturdo a las paredes con los
gritos desgarrados,
y tu nombre hace estremecer al
cielo
que me responde con visos de
tormenta.
Nubes negras de advertencia,
los relámpagos tratan de
acallar
ese grito animal.
Mi mundo soñado ,
hecho cenizas por quién lo
creó,
el monstruo en el que mi mente
te ha convertido
capaz de desangrarme con sólo
una mirada,
de exigirme en silencio ,
de azotarme sin mover un sólo
dedo
y que las marcas que queden en
mi espalda
sean la seña de que hay algo más profundo entre los dos.
Llevarte en mi corazón a fuego
es mi castigo.
La tortura diaria de tu recuerdo en aquellos lugares que ocupabas
el testimonio de que ahora no
soy nada .
Reptando y hundida
por el abismo del pasar de
unos días que no quiero,
las sombras de la oscuridad ,
de los corazones negros y heridos,
están invadiendo el mío,
mientras éste hace tiempo que
dejó de pedir ayuda,
mientras dejó de necesitar
ayuda
cayendo en su propia muerte.
Latidos de vida ,
que escapas de las manos ,
del sentido.
Latidos que ya ni escucho ,
pero que van lentamente
siguiendo tu estela
con la esperanza de tenerte de
nuevo.
Oscuridad y sinrazón
en un mundo que se hunde bajo
mis pies,
en el barrizal de los
sentimientos confundidos.
Techo de conciencia que me
ahoga
y no me deja respirar ni
seguir .
Una sola vez más imploro a
quién quiera escucharme,
sea Dios o maldito Diablo ,
que vuelva una sola vez más
para decirle lo que nunca fui capaz,
y que el miedo que me atesora
y me acobarda,
sea llevado por mis
acompañantes sinceros,
los jinetes de mi apocalipsis particular.
Una única y sola vez
en la que poder mirarte a los
ojos,
y mis cuerdas vocales me dejen
pronunciar
un TE AMO sincero y
desgarrado,
tal y como lo siento ,
tal y como lo he sentido
siempre.
Una sola vez pido,
para poder morir en paz.
Ana Patricia Cruz López
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