Trato de convencerme de que esto sólo ha sido un sueño.
Un mal sueño
que me lleva a la inconsciencia
como única forma de arrancarte de una vida ,
compartida a partes iguales para lo bueno,
desequilibrada a tu favor en lo malo.
En un letargo ansioso y eterno necesito estar,
sin que tu herida me duela realmente ,
drogada bajo dosis de vanidad hundida cual barco
rodeada de sus propios fantasmas.
No quiero seguir sintiendo.
No quiero seguir viviendo esto.
No quiero abrir mis ojos una vez más y ver mi soledad
en cada estancia de esta casa ,
con esquinas que aún hablan de ti a escondidas mías
y paredes que esperan volver a abrazarte.
Tu esencia en cada centímetro,
tu maldito olor tan reconocible
que aún invade mi
piel con tan sólo tu recuerdo,
tu voz en los leves susurros sostenidos de las dulces
mañanas
y de los más aferrados durante las largas y nada frías noches.
Tu aliento , en el cual aún me abrigo,
Tus labios , en los que aún me apoyo.
Orgullo en cuerpo de mujer
que no supo dar lo que esperaba de sí misma .
Madurez desaparecida bajo la sombra de la desconfianza,
de una mente traicionera jugando a vencerme con sus
aliadas, las dudas,
sentimientos encontrados transformados en rabia nada
contenida.
Los gritos han sustituido hábilmente a las palabras de
cariño,
aquellas que nunca necesitaron prepararse,
las que alguna lágrima desgarraron mis adentros
transformándome en un débil y delicado ser en tus manos,
con un corazón abierto de par en par para recibirte
con cada nuevo acercamiento,
y un cuerpo convertido en tu preferido y selecto campo de
juegos
que descubrías como
nuevo pese a conocerlo.
¿Acaso de algo sirve ya
seguir sintiendo este fuego que me quema lentamente
mientras mi corazón se niega a hablarme,
cuándo sé que no volveré a tenerte conmigo,
cuándo sé que la puerta se cerró para siempre
y es tu espalda de la que conservo el último recuerdo?
¿De algo sirve seguir amándote
de esta forma que siento,
cuándo sé que no volverás a mirarme
manteniendo ,con mi interior, aquellas conversaciones ,
cuándo sé , que los dedos de nuestras manos no volverán a
entrelazarse
como signo de no necesitar nada más,
cuándo los pequeños gestos ya no volverán?
Martirio por amor ,
autoinflingido bajo
el recuerdo
de una historia de amor
que no volverá a repetirse,
de algo entre dos que mi desconfianza mató,
con el auspicio sobrevenido de un final predecible desde
su comienzo,
de algo tan hermoso como envenenado.
Muerte en soledad
voluntariamente elegida
so pena de culpabilidad ,
y heridas invisibles que crecen a cada día que pasa.
Vida en felicidad ,
truncada de forma repentina tras una puerta
a la que no supe ir detrás.
Ahogo que no quiero me deje respirar,
en un mar de lágrimas en el que no quiero el rescate,
y en el que la ansiedad y la desesperanza ,
de un alma corrompida que se desmorona,
tratan de sobrevivir ,
mientras yo suplico , a quién deba escucharme,
me lleve allá lejos,
donde no existe el dolor ,
éste en que se ha
convertido aquello que el mundo llama vida
mientras yo, lo llamo tormento.
Aquel , que un día fue nuestro,
y ahora vaga difuso y perdido sin destino.
Éste que algunos consideran amor.
Ana Patricia Cruz López
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