Trato de disipar mis dudas
buscando un mar de tranquilidad donde no ahogarme.
Trato de encontrar un hueco en el cielo ,
donde el aire corra limpio y se adentre
permitiéndome saber que sigo viva.
Trato de esconderme de las luces ajenas ,
que nadie sabe quién ha provocado,
pero que observantes
, sigilosas,
terminan escupiendo unas verdades con sabor a mentiras
que nadie quiere ver.
Trato de entender ,
cuándo el mundo se volvió irreal ,
cuándo dejamos los corazones humanos guardados en una
urna ,
y la objetividad con la que éramos capaces de ver y
analizar nuestro alrededor
resultó convertirse en un espejo roto de antemano.
Trato de comprender , por qué me siento extraña en un
cuerpo con el que nací
y que debería reconocer ,
pero ahora denoto que le falta algo
y hasta es posible que siempre faltase, que nunca
estuviera ,
pero es una ausencia , un hueco tan inmenso como la
oscuridad de la noche ,
la que provoca que me haya dado cuenta en este preciso
instante.
En mitad del bullicio ,
los ruidos ajenos podrían parecer música celestial,
pero las cuerdas del arpa se han ido rompiendo
conforme las yemas de mis dedos las han rozado,
y mis lágrimas , huidizas, en el suelo,
sólo son capaces de reflejar lo que queda de ellas.
Tratando de recomponer la melodía
con los silencios abrumadores que antes me colmaban,
tratando de devolver a mis ojos las imágenes evocadores
de una sonrisa y la tranquilidad emanada,
me siento a esperar que la nueva brisa traiga algo de la
cordura que todos parecemos haber perdido,
me siento a esperar que mi camino lo marque el destino,
donde se supone que todo está escrito,
y que la bella y ansiada normalidad ,
tan manida por el humano,
vuelva a ser lo único que importa.
Sintiéndome un grano de arena en mitad de una playa ,
espero la caricia de las olas para dejarme evadir ,
siendo llevada a nuevos parajes
donde la vida vuelva a ser la misma que antaño,
la que lograba observar a través de mi ventana ,
en donde el cielo
no tenía por qué ser azul
pero la imagen resultaba igual de bucólica.
No me siento distinta, ni si quiera sola.
No es por añorarte ahora qué sé que eres feliz
porque sé que nunca me has abandonado ,
que siempre estarás conmigo aunque nadie lo sepa .
Pero es una sensación extraña
la de buscar luces de ayer donde un nuevo amanecer ha
glorificado tu vida ,
y el reto de querer seguir adelante
sólo será posible si sigues formando parte de mi vida .
No temas , ángel mío,
que jamás una palabra de reproche oirás verter de mis labios,
nunca una reprimenda, cual niño, entenderás que te hago ,
mientras sólo trato de buscar esa paz que tanta falta nos
hace a ambos ,
y que parece esconderse tras las nubes que no nos quieren
hoy.
Quiero encontrar ese rayo de paz en forma de luz ,
esa misma que te ha guiado a ti durante tu vida
para que me ayude a cogerla de la mano y seguir tu misma
senda .
Quiero aprender qué es la vida
cuando un amanecer no basta ,
cuando el atardecer se marcha sin querer,
y la noche se empeña en irse cuando más se disfruta.
Quiero aprender de ti ,
cómo sobrevivir a todo lo que te viene de repente,
a las sorpresas de los buenos y a las desagradables de
los infames,
a los palos que se van atravesando
en esa lucha por ser feliz e intentarlo,
sin sentirme culpable por querer pensar , querer creer,
que aún soy tuya y que un pedazo de tu corazón ,
el que tú me
entregaste ,
sigue latiendo en mis manos.
Quiero saber qué se siente con sólo un poco de la felicidad y la dicha que
disfrutas ,
porque aunque la soledad voluntariamente escogida es un
regalo como opción,
la frialdad de unas caricias que nunca llegan ,
la humedad de unos labios que buscan correspondencia ,
la ternura de unos abrazos esperados en el vacío,
es la más dulce y temible de las torturas a las que me
someto a mí misma,
con tu presencia como telón de fondo,
y tu felicidad ,
la que yo siempre esperaba y deseé,
como el único
consuelo a la paz ansiada que no termino por encontrar.
Ana Patricia Cruz López
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