lunes, 20 de junio de 2016

NADA ES LO QUE PARECE. CAPÍTULO VIGÉSIMO PRIMERO ( Primera parte) REENCUENTROS ( Registrado en SAFE CREATIVE JUNIO 2015)

CAPÍTULO VIGÉSIMO PRIMERO ( Primera parte)
REENCUENTROS

Sus manos , que trataban de abrochar los botones de los puños de la camisa no pudieron continuar.
La última vez que la vio en la fiesta del Gobernador parecía la misma mujer que había dejado atrás siete años antes , pero en su interior, las impresiones resultaban completamente diferentes.

Ahora se encontraba en su vestíbulo, por sí sola , y su imagen  le traía  las sensaciones de antaño, de cuando convivía entre aquellos muros , de la última noche pasada juntos y en la que ella se hubo marchado .

Como no podía ser de otro modo , se autonegó la posibilidad siquiera de que le viera como en la fiesta , acongojado pero en el fondo muy feliz . Con cada nuevo escalón que bajaba , el orgullo se apoderaba de nuevo de él, y sólo cabía mostrarse digno. Pero al mismo tiempo, cada nuevo escalón que pisaba y más le acercaba a ella, estremecía un cuerpo  y un corazón que la echaban profundamente de menos, como nunca  antes a nadie , y que añoraba poder estrechar.


Sin moverse un ápice de su posición le vio descender y acercarse , con su típico aire de superioridad tan característico y su porte elegante .  Aún conservaba ese aire  del caballero de exquisitas formas del que había oído hablar en el club, pero sus ojos no eran capaces de mentir, jamás lo habían hecho, y tras el cristalino brillo , un hombre herido  que había luchado consigo mismo porque nada cicatrizase , fue lo que vino a encontrar , en su propia casa, siete años después. En una palabra : imprevisibilidad, algo que a ella no le gustaba  nada.

·        SHELDON: Déjalo Anna , puedes retirarte , ya la atiendo yo .

Terminando de recolocarse los puños mientras la observaba , la dureza de su gesto fue acompañada por la del tono de su voz y las palabras dichas.

·        SHELDON: Me temo que has escogido el peor momento para darme una sorpresa, me disponía  a salir .
·        HEYDEN: Siento no haberte avisado, pero pensé que no querrías coger el teléfono.
·        SHELDON: Con motivo .
·        HEYDEN: Nunca me atrevería a cuestionar eso.
·        SHELDON: Ni creo que puedas. Tus argumentos en ese sentido carecen de valor en estos momentos.  Voy a la cocina para tomar un café, si quieres hablar , ese será de todo el tiempo que dispongas .

Con paso seguro y espalda erguida , le vio dirigirse a aquella estancia que tantas conversaciones entre ambos había centrado, yendo tras de sí como última opción.

·        SHELDON: ¿Te sirvo una?
·        HEYDEN: No gracias.

Una espalda que no perdió de vista durante  todo aquel instante  y que comenzaba a incomodar .
Le conocía , sabía que se encontraba dolido y sin embargo , su rostro no fue mostrado para no evidenciarlo. Una agitación y un nerviosismo más propio de una fase previa de enfurecimiento nada razonado que comenzó a denotarse en cada palabra que era pronunciada.

·        SHELDON: Tú dirás.
·        HEYDEN: Sabes que no me gusta andarme con rodeos , así que seré directa y lo más breve que me sea posible. Necesito tu ayuda.

Y a aquella última palabra,   le siguió el sonido seco y bronco de una taza de cerámica caer como una losa sobre el mármol de la encimera, y tras unos segundos, la espalda dejó paso a su aspecto frontal, y con él, a un rostro nada tranquilo , y a una figura que había decidido hacerle ver  todo su dolor con tan sólo apoyarse en la misma  y agarrarse de ella a ambos lados de su cuerpo mientras no dejaba de observarla desafiante.

·        SHELDON: Ayuda. Claro, ¿para qué si no? Sólo respóndeme a una cosa ¿es la mujer o la agente  de inteligencia quién me la reclama?  Es que quisiera saber cuál es el siguiente escalafón de utilización humana al que pretendes elevarme.

Su ironía , agreste , sangrante , hiriente pero justificada.  A ella le tocaba rendirse a la evidencia , dejar que encontrase la paz  en aquella curiosa forma de desquitarse . 

·        HEYDEN: Veo que Michael te lo contó.
·        SHELDON: Hubiera sido muy difícil entender algunas actitudes  sacrificadas tuyas de no haberlo hecho, aunque claro , también me pregunto si el no dejarme verte en todo ese tiempo , tenía que ver con algún tipo de arrepentimiento al que pudieras verte forzada o con  tus consabidas ganas de no querer disculparte por utilizarme para llegar a él.
·        HEYDEN: ¿Qué más te contó?
·        SHELDON: ¿Más? – se rió de forma exagerada y forzada - ¿Es qué aún hay más? ¡Por Dios! Sorpréndeme .

Viendo que con su actitud todo aquello era inútil, se dio media vuelta y trató de salir , pero antes de llegar a la puerta algo la detuvo.

·        SHELDON: ¡Huye de nuevo! Es lo único que se os da bien a las mujeres como tú.

Dándose la vuelta sobre sí misma , prefirió haber entendido mal.

·        HEYDEN: ¿Las mujeres cómo yo?
·        SHELDON: Claro, las de pasado turbio demasiado acostumbradas a mostrarse frías y distantes , a no sentir y a ser serviciales hasta dónde ellas mismas permiten. Las mujeres acostumbradas a ser ellas quiénes toman las decisiones en los negocios y que traspasan a su vida privada , que en caso de tenerla tratan de igual forma ,  y que dedicándose a lo que se dedican,  saben del manejo y las artimañas como ninguna. Aquellas que huyen en  cuanto dejan al cliente de turno  y su verdadero yo sale a flote , pero que no dejan la piel de la que recibió dinero o regalos para quedarse, porque son incapaces de sentirse de otra forma . Quizás ahí estuvo mi error , pensar que podía tratarte como lo que yo veía , como una mujer exquisita y distinta capaz de volverme loco sin apenas tener que hacer nada, que suponía una provocación por sí misma . Sí, definitivamente , tuve que haberte preguntado la tarifa aquella noche para que te quedases .

Cada palabra se clavaba más hondo y lo iba desgarrando todo. Cada insulto  sutilmente presentado y convenientemente adornado, conllevaba todo un cúmulo de ahogos , uno tras otro , llenos de imposibilidades manifiestas para poder reaccionar y cuya sensación de completo hundimiento  debía luchar con  unas inmensas ganas de llorar.

Todo su mundo , su única salvaguarda , aquello en lo que se sentía y creía seguro se desmoronaba . Lo único puro y enteramente verdadero , se había convertido en algo corriente como lo demás.

No pudo articular palabra. Sólo necesitaba salir de allí, pero al verla marcharse , algo en él hizo que fuera a buscarla interceptándola a las afueras de la casa.

·        SHELDON: ¿Qué esperabas?  ¡Siete años Heyden , siete  malditos años consumido por la impotencia de no poder verte ni de que quisieras que estuviera contigo!

En mitad de su correr hacia ninguna parte,  sólo lejos de allí, volvió a detenerse sin saber por qué, pero con el sonido de sus pasos acercarse entre la grava y su voz de acompañamiento.

·        SHELDON: Siete años de pendiendo de lo que Michael me dijera , sin estar seguro de si pudiera mentirme por conveniencia , sabiendo además a dónde te habían llevado. Siete malditos años pidiendo favores a todo aquel que  tenía por contacto para intentar manejarlo por otra vía, pero todos mis intentos resultaron infructuosos. Y aquí, en mis noches , solo, casi sin dormir , sin pensar  con claridad , sin poder hacer una composición de lugar , sin dejar de contar las horas para que llegase la fecha de tu salida y el día de poder verte , y cuando aquella noche…te vi…

No le hizo falta darse la vuelta para saber que estaba justo detrás suya , para sentir su agonía pero también su calor, para volver a sentir , sin que su tacto fuera real o perceptible, lo que volvió a sentir después de tanto tiempo aquella noche a la que él se referenciaba constantemente. La noche de la fiesta del Gobernador , la noche en la que volvió a verla de nuevo.

Y  ahora, que tan cerca la tenía y en la que sus ansias por tocarla y volver a abrazarla no habían disminuido ni un ápice, sentía miedo . Miedo de hablar sin sentir o de que sus palabras pudiesen malinterpretarse.
Incapaz de continuar con su papel arribista y vengador ante su presencia, sólo podía continuar siendo tan sincero como deseaba y tan entregado como sabía que ella siempre le había querido.

·        SHELDON:  Siete años en los que aún hoy me he preguntado por qué no te quedaste aquella última noche que te lo pedí, sabiendo que después  serías ….
·        HEYDEN: ¿De él? – destrozada y con la guardia vencida decidió darse la vuelta y dar la cara – Anda termina la frase. – Pero no fue capaz - ¿Realmente crees que él tiene la potestad de apoderarse de las personas sólo por su dinero o su encanto personal? ¿Tan poco crees que me conoces como para haber sabido que me perdías  de forma tan irrisoria por él?  
Mi vida no ha sido nada ejemplar , lo sé, pero tampoco me arrepiento de nada , porque he hecho lo que he creído necesario para sobrevivir dadas las circunstancias y no volverme loca por completo .
Y a lo largo de toda ella , de toda la falsedad que la ha rodeado , de todos los escudos que he debido armar para evitar dañarme , el que más me ha costado mantener es el que intenté construir el día que te conocí en el club.
Pude sentir en tus ojos que no me mirabas como lo hacían el resto de clientes, ni sentí la misma indiferencia o frialdad que con los demás. Y conforme lo sentía , comencé a no saber cómo reaccionar  mientras trataba de que el escudo se mantuviera firme , pero tus coincidencias , tu forma de mirarme …

Sí,  hice que Michael me acercase a ti , porque se supone que eso es lo que debía hacer , lo que se esperaba de mí como forma de llegar hasta Bourke, pero lo que conllevó hacerlo , lo que vino después , lo que sentía cada vez que estabas conmigo o te veía observándome , eso … nadie hubiera sido capaz de planificarlo , ni yo de evitarlo, y aunque quisiera tampoco podría haberlo conseguido , porque me sentía libre estando contigo. Por una vez no era un número ni una cita , no era la chica de los servicios especiales ni la más rentable del club, era simple y llanamente una mujer a la que , pese a desearlo, te negabas a tocar por mucho que me apeteciese provocarte , la mujer por la que cruzaste medio mundo  tras hostigar al pobre de Michael apareciéndote en la Toscana , la mujer a la que … - la mano de él  en su boca la detuvo-.

Con sus ojos humedecidos alternando  los de ella y sus labios ,  sostuvo  su cabeza a ambos lados  con sus manos  acercando su frente a la de ella.

·        SHELDON: Sólo Dios sabe cuánto te he echado de menos, lo vacía que la casa ha estado sin tu presencia, lo que mis manos añoraban poder tocar tu piel, tan sólo así, sin más.

Cogiéndole las manos y colocándoselas en el pecho, acercó sus  labios para besarle , y aunque aquel primer roce  no careciera de ingenuidad y frescura , su correspondencia , cargada de ternura, la devolvía a aquellos instantes en la Toscana tras la tormenta de la noche anterior , aquellos gestos dulces en los que se olvidaba de lo que era o de por qué había comenzado toda esta historia con él .

Y con cada nuevo beso , con cada intercambio de alientos , la ansiedad por tenerse mutuamente crecía , pero algo  hizo que él se detuviera y su gesto cambiase.

·        SHELDON: Bourke. Necesitas mi ayuda para encontrarle.  Vas a volver a por él.

Su desconcierto resultaba tan palpable como su transparencia, y bastó  verle su rostro para comprender que no andaba equivocado.
Agitado, la soltó .

·        HEYDEN: Debo terminar lo que empecé. Sé que está en Sao Paulo…
·        SHELDON: ¿Pero por qué a través de mí? Tú gente le ha seguido la pista durante todos estos años . ¿por qué acudes a …..? – y en su mente apareció la idea por la que se cerraba todo en torno a él-  ¡Estás sola! ¡Te han dejado sola ! Dime que no es cierto.

Ante su más que comprometido silencio , él no pudo reaccionar de otro modo.

·        SHELDON: ¡Dímelo!

Aquel grito exageradamente arrebatador y sincero la intranquilizó de nuevo, pero trató de conservar la calma.

·        HEYDEN: Después de los años de servicio prestados,  han considerado que ya no era tan apta para seguir adelante. Se supone que alguien emocionalmente inestable no debe seguir en activo. Alguien incorrecto,  que sólo desobedece las reglas establecidas , que no atiende a órdenes impuestas y con tendencias suicidas al no estimar ni calibrar los riesgos  que su actitud supone para su vida. Y sí, esto se ha convertido en algo personal . Lo único que tiene en mi vida valor alguno es saber que podía ser mejor que eso que se hacía llamar mi padre, para el que sólo fui una carga y un desahogo cuando mi madre no se encontraba en casa.
Demasiado acostumbrado a salirse con la suya , a denostarme como la vergüenza familiar fruto de una noche de vete tú a saber qué, desde que entré  en Inteligencia he hecho todo tal cual se estimaba que debía hacerse ,  pero lo que daba resultados satisfactorios no se culminaba de esa forma.  Sólo cuando comencé a tomarme ciertas libertades empecé a ver que las cosas salían  y que los resultados óptimos se encontraban allí .
Posiblemente me acerqué demasiado esta vez y no les interesó cogerlo , quizás , en realidad , es que nunca les haya interesado y piensen que quitándome del  medio  les será mucho más fácil mantener las cosas como estaban , y a los agentes que conservan en una investigación con multitud de pegas , obstáculos y ralentizada, alejados de toda posible opción de atraparle.
Sí , estaré sola , pero realmente  supones que he estado de otra forma todo este tiempo?
·        SHELDON: ¿Sin cobertura alguna? Te destrozará , te aplastará en cuanto te vea.
·        HEYDEN: No lo hará .  Él necesita calmar su sed y conmigo descubrió el único manantial que no le pone coto para saciarse.
·        SHELDON: Me estás pidiendo algo más que ayuda, me pides que de nuevo te entregue a él.
·        HEYDEN: Te pido que me ayudes a acabar con él, y sí, sé perfectamente lo que implica aquello que te pido . Soy  consciente de que no será fácil, pero eres lo único que me queda , lo único en lo que puedo confiar. El único que sabe exactamente dónde puedo encontrarle.
Frank se huele que seguiré adelante , jamás he sido buena mintiendo, pero no puedo pedirle abiertamente ayuda e implicarle.
·        SHELDON: Ven conmigo.

Le extendió el brazo ofreciendo su mano  y tras aceptarla y darle la suya , caminaron hacia el interior de la casa subiendo a su despacho.

·        HEYDEN: ¿Qué  haces? Se supone que te marchabas.

Buscando entre los cajones de la mesa  encontró una llave , y moviendo el cuadro representativo de la marina apostado en una de las paredes , detrás se encontraba una caja fuerte  que abrió con dicha llave.  De su interior extrajo una libreta que abrió nada más llegar a la mesa.

·        HEYDEN: Robert, ¿Quieres decirme qué estás buscando?

No quiso detenerse .  Nervioso, pasaba las páginas buscando algo  no definido , hasta que logró detenerse en una de las páginas.

·        SHELDON: ¡Aquí está! A lo largo de mi vida , mis negocios me han llevado a conocer mucha gente y tener que hacer todo tipo de favores . De ahí salen contactos que aún guardo y alguna que otra buena amistad que perdura . – Alzó la cabeza y se centró en ella -  Algunos de ellos viven en el país . 

Con los ojos bien abiertos y una dulce sonrisa , él no pudo dejar de mirarla  y tampoco evitar acercarse .
Por un instante , sin pensar, en su interior deseó decirle algo que llevaba guardado muy adentro desde hacía mucho tiempo.

·        SHELDON: De acuerdo que no todos mis negocios han sido o son muy legales, pero la gente no es tan fácil que lo olvide a uno según el favor que les hayas hecho. – No le decía nada , sólo le sonreía y logró ponerlo nervioso- ¿Qué?
·        HEYDEN:  Robert…
·        SHELDON: ¿ Sí?
·        HEYDEN: Yo… he de decirte algo.
·        SHELDON: Claro , dime , soy todo oídos.
·        HEYDEN : Robert – con bastante dificultad, intentaba provocar que las palabras quisiesen salir-    tú…

El inesperado sonido de su móvil les interrumpió. Al mirarlo, no supo qué hacer.

·        HEYDEN: Contesta, no te preocupes.

Aquella  llamada le recordaba que había de iniciar un viaje , aquel por el que no hacía ni cinco minutos que aspiraba a salir con prisa y del que ella misma le hubo retenido. Una oportunidad perdida que habría que postergar para mejor ocasión  .

·        SHELDON: Era mi piloto. No quiero dejarte , pero…esa maldita reunión.
·        HEYDEN: Anda , vete y haz lo que ibas a hacer antes de que yo te rompiese todos los esquemas posibles e inimaginables.
·        SHELDON: Estaré fuera dos días , sólo dos , mientras tanto gestionaré las llamadas con mi  gente . – cogiéndole de las manos de nuevo- ¿Te encontraré aquí cuando vuelva? – ciertamente resignado, casi arrepentido – Ahora que vuelvo a tenerte conmigo no quisiera perderte , he estado sin ti demasiado tiempo.
·        HEYDEN: He de ir a Nueva York.
·        SHELDON: Tu hermano. No se lo pusiste nada fácil a él tampoco.
·        HEYDEN: Lo sé , y tampoco creo que el recibimiento sea óptimo , pero no puedo dejarlo pasar por más tiempo. Después de todo lo que hizo por mí, creo que no me he comportado como debiera con él. Demasiadas ocultaciones y mentiras para tratar de protegerle de una realidad que sabía a ciencia cierta que le dolería, y al final, el daño se ha culminado de la idéntica forma .
·        SHELDON: Sabrá escuchar y sabrá comprender, pero tú también tendrás que entenderle a él, y llegar hasta la raíz de su dolor. Eres lo único que le quedas  y posiblemente lo que más haya querido en esta vida.
·        HEYDEN: El único hombre que posiblemente jamás me fallaría.
·        SHELDON: El único hombre que no osará que nadie te falle, si vuelves a dejarle acercarse, como cuando eráis niños.
·        HEYDEN: Dos trenes bala japoneses saliendo de puntos distantes y apunto de encontrarse .
·        SHELDON: Uno de los dos tendrá que ceder , y me temo que en esta ocasión  te toca a ti.
·        HEYDEN: Lo sé.

Un nuevo beso sereno, calmante , seguido de un profundo abrazo, le sirvió para devolver algo de confianza a la vida de ambos. Él se marcharía con destino al Aeropuerto , mientras ella llegaría hora después a su nuevo destino reconciliatorio, Nueva York.

Siete años y las cosas no parecían haber cambiado tanto en aquella ciudad como en el edificio mismo donde se hallaba el despacho de su hermano.  Los mismos vigilantes , el mismo stress , las mismas prisas y los mismos colapsos al entrar en los ascensores , como si el tiempo no tuviera horas suficientes y el mundo fuese a acabarse nada más cerrarse las puertas.

Si bien Heyden adoraba lo que esa ciudad le reportaba , otros aspectos de la misma no le atraían tanto , y quizás fueran ellos los que le hicieran decantarse , entre otras circunstancias, por su no traslado a ella cuando su hermano se lo propuso .

Conforme el ascensor superaba los pisos dónde se le había ordenado detenerse, el enclaustrado habitáculo comenzaba a refrigerarse y el aire parecía correr de nuevo, y a lo largo de aquel viaje para ella interminable  con múltiples paradas que parecieran querer decirle que se arrepintiera y volviese , trató de prepararse psicológicamente para lo que habría de venir .

No podría decirse que a su memoria viniesen abundantes imágenes de su hermano alterado o enfadado, ni tan siquiera recordaba que elevase la voz ante su presencia salvo en su propio piso y con una causa más que justificada . Y es que David  siempre había sido al serenidad personificada , la tranquilidad latente  la voluntad conciliadora , el protector.

En su vida ya había gozado de demasiadas muestras de violencia como para repetirlas o consentirlas , y si ahora , al volver a verla , su voz alcanzaba más decibelios de lo que a todos podía tener acostumbrado, nadie sería capaz de reprocharle nada , y menos aún ella.

Al llegar a su piso de destino  , como siempre solía hacer, respiraba hondo antes de atravesar la puerta acristalada que el llevaba al interior del macro despacho, aquel, en el que la actividad para no tener fín , e ingentes cantidades de manos y oídos , de cabezas pensantes de algunas de las mejores universidades del país, compartían moqueta con uno de los abogados más aguerridos de la ciudad y del estado.

Volver a caminar por encima de la moqueta de aquel largo pasillo, pasar por delante del despacho de Michael , cuya puerta permanecía cerrada aunque la luz , vislumbrada por el alargado  cristal lateral , se viese encendida, sentirse observada por algunos de los ocupantes de las mesas colindantes dada la seguridad  que parecía manifestar, y enfrentarse a la puerta cerrada de su despacho , se le hizo un camino harto reconocible , pero durante el cual , acogió para si toda la seguridad que pudo .

Apenas centímetros la separaban del pomo de la puerta  cuando, dispuesta a abrir , Liz salió de él apresuradamente. Sorprendida no pudo decir nada al verla , y sólo la voz de David , desde el fondo de la habitación preguntándole  qué sucedía , la hizo reaccionar temblorosa  empujando la puerta de nuevo .

·        LIZ:  Aquí hay alguien que pregunta por ti.
·        DAVID : ¿Sí? ¿Quién?
Y tras la apertura total de la misma, la imagen de Heyden por entero.

·        HEYDEN:  David.

A él, incrédulo aún con la realidad que veía y escuchaba , sólo el quedó  apoyar su espalda en la silla , y tratar de asumir que era su hermana la que se encontraba delante suya después de siete años.

Ana Patricia Cruz López
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