domingo, 26 de marzo de 2017

LA TEMPESTAD . CAPÍTULO QUINTO : EL RELOJ HA DEJADO DE DAR LAS HORAS (Registrado en SAFE CREATIVE ENERO 2017)

LA TEMPESTAD
CAPÍTULO QUINTO : EL RELOJ HA DEJADO DE DAR LAS HORAS   
CRED EDICION APCL73

“Salgamos de aquí”. No hizo falta nada más para convencerla .
Con la mano de él apenas apoyada en su espalda indicándole la salida , la progresiva descomposición de Emma se acrecentaba  por momentos .

Ante la sorpresiva presencia de ambos en manifiesta reacción de huida , la propietaria del O´Neill se limitó a resoplar y a gesticular con la cabeza como alguien que ha visto algo que no tiene remedio , como si se presagiase  la repetición de las mismas agoreras historias  del pasado más reciente .

Llegados al coche , abrió  la puerta del acompañante y la hizo subir asumiendo él la posición de conductor y saliendo de la ciudad a toda velocidad sin dirección definida . Sin tener el valor suficiente para mirarle , sí pudo sentirse observada por un Richard más preocupado de lo normal por algo que sólo él sabía .
Transcurridos apenas diez minutos , el vehículo se desvío hacia un camino de tierra que parecía llevar a lo alto de una colina .
Llegados a aquel destino improvisado  sólo quedó detener el motor y, dejando las llaves puestas en el contacto , salir del vehículo , aunque  por el momento  sólo él  lo haría  , alejándose unos pasos .


Tan hermoso como tenebroso  espejismo el que Emma apreció tras centrar sus ojos en la visión adelantada de aquel hombre . Una sombra oscura al que el frío y cortante viento  hacía oscilar su abrigo  en cuyos bolsillos protegía sus manos . 

Una sombra negra , grande e imponente, iluminada de forma tenue por las luces del coche y que  sin embargo , con su cabeza baja , mostraba a alguien familiar ,  la última imagen que ella recordaba de él .

Apenas unos críos a los que nunca se les permitió relacionarse en público .
Encerrado en el internado durante gran parte del año , solía regresar  a la casa durante las temporadas estivales a efectos de poder ayudar a su madre con algunas de las tareas del campo y  los caballos.

Ella , una niña inquieta que lo descubriera una tarde en la vieja cocina , sentado , sonriente y disfrutando  de la observación de la vieja cocinera que con tanto amor preparaba galletas caseras  y  con el que no cruzó palabra alguna  hasta días después , en las caballerizas , lugar al que solía ir en busca de refugio cuando su padre la gritaba y  le mostraba su lado más desagradable , lo que  por desgracia  resultaba más habitual de lo deseable.

Emma, angustiada , impotente , casi sin aire y sin razón,  entró aquella tarde en los establos  buscando en dónde refugiarse , en dónde esconderse del exterior  e incluso en dónde pasar la noche hasta que el sueño , en teoría reparador , le hiciese ver las cosas de diferente forma a la mañana siguiente .

Buscando el mejor sitio, en el último cajón , caminaba decidida hacia él cuando le pareció escuchar una voz que hablaba aparentemente sola . Ralentizando su paso, fue acercándose sin apenas hacer ruido  y al llegar , quedó agradablemente sobrecogida por la hermosa estampa  de aquel joven que además de años le superaba en altura , mientras le hablaba al más bello semental de las cuadras conforme  le cepillaba con sumo cuidado .
A cada pase del cepillo , su rostro de complacencia devocional  se acercaba para susurrarle algo que ella no conseguía escuchar  con el  aleteo de las orejas del equino  como agradecimiento.

Cada cepillado una nueva caricia . Cada caricia una nueva frase reconfortante con la que relajarlo.
Un movimiento pausado que se detuvo sólo por unos instantes en los que su cabeza pareció ladearse hacia lo que habría de estar detrás , pero de lo que no necesitó  jamás darse la vuelta para asegurarse.
Un cepillo que él desprendía de su mano para ofrecérselo a ella  sin dejar de observar al animal  y que Emma, tímidamente , recogió .

Sin reproches ni preguntas , acariciando la cabeza del animal, se deslizó por detrás de la niña para darle paso a que ella continuase en la labor tal y como había observado previamente que se hacía.

Sin palabras ni indicaciones . La chiquilla se limitó a colocarse el cepillo en su mano derecha  y a mirarle esperando alguna instrucción recibiendo, tan sólo ,  un gesto de asentimiento y otro para que procediese.

Los problemas desaparecían  tras cada descendimiento del cepillo por aquel hermoso y brillante pelo negro azabache . Los gritos y palabras ofensivas de su padre  dejaron de resonar en su cabeza para ceder el  paso a una paz inmensa a la que era transportada con cada caricia ejecutada sobre la piel de aquel bello animal.

Una observación, ahora ejercida de forma atenta  por él , ante el rostro de satisfacción de la joven  que parecía disfrutar de aquel instante  de evasión como de nada más en este mundo.

Unos ojos casi devotos que se encontraban siempre que les era posible en el mismo sitio tras concertarlo a hurtadillas con mensajes dejados siempre en la cocina ,  debajo del mismo tarro de cerámica que aguardaba el azúcar   y que en más de una ocasión la Sra. Mildred encontró  reprochando   a su hijo  lo que pasaría si fuesen descubiertos .

No. No se les permitía relacionarse y no sólo por una cuestión de posicionamiento social . Las relaciones nunca fueron fáciles entre ingleses e irlandeses  y durante mucho tiempo, el recrudecimiento de éstas , provocó la generación de costumbres  como la de no poder confraternizar  o que los segundos  jamás pudiesen poseer nada con derechos .
Mal vista las relaciones mixtas , inclusive las de amistad , para muchos ingleses  sólo se trataban de “mulos de carga” aptos para el trabajo en el campo , duros y resistentes  amén de baratos ,  garantizándose incluso la ausencia de pleitos y problemas ante la posibilidad de que la policía británica apareciese en la casa fruto de una  denuncia .

No. No se les permitía siquiera tratarse con confianza  y casi sin imponer regla alguna , Richard evitó , en la medida que le fue posible , coincidir con ella , haciéndolo sólo cuando no había más remedio o se le ordenaba , tratándola con la distinción y la distancia debida en ese caso, como la señorita de buena posición que se supone que era . 

Tardes enteras de evasión tras las páginas de algún libro postrados debajo del más frondoso árbol que pudieran encontrar , siempre lejos de las miradas indiscretas e inoportunas , siempre lejos de la casa .

Mañanas en las que antes de amanecer, cuando aún no se esperaba la luz del sol, ella aparecía en los establos para ayudarle a preparar  el caballo de su padre  y disponerlo para su uso una vez éste hubiese desayunado .

No. No se les permitía relacionarse , ni ser amigos , ni siquiera dirigirse el uno hacia el otro , especialmente  en lo que respecta a él , y aún menos  se le permitía mirarla .
“Insanos de sangre enferma” o “mala sangres”, “indignos”… palabras , calificativos que los adultos a menudo utilizaban delante de ella para referirse a ellos , a los irlandeses que trabajaban  y convivían en aquella casa mientras Emma   , en silencio, aguardaba su rabia tan sólo de pensar que se referían, en esos términos tan despectivos y déspotas , hacia la mujer  que más cariño le profesaba  y a su hijo.

No se la permitía mirarla tan siquiera   y sin embargo él nunca pudo evitarlo  haciendo que aquellos ojos , aquella forma de dedicarle su atención, no se le olvidara con el paso de los años .

Una forma de mirarla  que ahora lograba identificar con exactitud muy a pesar de él.

Emma salió del coche colocándose a su lado.

-       Había algo cordial y familiar en ti la primera vez que nos vimos – pausó sus palabras tratando de entender por sí misma -  ¿por qué?

Ante aquella pregunta , su cabeza gacha, de pelo frondoso y oscuro y perfil aterciopelado por la barba ,  fue elevada hacia el cielo  mientras su pecho se llenaba de aire  antes de pronunciar una sola palabra .

-       ¿ Y por qué no?

El sonido de su voz parecía mostrar cierta tristeza  y sin embargo,   su aspecto parecía dignificarse con un orgullo innato que le convertía en alguien incapaz para mostrarse de otra forma . Las palabras dichas a continuación sólo  le confirmarían a Emma sus impresiones.

-       Cuando te vi entrar en la taberna,   sentí ese frío desagradable  que parece caerte por sorpresa mientras permaneces como desnudo , abarcándolo  todo , adentrándose. 

Tristeza y desgarro sin poder especificar cuál de los dos sentiría en mayor grado. Una visión tan inesperada como a priori desagradable fue en lo que se convirtió ella aquel día , una realidad a la que enfrentarse  lo que era en este instante.

-       ¿Por qué has tenido que volver ?- Le espetó girando su rostro hacia ella –

Parecía molesto , ofuscado .

-       Ya lo sabes . –Le contestó ella tratando de entender su cambio de actitud -.
-       ¿En serio eres tan buena abogada como dices ?

Aquella pregunta la descolocó y ante la evidencia en su rostro él decidió continuar .

-       O ¿es qué sólo no puedes mentirme? , como antaño.

Encontrarse después de tantos años en frente de una de las pocas personas ante la que se mostraba vulnerablemente transparente la desarmaba de argumentos. Richard siempre supo calarla desde el principio. Captar con una sola mirada , la cual nunca dejó de depositar en ella, por muy prohibido y vigilado que estuviese , qué sentía o cómo reaccionaría y así poder actuar en consecuencia .

El silencio pasó a ser el protagonista  entre ambos , sólo soslayado por el sonido entrecortado de una respiración nerviosa fruto del frío reinante .

A él apenas le afectaba   porque en aquel instante se sentía incapaz de sentir nada , sólo una mezcla extraña de rabia e impotencia  inexplicablemente exagerada , sin motivo aparente  y que le costaba mucho contener.

       -Será mejor volver al coche . – afirmó con determinación  la voz masculina  antes de dirigirse , solo, hacia el vehículo.

Antes de que ella decidiese regresar a su lado  volvió su cabeza hacia el oscuro horizonte , dónde las nubes bajas presagiaban lo peor de una noche harto complicada y en la que el frío continuaba siendo el protagonista conforme avanzaban los minutos.
Al volverse , comprobó que le tocaría ser ella quién condujese su coche . Richard había decidido ocupar el asiento del acompañante, fijando su vista hacia el exterior a través de la ventanilla, nunca al frente .

Cuando se hubo subido al vehículo , alcanzó las llaves  situadas en el contacto dispuesta a girarlas , pero una nueva  e incómoda pregunta de él , la detuvo .

-       ¿ Sra .Bowman?

Emma tragó saliva como pudo .

-       ¿Bennet?

Él continuaba sin girarse. Había algo que le imponía no hacerlo, mientras ella se limitaba a centrarse en el contacto del coche  autoconvenciéndose de que debía respirar con tranquilidad .

-       El segundo apellido de mi madre . Algo obligado para que tu padre me contratara . ¿ Madre soltera ,  irlandesa, en aquellos años? Demasiadas explicaciones .

Y era cierto . De hecho, ni se las contrataba porque algo así era sinónimo de problemas , aunque la realidad distaba mucho de las habladurías y las creencias de los señoritos de las grandes casas.

Tratando de respirar hondo sin que él se diese cuenta , consideró la necesidad de darle una respuesta .

-       Me casé , hace casi cinco años .

Y su puño, aquel que más cercano tenía a la puerta a través de cuyo cristal buscaba algo en lo que centrarse , se cerró fuertemente. Extrayendo fuerzas de esa misma sensación de rabia interior que se había apoderado de él continúo preguntando .

-       ¿Y cómo es qué no está aquí? Contigo

La mano que Emma conservaba aferrada al volante pareció endurecerse en él , sin querer soltar , como un apoyo en un barco que se hunde .

-        No vendrá.

A cada palabra dicha  el ahogamiento por los recuerdos la atoraba .

-       Quizás sea mejor que no haya aparecido . Me pregunto qué cara se le quedará a Wadlow cuando se entere.

Reprimiendo sus ganas de llorar  sólo para que él no la viera así  , sólo  le quedó aferrarse más aún al volante como alguien a un salvavidas en medio de un océano en tormenta . 

-       No creo que cambie demasiado . – De  nuevo respiró hondo antes de seguir hablando - Está muerto . - Volvió a respirar hondo - Murió hace dos años .

Y la mano que se mantenía aferrada a la puerta del coche , aquella cuyos dedos se clavaban en el interior dejando su marca , aflojaron por sí solos ante semejante respuesta , dejándole sobrecogido.

La sensación de rabia abrazó la posibilidad de sentir compasión por ella . Aquella sequedad en sus últimas palabras denotaba que no había ni era fácil haberle dado aquella respuesta . Sólo entonces se hubo planteado que haberla provocado a hablar de ello, sin saber , podría no haber sido una buena idea .

Tratando de arreglarlo en cierta forma intentó mostrarse comprensivo .
Dejó de mirar a través de la ventana para centrarse , sin éxito en cuanto a correspondencia se refiere , a quien había emitido aquellas palabras con dolor y esfuerzo mientras , en silencio ,  la que confesaba su solitaria realidad  , se limitó a continuar girando la llave , arrancar el coche y conducir para regresar  al mismo lugar del que habían partido , la taberna.

-       Emma …. – pero ella le interrumpió-.
-       Déjalo , será mejor volver .


No hubo una continuación , ni despedidas cuando ella detuvo el vehículo en el exterior  del local  y oyó la puerta cerrarse tras  un instante en el que la observaba sin saber qué decir . Se limitó a continuar su vuelta a casa , después de todo , nada podría hacer hasta que llegase la fecha , hasta que pasase la semana .

Días que  no parecían querer marcharse deprisa  y sin embargo la agobiaban. Días  en los que el reloj había dejado de marcar las horas .
Días en los que pasaba las horas muertas encerrada en su habitación, mientras Alice deambulaba preguntando por ella a cada instante  aunque sin atreverse a molestarla .

Para la pequeña de la familia , la señora de la casa durante todo este tiempo, aquella situación resultaba ser un pequeño triunfo. A juicio de su frágil mente , su hermana se estaba dando por vencida , y las ganas con las que había venido  se aletargaban y desaparecían cada día que pasaba encerrada en su habitación.  Ni aun cuando redujo sus comidas a un ligero desayuno y apenas un tentempié durante el almuerzo , la pequeña de las hermanas se dignó a acudir a su dormitorio  para asegurarse de su estado. Una palabra de la joven de servicio le bastaba como informe diario y sabiéndola con vida  todo lo demás sobraba.

Días en los que la lluvia convertía la tierra en un lodazal y que Emma observaba crecer  y secarse desde una de sus ventanas , dejando que el tiempo pasase ,  con la vista puesta en las maletas que con ella vinieron y que se encontraban depositadas en la parte alta del armario como signo evidente de que  habría de comenzar de nuevo , una vez más .

Y el último día llegó. La semana llegó a su fín  y desde bien temprano, apenas  recién comenzado a amanecer , sin haber dormido nada la noche anterior, en su haber , Emma había dispuesto  una determinación.

Tomando una ducha fría a fín de que el agua , congelada en extremo, le refrescase las ideas  y suavizase la sensación de cansancio, se vistió y volviendo a coger el coche de nuevo , su dirección de destino era en parte su casa , aquella que conocía tan bien ,    la ciudad de la que provenía , Londres . ¿La ubicación precisa? La casa de subastas  situada cerca de Regent Park, la única  en todo Londres que se especializaba en sacar del mercado , por la vía rápida , este tipo de propiedades nada fáciles de vender   y menos si conllevaban deudas  o gastos excesivos .
A su favor,   la propiedad contaba con su fama de antaño ,  buenas tierras para ciertas producciones  pero sobre todo  su exquisita excelencia  en cuestión de pastos naturales para la crianza sana de animales .   Con amplios terrenos y hasta una pista de entrenamiento para caballos de carreras  y otro espacio  acotado para doma , pese a sus cargas , la finca resultaba más atractiva que muchas otras  de similares características siendo aceptada para proceder con ella , en pública subasta , por tales y especiales circunstancias.

Citados para el evento sobre las diez y media de la mañana , éste daría comienzo  a las once en punto .Sólo los titulares de las propiedades protagonistas del mismo y los interesados debidamente acreditados  previamente    podrían acceder al interior  del salón destinado a tal efecto .

Conocedora del protocolo establecido para este tipo de subastas , sus posibilidades de poder adentrarse casi conformaban una odisea difícilmente superable , no obstante , haría todo lo que estuviera en su mano porque la dejasen pasar.

Aun conservando en su interior una ligera aunque lejana esperanza de que todo se detuviese , la carga por saberla concedida al mejor postor y poder ver su rostro de satisfacción , incrementaba su angustia por no saber qué sería lo que le depararía a todo aquello que la vio crecer y de lo que tuvo que despedirse con tan sólo una mirada atrás.

Llegada  a la puerta  , observó que alguien  bien pertrechado revisaba , en una lista , la identidad de los asistentes que iban apareciendo con una tarjeta en la mano .
Esperando pacientemente a un milagroso instante de despiste , puesto que nadie más se encontraba en la puerta ,  éste llegó en forma de una indicación personalizada del lugar del encuentro a dos caballeros que más parecían  acudir a la ópera que a un acontecimiento en el que una propiedad se arrebatase a su dueño.

Aprovechando ese momento de soledad y no vigilancia , se adentró a toda prisa tratando de conservar la más fina de las composturas una vez en su interior.

Con no demasiados asientos , la sala en cuestión no daba pie a no ser vista , especialmente porque el hecho de ser la única mujer habida en ella  la hacía un objetivo fácilmente identificable, por lo cual optó por quedarse en el fondo de la misma .

Sentados todos aquellos caballeros supuestamente distinguidos y tan dignos que pareciera que algo les sostenía la espalda  dada su rectitud, el sonido del mazo sobre el taco de  madera  situado en el atril supuso el pistoletazo de salida a aquella interminable jornada  en la que otras propiedades habían sido  adjudicadas previamente .  Hora y media después , como colofón, tocaba el turno de la suya.

El director de la subasta cambió repentinamente.  Un señor de unos sesenta años  y pelo cano pasó a ocupar el lugar del que hasta entonces había ejercido de maestro de ceremonias.
Tras depositar unos documentos en el atril procedió a leerlos . En ellos se relataban , con todo lujo de detalles  hasta  las características más ínfimas  de la propiedad ,  incluyendo los beneficios aportados en sus años de bonanza y los éxitos  deportivos de los ejemplares equinos criados y entrenados en la misma.

Cuando la narración hubo terminado , un nuevo mazazo daba píe al verdadero comienzo de la transacción y pese a ello, Emma continuaba conservando la esperanza  de que no resultase interesante para nadie y que  no hubiese pujas  por ella , esperanza que se acrecentaba por sí sola con el paso de los segundos más silenciosos que jamás había presenciado tras resonar el ridículo  precio de salida .

Era imposible que aquello estuviese sucediendo de verdad pensó, que nadie la quisiera , y sólo deseó que  la cifra se rebajase tanto como para quedar desierta por falta de interés real.
Una nueva rebaja acometida y dos vanos intentos por elevar la mano de dos de los presentes hicieron reaparecer la impaciencia y los nervios , pensando únicamente en que dos únicos intentos por pujar bastarían para posiblemente animar a muchos más virtuales compradores obteniendo como resultado un  único beneficiario:    Wadlow , mientras a ella sólo le quedaba ver como lo perdía todo . 

Una tercera rebaja en la cifra , una mano que se elevaba  nuevamente y una voz que sobresalía desde su derecha  y , que en voz en grito , detenía la subasta .
Una voz reconocible  que no quiso creer que fuera cierto que hubiera escuchado y menos aún con aquel mensaje .

Sujetándose fuertemente a la columna en la que se encontraba apoyada  giró su cabeza hacia el lugar del que procedía dicha  voz, encontrándose con la mirada imponente y los ojos extraños de  William Wadlow Jr.

Tras cruzar su visualización  con ella  sin musitar palabra alguna , se acercó con paso firme hacia el atril para intercambiar algunas palabras con quién ejercía las labores de director de la subasta . Una firma ejercida a posteriori dio píe a que ésta se suspendiese oficialmente y él, tan decidido como se había personado en el lugar , regresase por el mismo camino  desde el que había partido bajo la atenta  mirada de la única persona allí presente a la que realmente esto le importaba . 

No volvieron a encontrarse sus ojos . Apostada en el mismo sitio , le vio pasar a su lado colocándose los guantes y el sombrero conforme iba avanzando , sin que se dignase volver a mirarla. .

Con el resonar de sus zapatos sobre el frío suelo aún en sus oídos , cuando logró reaccionar,   fue detrás  suya . No sabía qué decirle ni cómo acercarse pero sabía que debía hacerlo dado lo que acababa de presenciar . Necesitaba una explicación.

Tras buscarle entre el gentío,   halló aquella figura de porte negro impoluto y paso presto que parecía querer huir a su manera  pero con un destino cierto.
Emma comenzó a correr hacia él con todas las fuerzas que sus piernas le dejaban , esquivando a quiénes se interponían y le obstaculizaban la visión.
Perdido hasta en tres ocasiones y vuelto a reencontrar , asfixiada , tuvo que presenciar una cuarta pérdida . Esta vez sí parecía definitiva . Por más que su cabeza girase en círculos , por más que sus ojos buscasen el más mínimo atisbo de su presencia , no le hallaba , hasta que sintió la necesidad de detenerse .  Miró hacia su derecha , al otro lado de la calle , junto al escaparate de una de las tiendas más antiguas de sombreros  por encargo hechos a mano . 
Wadlow aguardaba de pie , observándola mientras se recolocaba los guantes de piel negro abotonados en la cara interna de las muñecas.  

Aquella forma de mirarla podría hacer pensar que sobraban todas las palabras . Sus facciones demostraban disconformidad consigo mismo  y  posiblemente , sólo posiblemente , se estuviese cuestionando el porqué de algunas decisiones.

Creyéndose en cierta medida en deuda con él y ante la inviabilidad de que cruzase , miró a ambos lados de la calle y aprovechó para ir a su encuentro  , pero justo cuando se situó en mitad de la vía , William comenzó a andar de nuevo , aunque esta vez con un destino mucho más cercano , una cafetería .

Adentrándose en el local sólo pocos instantes después  que él ,  le buscó entre todos los clientes  reconociendo su espalda en uno de los privados más apartados . 
Señalándole hacia dónde se dirigía  a la señorita que recibía en la puerta , apenas  distaban unos pasos entre ambos cuando él, con su mano  , la invitaba a tomar asiento .

Sentado con una corrección absoluta , leía con aparente interés los titulares de la portada de un periódico mientras tomaba una taza de té. Apenas  un minuto después , una camarera, con una taza de chocolate bien caliente en una bandeja , se dirigió presta hacia donde ellos se encontraban .  
Con absoluta distinción , dio un   nuevo sorbo , depositó la taza en su plato , dobló el periódico a la mitad y lo dejó a un lado ,  mientras la empleada de la cafetería depositaba la taza del dulce manjar delante de su acompañante femenino . 

Impertérrito  continuó bebiendo mientras se percataba , con suma atención ,  como su  invitada pareciese  querer  una respuesta que él no estaba dispuesto , a priori, a facilitarte , al menos  no con tanta rapidez.

-       Toleré que dejase enfriar el que le ofrecí en mi casa dadas las circunstancias en las que se produjo ese encuentro, pero  me molestaría profundamente que repitiese su actitud  con el que le acaban de traer , de  la misma procedencia , por cierto.

No iba a ponérselo nada fácil. En su rostro se reflejaba casi la intencionalidad de comenzar una especie de juego a dos en el que una disculpa por parte de ella podría ser el mejor comienzo , pero ¿ una disculpa por qué?

Sin encontrar aún la forma de introducir alguna palabra coherente que no le pareciera ofensiva o inoportuna , optó por comenzar a saborear lo que le había pedido , un delicioso chocolate de origen belga con un ligero aroma y sabor a limón, sin exageraciones , lo justo y preciso para dirimir y suavizar su fuerte sabor.

Cogiendo la taza con ambas manos y  haciéndose con el espeso contenido a  pequeños sorbos , su mente dejó de intentar trabar las frases completas  mientras sus oídos escucharon al oponente .

-       Ya que veo que no encuentra las palabras con las que expresarse , le facilitaré alguna forma de organizarlas. Seré claro, puesto que no sé hacer las cosas de otro modo. No acostumbro , por simple interés , a  prodigarme en este tipo de... digamos ...detalles , pero tras pensarlo mucho  y realizar las consultas oportunas  he estimado que ésta sería la salida , al menos provisional, que más beneficiosa pueda resultarme . – Los ojos femeninos , abiertos de par en par , le prestaban toda la atención que merecía por encima del filo de la taza mientras continuaba bebiendo , haciéndole interiorizar cierta sensación de agradabilidad -  No le negaré que su determinación, mostrada tan hábilmente en mi casa el otro día , no haya tenido nada que ver . Ciertamente no sé cómo será como abogada,  pero sabe venderse y mostrar una seguridad realmente implacable.

El temblor comenzó a poseer sus manos  y la taza parecía oscilar entre sus dedos . Trató de controlarse , no quería parecer emocionada  y sin embargo,  la sensación de dicha y de respiración eufórica la invadían.

-       A partir de hoy , tendrá doce meses para saldar la deuda de mi padre , incluyendo los intereses. – Verla soltar la taza en el plato y que una extraña sonrisa a medias pudiese implicar  cierta satisfacción  le hizo continuar explicándose – Pero …

Emma  respiró   pero aún no sabía como agradecérselo , ni por qué. ¿Qué le motivaba a cambiar de opinión? ¿Qué había sucedido desde que se vieran en su casa?  ¿Cuál era el “pero “ que faltaba en la ecuación?

-       Sí llegada la fecha el pago no es dispuesto - El “pero” había aparecido .  Nada era por casualidad . Nada resultaba gratuito  y sus ojos , clavados en los de ella , la hicieron tensarse -  la promesa a la que quedó vinculada la misma  deberá cumplirse .

“La promesa “ El peor de los peros posibles , la peor de las condiciones . Una presión extra con la que  trabajar nada deseable  pero real y a la que por desgracia tenía derecho , aún en los tiempos que corrían.

La taza fue depositada con cuidado en su plato mientras ella , en su interior , no podía creer lo que acaba de escuchar . Toda la alegría vivida  tan sólo hacía unos instantes   contrastaba con el frío que recorría su espalda mientras le veía en frente suya , con su altanero gesto triunfal del que se sabe vencedor , al igual que su padre , que no osaba dar por perdida ninguna mano hasta que todas las cartas desaparecían o él determinaba su final con la última palabra .

Al menos a su padre se le veía venir . Resultaba desagradablemente claro en sus deseos y caprichos  pero  jamás hubiera mezclado , de forma tan sutil, el concepto de rentabilidad con la  ejecución de una  promesa de matrimonio, sobre todo , cuando sus expectativas sobre el género femenino distaban de convencionalismos y formalismos varios .

Pero su hijo era diferente y se notaba . Su forma de imponer ,  la distinción de llevar su apellido a cuestas  casi lo hacía ser más frío y cruel que su padre ,  asestando la puñalada suavemente para después empujar con ambas manos sin que el oponente pueda defenderse.

Seguridad y determinación como pocos   sabía lo que decía y  el objeto de su propuesta , pero ello descolocó a  Emma más si cabe . ¿Cumplir con el deseo de su padre por interés o por vanagloriarse de una simple satisfacción personal ? No entendía su motivación real  y más proviniendo de alguien que no conocía y  que en teoría se sabía casada , desconociendo que en realidad el campo permanecía abierto y sin problemas.  Poco parecía importarle que alguien más se interpusiera . Estaba segura de que él encontraría la forma de deshacerse de todo y dejar el campo allanado , dispuesto para él.

No. Las palabras no fluían  y a la voz tampoco se le vio la intencionalidad .

Sin poder siquiera continuar tragando , su mirada se tornó angustiosa aunque seria  y él ,  sabedor  de que aquello le había caído como una jarro de agua helada ,decidió expandir el regusto del vencedor a costa de saciar su curiosidad  .

-       ¿Sorprendida ?

¿Cómo contestarle sin que pensara que se sentía derrotada en el fondo, aunque sólo fuera momentáneamente? Toda su vida se determinaría en un solo año . Toda su vida…..por la razón que la hizo marcharse .

Tratando de disimular , guardó la compostura y apoyó la espalda en la silla . Limpiándose las comisuras de los labios con la servilleta ,  con sumo cuidado , la colocó encima de la mesa , al lado del plato , respiró hondo aunque más despacio de lo normal para que Wadlow no se percatara y,  entrelazando los dedos de sus manos , se dispuso a contestarle ,  al nivel requerido .

-       A su juicio ¿Cree que debería ?

Aquella pasividad por parte de él la imponía y enfermaba . No soportaba aquella apariencia de consabida seguridad .

-       No lo sé . No me precio de conocerla lo suficiente como para saber la respuesta , aunque mi instinto me dice que más que sorprendida  pudiera estar algo descolocada con mi propuesta .

¿Propuesta? , pensó una Emma cada vez más encendida por dentro .  Aquello no era una propuesta , era una condena sin remisión si todo no salía como debía  y más cuando demasiadas circunstancias externas podían dar al traste después de meses de trabajo.

-       Nunca he olvidado que no se trata más que de negocios .  Su padre ya dio  en el pasado  buenas muestras de su capacidad para negociar y de su sobrada habilidad para vender propuestas , como usted las llama, absolutamente irrechazables , especialmente cuando las circunstancias no le son propicias al que se las ofrece  . Una salida a su mala fortuna – fue adelantando su cuerpo ante la suma atención de él -  convertida en una esclavitud moderna y muy sutil bajo la cobertura de las mal llamadas “ costumbres inglesas  “. – Con ambas manos en los reposabrazos de la silla , la retiró y alzó su cuerpo – Sólo hay algo que parece olvidar en toda su más que brillante argumentación Sr. Wadlow, es cierto , usted no es su padre , es más habilidoso , discreto y sabe disimular mejor sus cartas , lo que le convierte en un digno contrincante  en cualquier partida , pero yo ya no soy la chiquilla de 15 años que se marchó de casa , no soy la que huyó para que no la sometieran , pero mi espíritu sigue siendo el mismo. ¿Usted lo quiere así  ? Así lo tendrá , pero mientras las fuerzas no me fallen  y le aseguro que no lo harán, la deuda será saldada dentro de un año de la misma forma que se generó. Dinero se debe , dinero será lo que se entregue. Buenos días .

Dada la vuelta con la intención de marcharse  y no mostrándose Wadlow aún lo suficientemente satisfecho , le profirió la última cuestión que la haría detenerse y girarse de nuevo hacia él .

-       Brillante .  Una argumentación impecable y realmente magistral , pero esto no son las salas de justicia a las que está acostumbrada Srta. Aldrich y el  campo no es controlable ni predecible . Sinceramente , no creo que haya sabido jamás dónde se metía  regresando.

-       No volveré a repetirme  Sr. Wadlow. Es cierto que esto no depende de circunstancias humanas y que su resultado es impredecible , pero como dijo antes , no me conoce lo suficiente ni sabe de lo qué soy capaz por sobrevivir .  No debería subestimarme . Reitero lo dicho , dinero se le debe , dinero se le pagará.

Sin mirar hacia otro lado que no fuera la puerta ,  se dejó llevar por sus pasos hasta la calle  dejándole a él disfrutando de éste , su momento.

Necesitaba correr, gritar, desaparecer. Al volver, había asumido por entero que esa posibilidad existía pero no que pudiera reclamarla alguien que a priori y sin entender el interés real no parecía necesitarlo .

Necesidad de actuar  porque el reloj, parado hasta entonces , ha vuelto a dejar circular sus agujas . Necesidad de llevar a cabo todo lo planeado  y de recuperar , ahora sí , al equipo de trabajo que la tuvo en alza durante años . Necesidad de devolverle su esplendor .  Necesidad ... de  recuperar su libertad.


La tarde se transformaba en casi una tempestad constante de frío y agua  que el viento dirigía a su antojo.

Pasos en  las solitarias y empedradas calles de Ulverston . Botas de montaña que reanudan sus andares  por caminos ya conocidos   , lugares familiares pero que hace mucho tiempo que no se recorrían.

En el O´Neill, los clientes habituales departían entre jarras de deliciosa cerveza de malta y risas . La gerente , ejerciente de camarera fija todos los días , con su habitual buen hacer , ordenaba las neveras reponiendo bebidas .

La puerta se abrió de golpe  empujada por el viento  y la dueña de la taberna alzó su cuerpo para comprobar quién era. Un hombre alto , con abrigo polar  y cabeza cubierta por una capucha que apenas dejaba entrever el mentón ,  cerraba la puerta con una gran mochila a cuestas.

El silencio se hizo de pronto en la estancia como solía ser habitual cada vez que llegaba un desconocido , el cual, se quitó el bulto que portaba para dejarlo en el suelo conforme se acercaba a la barra , retirándose la capucha al llegar.

-       Buenas tardes .- dijo mientras se abría  el abrigo –

Su acento  , reconocible , hizo que la gerente se relajase en cierta medida .
Al sentirse observado , se giró para saludar también a quiénes , con curiosidad , le observaban . A continuación, con una sonrisa complaciente , casi tímida , se dirigió a quién atendía detrás de la barra .

-       ¿Qué le sirvo? - Preguntó toda dispuesta ella -.
-       Una pinta por favor.

Tras servírsela y no dejar de prestarle atención curiosa  , le preguntó a fin de respaldar la repuesta que ya  creía conocer .

-       Usted no es de por aquí  pero ... su acento…. Le delata .

La sonrisa  complaciente y la excesiva amabilidad hicieron que el hombre  tratase de estar a la altura de la recepción.

-       Supongo que por muchos años que uno pase fuera ... lo auténtico con lo que se nace permanece.

Tras beber el contenido del vaso, la mujer se lo retiró  y se dispuso a servirle otra .

-       A ésta le invita la casa .

La incipiente sonrisa de la mujer pasó a ocuparle gran parte de la cara . Se sentía inmensamente tranquila y feliz por una razón que sólo ella sabía a ciencia cierta  y que él creía deducir a juzgar por el que a ella le escuchaba y el entorno en dónde se encontraba , comenzando a sentirse mucho más relajado y en confianza .

-        Lo que me pregunto es lo qué un joven con ese porte y esos ojos ha venido a hacer a Ulverston. – Le preguntó sin dejar casi de insinuársele de forma directa y muy descarada , algo que no resultaba ningún problema para una mujer desinhibida como ella -.

Tras sonreírle casi por compromiso , aparentando una amabilidad inusitada y mucho encanto innato , le dispuso el motivo de su recalar en la ciudad .

-       Quizás usted pueda ayudarme .  Estoy buscando trabajo, algo temporal, no pretendo establecerme . Sólo estar lo justo para poder reanudar mi camino.

Sobre las puntas de sus pies , la dueña del O´Neill de pronto apareció más alta , echando prácticamente su torso sobre la barra delante de él , buscando con los ojos el petate con el que había entrado.

-       Así que ... de paso .

Sin que el  extraño tuviese la menor intención de desplazar su cuerpo ante tal acoso , dejó que la mujer disfrutara de la visión que parecía embelesarle  esperando así conseguir una pronta respuesta .

-       Sí. Así estoy, nunca me detengo demasiado tiempo , me gusta cambiar.

Siguiendo la dirección de los ojos de la buena mujer , el desconocido observó que  éstos llevaban detenidos , hacía rato, en sus genitales , así que tratando de recuperar la atención de la misma , disimuló carraspeando.

La gerente levantó la cabeza y retrocedió tratando de recomponerse .

-       La casa de la colina . La mansión Aldrich. Creo que allí podrá encontrar algo pero antes deberá hablar con Bennet.

El hombre , aunque disimulase , mostró interés por el nombre pronunciado.

-       Fue su antiguo capataz y ahora volverá a serlo , para su desgracia y la de media ciudad . Esa maldita familia acabarán con todos  y no será la primera vez.  
-       ¿Y dónde puedo encontrar al señor  Bennet?

La sonora carcajada de la mujer hizo que el resto de clientes  dejasen de hablar para centrarse en saber qué estaba ocurriendo en la barra . 

-       ¿El señor Bennet ? - continuó riéndose profusamente – Me permitiré darle un consejo y gratis , atrévase a llamarle señor  y su vena irlandesa hará que le deje los nudillos tatuados en su barbilla, aunque usted … ya sabe cómo se las gastan nuestros hombres ¿verdad ?

Se limitó a  sonreírla .

-       Será mejor que pase la noche aquí y mañana por la mañana  se dirija a la casa , de todas formas  - miró el reloj situado en la pared  - si no falla debe estar al llegar , con suerte podrá hablar con él esta noche .

El hombre asintió complacido .

-       Gracias .
-       Espere que le busco la llave de la habitación más decente  que tengo. – y se alejó hacia el fondo de la barra  , adentrándose en una habitación de la que saldría pocos segundos después ._ Aquí tiene . Es arriba , la última puerta del fondo . – Él hizo el amago de sacar la cartera para pagarle cuando ella le detuvo poniendo una de las suyas encima – Ni se le ocurra . Vaya a descansar , ya habrá tiempo mañana para arreglar cuentas .

Una sonrisa , la mejor respuesta de agradecimiento por  una bienvenida inesperada .

El macuto en una mano para disponerlo sobre uno de los hombros  y la llave en la otra .  Una vez en el interior de la habitación, dejando el bulto encima de la cama , una visión, a través de la ventana , de una noche que se oscurecía  por momentos y un solo pensamiento.

-       Por fín en casa.

Ana Patricia Cruz López
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