LA TEMPESTAD
“Salgamos
de aquí”. No hizo falta nada más para convencerla .
Con la
mano de él apenas apoyada en su espalda indicándole la salida , la progresiva descomposición de Emma se acrecentaba por momentos .
Ante la
sorpresiva presencia de ambos en manifiesta reacción de huida , la propietaria
del O´Neill se limitó a resoplar y a gesticular con la cabeza como alguien que
ha visto algo que no tiene remedio , como si se presagiase la repetición de las mismas agoreras
historias del pasado más reciente .
Llegados al coche , abrió la puerta del acompañante y la hizo subir asumiendo él la posición de conductor y saliendo de la ciudad a toda velocidad sin dirección definida . Sin tener el valor suficiente para mirarle , sí pudo sentirse observada por un Richard más
preocupado de lo normal por algo que sólo él sabía .
Transcurridos
apenas diez minutos , el vehículo se desvío hacia un camino de tierra que parecía llevar a
lo alto de una colina .
Llegados
a aquel destino improvisado sólo quedó detener el motor y, dejando las llaves
puestas en el contacto , salir del vehículo , aunque por el momento sólo él
lo haría , alejándose unos pasos
.
Tan
hermoso como tenebroso espejismo el que
Emma apreció tras centrar sus ojos en la visión adelantada de aquel hombre .
Una sombra oscura al que el frío y cortante viento hacía oscilar su abrigo en cuyos bolsillos protegía sus manos .
Una
sombra negra , grande e imponente, iluminada de forma tenue por las luces del
coche y que sin embargo , con su cabeza baja , mostraba a alguien familiar , la última imagen que ella recordaba de él .
Apenas
unos críos a los que nunca se les permitió relacionarse en público .
Encerrado en el internado durante gran parte del año , solía regresar a
la casa durante las temporadas estivales a efectos de poder ayudar a su madre
con algunas de las tareas del campo y los caballos.
Ella ,
una niña inquieta que lo descubriera una tarde en la vieja cocina , sentado , sonriente
y disfrutando de la observación de la
vieja cocinera que con tanto amor preparaba galletas caseras y con el que no cruzó palabra alguna hasta días
después , en las caballerizas , lugar al que solía ir en busca de refugio
cuando su padre la gritaba y le mostraba
su lado más desagradable , lo que por desgracia resultaba más habitual de
lo deseable.
Emma,
angustiada , impotente , casi sin aire y sin razón, entró aquella tarde en los establos buscando en dónde refugiarse , en dónde
esconderse del exterior e incluso en
dónde pasar la noche hasta que el sueño , en teoría reparador , le hiciese ver
las cosas de diferente forma a la mañana siguiente .
Buscando
el mejor sitio, en el último cajón , caminaba decidida hacia él cuando le
pareció escuchar una voz que hablaba aparentemente sola . Ralentizando su paso,
fue acercándose sin apenas hacer ruido y al llegar , quedó agradablemente
sobrecogida por la hermosa estampa de
aquel joven que además de años le superaba en altura , mientras le hablaba al más bello
semental de las cuadras conforme le cepillaba con sumo cuidado .
A cada
pase del cepillo , su rostro de complacencia devocional se acercaba para susurrarle algo que ella no
conseguía escuchar con el aleteo de las orejas del
equino como agradecimiento.
Cada
cepillado una nueva caricia . Cada caricia una nueva frase reconfortante con la que relajarlo.
Un
movimiento pausado que se detuvo sólo por unos instantes en los que su cabeza
pareció ladearse hacia lo que habría de estar detrás , pero de lo que no
necesitó jamás darse la vuelta para
asegurarse.
Un
cepillo que él desprendía de su mano para ofrecérselo a ella sin dejar de observar al animal y que Emma,
tímidamente , recogió .
Sin
reproches ni preguntas , acariciando la cabeza del animal, se deslizó por
detrás de la niña para darle paso a que ella continuase en la labor tal y como había
observado previamente que se hacía.
Sin
palabras ni indicaciones . La chiquilla se limitó a colocarse el cepillo en su mano
derecha y a mirarle esperando alguna
instrucción recibiendo, tan sólo , un gesto de
asentimiento y otro para que procediese.
Los
problemas desaparecían tras cada descendimiento del cepillo por aquel hermoso
y brillante pelo negro azabache . Los gritos y palabras ofensivas de su
padre dejaron de resonar en su cabeza para ceder el paso a una paz inmensa a la
que era transportada con cada caricia ejecutada sobre la piel de aquel bello
animal.
Una
observación, ahora ejercida de forma atenta
por él , ante el rostro de satisfacción de la joven que parecía disfrutar de aquel instante de evasión como de nada más en este mundo.
Unos ojos
casi devotos que se encontraban siempre que les era posible en el mismo
sitio tras concertarlo a hurtadillas con mensajes dejados siempre en la cocina
, debajo del mismo tarro de cerámica que
aguardaba el azúcar y que en más de
una ocasión la Sra. Mildred encontró reprochando a su hijo
lo que pasaría si fuesen descubiertos .
No. No se
les permitía relacionarse y no sólo por una cuestión de posicionamiento social
. Las relaciones nunca fueron fáciles entre ingleses e irlandeses y durante
mucho tiempo, el recrudecimiento de éstas , provocó la generación de
costumbres como la de no poder confraternizar o
que los segundos jamás pudiesen poseer
nada con derechos .
Mal vista
las relaciones mixtas , inclusive las de amistad , para muchos ingleses sólo
se trataban de “mulos de carga” aptos para el trabajo en el campo , duros y
resistentes amén de baratos , garantizándose incluso la ausencia de pleitos
y problemas ante la posibilidad de que la policía británica apareciese en la casa fruto de una denuncia .
No. No se
les permitía siquiera tratarse con confianza y casi sin imponer regla alguna
, Richard evitó , en la medida que le fue posible , coincidir con ella ,
haciéndolo sólo cuando no había más remedio o se le ordenaba , tratándola con
la distinción y la distancia debida en ese caso, como la señorita de buena posición que se supone que era .
Tardes
enteras de evasión tras las páginas de algún libro postrados debajo del más frondoso
árbol que pudieran encontrar , siempre lejos de las miradas indiscretas e
inoportunas , siempre lejos de la casa .
Mañanas
en las que antes de amanecer, cuando aún no se esperaba la luz del sol, ella
aparecía en los establos para ayudarle a preparar el caballo de su padre y disponerlo para su uso una vez éste hubiese
desayunado .
No. No se
les permitía relacionarse , ni ser amigos , ni siquiera dirigirse el uno hacia
el otro , especialmente en lo que
respecta a él , y aún menos se le permitía
mirarla .
“Insanos
de sangre enferma” o “mala sangres”, “indignos”… palabras , calificativos que
los adultos a menudo utilizaban delante de ella para referirse a ellos , a los
irlandeses que trabajaban y convivían en
aquella casa mientras Emma , en silencio,
aguardaba su rabia tan sólo de pensar que se referían, en esos términos tan
despectivos y déspotas , hacia la mujer
que más cariño le profesaba y a
su hijo.
No se la
permitía mirarla tan siquiera y sin embargo él nunca pudo evitarlo haciendo que aquellos ojos , aquella forma de
dedicarle su atención, no se le olvidara con el paso de los años .
Una forma
de mirarla que ahora lograba identificar
con exactitud muy a pesar de él.
Emma
salió del coche colocándose a su lado.
- Había algo cordial y familiar en ti la primera vez que nos
vimos – pausó sus palabras tratando de entender por sí misma - ¿por qué?
Ante
aquella pregunta , su cabeza gacha, de pelo frondoso y oscuro y perfil
aterciopelado por la barba , fue elevada
hacia el cielo mientras su pecho se
llenaba de aire antes de pronunciar una
sola palabra .
- ¿ Y por qué no?
El sonido
de su voz parecía mostrar cierta tristeza
y sin embargo, su aspecto
parecía dignificarse con un orgullo innato que le convertía en alguien incapaz
para mostrarse de otra forma . Las palabras dichas a continuación sólo le confirmarían a Emma sus impresiones.
- Cuando te vi entrar en la taberna, sentí ese frío desagradable que parece caerte por sorpresa mientras
permaneces como desnudo , abarcándolo todo
, adentrándose.
Tristeza
y desgarro sin poder especificar cuál de los dos sentiría en mayor grado. Una
visión tan inesperada como a priori desagradable fue en lo que se convirtió
ella aquel día , una realidad a la que enfrentarse lo que era en este instante.
- ¿Por qué has tenido que volver ?- Le espetó girando su
rostro hacia ella –
Parecía
molesto , ofuscado .
- Ya lo sabes . –Le contestó ella tratando de entender su
cambio de actitud -.
- ¿En serio eres tan buena abogada como dices ?
Aquella
pregunta la descolocó y ante la evidencia en su rostro él decidió continuar
.
- O ¿es qué sólo no puedes mentirme? , como antaño.
Encontrarse
después de tantos años en frente de una de las pocas personas ante la que se
mostraba vulnerablemente transparente la desarmaba de argumentos. Richard
siempre supo calarla desde el principio. Captar con una sola mirada , la cual
nunca dejó de depositar en ella, por muy prohibido y vigilado que estuviese , qué
sentía o cómo reaccionaría y así poder actuar en consecuencia .
El
silencio pasó a ser el protagonista entre
ambos , sólo soslayado por el sonido entrecortado de una respiración nerviosa
fruto del frío reinante .
A él
apenas le afectaba porque en aquel
instante se sentía incapaz de sentir nada , sólo una mezcla extraña de rabia e
impotencia inexplicablemente exagerada ,
sin motivo aparente y que le costaba
mucho contener.
-Será mejor volver al coche . – afirmó
con determinación la voz masculina antes de dirigirse , solo, hacia el vehículo.
Antes de
que ella decidiese regresar a su lado volvió su cabeza hacia el oscuro
horizonte , dónde las nubes bajas presagiaban lo peor de una noche harto
complicada y en la que el frío continuaba siendo el protagonista conforme
avanzaban los minutos.
Al
volverse , comprobó que le tocaría ser ella quién condujese su coche . Richard
había decidido ocupar el asiento del acompañante, fijando su vista hacia el
exterior a través de la ventanilla, nunca al frente .
Cuando se
hubo subido al vehículo , alcanzó las llaves
situadas en el contacto dispuesta a girarlas , pero una nueva e
incómoda pregunta de él , la detuvo .
- ¿ Sra .Bowman?
Emma
tragó saliva como pudo .
- ¿Bennet?
Él
continuaba sin girarse. Había algo que le imponía no hacerlo, mientras ella se
limitaba a centrarse en el contacto del coche
autoconvenciéndose de que debía respirar con tranquilidad .
- El segundo apellido de mi madre . Algo obligado para que tu
padre me contratara . ¿ Madre soltera , irlandesa, en aquellos años? Demasiadas
explicaciones .
Y era
cierto . De hecho, ni se las contrataba porque algo así era sinónimo de
problemas , aunque la realidad distaba mucho de las habladurías y las creencias
de los señoritos de las grandes casas.
Tratando
de respirar hondo sin que él se diese cuenta , consideró la necesidad de darle
una respuesta .
- Me casé , hace casi cinco años .
Y su
puño, aquel que más cercano tenía a la puerta a través de cuyo cristal buscaba
algo en lo que centrarse , se cerró fuertemente. Extrayendo fuerzas de esa
misma sensación de rabia interior que se había apoderado de él continúo
preguntando .
- ¿Y cómo es qué no está aquí? Contigo
La mano
que Emma conservaba aferrada al volante pareció endurecerse en él , sin querer
soltar , como un apoyo en un barco que se hunde .
- No vendrá.
A cada
palabra dicha el ahogamiento por los recuerdos la atoraba .
- Quizás sea mejor que no haya aparecido . Me pregunto qué
cara se le quedará a Wadlow cuando se entere.
Reprimiendo
sus ganas de llorar sólo para que él no
la viera así , sólo le quedó aferrarse
más aún al volante como alguien a un salvavidas en medio de un océano en tormenta .
- No creo que cambie demasiado . – De nuevo respiró hondo antes de seguir hablando
- Está muerto . - Volvió a respirar hondo - Murió hace dos años .
Y la mano
que se mantenía aferrada a la puerta del coche , aquella cuyos dedos se
clavaban en el interior dejando su marca , aflojaron por sí solos ante
semejante respuesta , dejándole sobrecogido.
La
sensación de rabia abrazó la posibilidad de sentir compasión por ella . Aquella
sequedad en sus últimas palabras denotaba que no había ni era fácil haberle
dado aquella respuesta . Sólo entonces se hubo planteado que haberla provocado a hablar de ello, sin saber , podría
no haber sido una buena idea .
Tratando
de arreglarlo en cierta forma intentó mostrarse comprensivo .
Dejó de mirar a través de la ventana para centrarse , sin éxito en cuanto a correspondencia se refiere , a quien había emitido aquellas palabras con dolor y esfuerzo mientras , en silencio , la que confesaba su solitaria realidad , se limitó a continuar girando la llave , arrancar el coche y conducir para regresar al mismo lugar del que habían partido , la taberna.
- Emma …. – pero ella le interrumpió-.
- Déjalo , será mejor volver .
No hubo
una continuación , ni despedidas cuando ella detuvo el vehículo en el exterior del local
y oyó la puerta cerrarse tras un
instante en el que la observaba sin saber qué decir . Se limitó a continuar su
vuelta a casa , después de todo , nada podría hacer hasta que llegase la fecha
, hasta que pasase la semana .
Días
que no parecían querer marcharse
deprisa y sin embargo la agobiaban. Días en los que el reloj había dejado de marcar las horas .
Días en
los que pasaba las horas muertas encerrada en su habitación, mientras Alice deambulaba
preguntando por ella a cada instante aunque sin atreverse a molestarla .
Para la
pequeña de la familia , la señora de la casa durante todo este tiempo, aquella
situación resultaba ser un pequeño triunfo. A juicio de su frágil mente , su
hermana se estaba dando por vencida , y las ganas con las que había venido se
aletargaban y desaparecían cada día que pasaba encerrada en su habitación. Ni aun cuando redujo sus comidas a un ligero
desayuno y apenas un tentempié durante el almuerzo , la pequeña de las hermanas se dignó a acudir a su dormitorio para asegurarse de
su estado. Una palabra de la joven de servicio le bastaba como informe diario y sabiéndola con vida todo lo demás sobraba.
Días en
los que la lluvia convertía la tierra en un lodazal y que Emma observaba
crecer y secarse desde una de sus ventanas , dejando que el tiempo pasase , con la vista puesta en las maletas que con
ella vinieron y que se encontraban depositadas en la parte alta del armario como
signo evidente de que habría de comenzar
de nuevo , una vez más .
Y el
último día llegó. La semana llegó a su fín y desde bien temprano, apenas recién comenzado a amanecer , sin haber
dormido nada la noche anterior, en su haber , Emma había dispuesto una determinación.
Tomando
una ducha fría a fín de que el agua , congelada en extremo, le refrescase las
ideas y suavizase la
sensación de cansancio, se vistió y volviendo a coger el coche de nuevo , su
dirección de destino era en parte su casa , aquella que conocía tan bien , la
ciudad de la que provenía , Londres . ¿La ubicación precisa? La casa de
subastas situada cerca de Regent Park,
la única en todo Londres que se
especializaba en sacar del mercado , por la vía rápida , este tipo de
propiedades nada fáciles de vender y
menos si conllevaban deudas o gastos
excesivos .
A su
favor, la propiedad contaba con su fama de antaño , buenas tierras para ciertas producciones pero sobre todo su exquisita excelencia en cuestión de pastos naturales para la
crianza sana de animales . Con amplios
terrenos y hasta una pista de entrenamiento para caballos de carreras y otro espacio acotado para doma , pese a sus
cargas , la finca resultaba más atractiva que muchas otras de similares características siendo aceptada
para proceder con ella , en pública subasta , por tales y especiales
circunstancias.
Citados
para el evento sobre las diez y media de la mañana , éste daría comienzo a las
once en punto .Sólo los titulares de las propiedades protagonistas del mismo y
los interesados debidamente acreditados
previamente podrían acceder al
interior del salón destinado a tal efecto .
Conocedora
del protocolo establecido para este tipo de subastas , sus posibilidades de
poder adentrarse casi conformaban una odisea difícilmente superable ,
no obstante , haría todo lo que estuviera en su mano porque la dejasen pasar.
Aun
conservando en su interior una ligera aunque lejana esperanza de que todo se
detuviese , la carga por saberla concedida al mejor postor y poder ver su rostro
de satisfacción , incrementaba su angustia por no saber qué sería lo que le
depararía a todo aquello que la vio crecer y de lo que tuvo que despedirse con
tan sólo una mirada atrás.
Llegada a la puerta
, observó que alguien bien
pertrechado revisaba , en una lista , la identidad de los asistentes que iban
apareciendo con una tarjeta en la mano .
Esperando
pacientemente a un milagroso instante de despiste , puesto que nadie más se
encontraba en la puerta , éste llegó en
forma de una indicación personalizada del lugar del encuentro a dos caballeros
que más parecían acudir a la ópera que a
un acontecimiento en el que una propiedad se arrebatase a su dueño.
Aprovechando
ese momento de soledad y no vigilancia , se adentró a toda prisa tratando de conservar
la más fina de las composturas una vez en su interior.
Con no
demasiados asientos , la sala en cuestión no daba pie a no ser vista ,
especialmente porque el hecho de ser la única mujer habida en ella la hacía un objetivo fácilmente identificable,
por lo cual optó por quedarse en el fondo de la misma .
Sentados
todos aquellos caballeros supuestamente distinguidos y tan dignos que pareciera
que algo les sostenía la espalda dada su
rectitud, el sonido
del mazo sobre el taco de madera situado en el atril supuso el pistoletazo de salida a aquella interminable
jornada en la que otras propiedades habían sido adjudicadas previamente . Hora y media después , como colofón, tocaba
el turno de la suya.
El
director de la subasta cambió repentinamente.
Un señor de unos sesenta años y
pelo cano pasó a ocupar el lugar del que hasta entonces había ejercido de
maestro de ceremonias.
Tras
depositar unos documentos en el atril procedió a leerlos . En ellos se relataban , con todo lujo de detalles hasta las características más ínfimas de la
propiedad , incluyendo los beneficios
aportados en sus años de bonanza y los éxitos
deportivos de los ejemplares equinos criados y entrenados en la misma.
Cuando la
narración hubo terminado , un nuevo mazazo daba píe al verdadero comienzo de la
transacción y pese a ello, Emma continuaba conservando la esperanza de que no resultase interesante para nadie y
que no hubiese pujas por ella , esperanza que se acrecentaba por sí sola con el paso de los segundos
más silenciosos que jamás había presenciado tras resonar el ridículo precio de
salida .
Era
imposible que aquello estuviese sucediendo de verdad pensó, que nadie la
quisiera , y sólo deseó que la cifra se
rebajase tanto como para quedar desierta por falta de interés real.
Una nueva
rebaja acometida y dos vanos intentos por elevar la mano de dos de los
presentes hicieron reaparecer la impaciencia y los nervios , pensando únicamente en que dos únicos intentos por pujar bastarían para posiblemente animar a muchos más virtuales compradores obteniendo como resultado un único beneficiario: Wadlow , mientras a ella sólo le quedaba ver como lo perdía todo .
Una
tercera rebaja en la cifra , una mano que se elevaba nuevamente y una voz que sobresalía
desde su derecha y , que en voz en grito
, detenía la subasta .
Una voz
reconocible que no quiso creer que fuera cierto que hubiera escuchado y
menos aún con aquel mensaje .
Sujetándose
fuertemente a la columna en la que se encontraba apoyada giró su cabeza hacia
el lugar del que procedía dicha voz, encontrándose con la mirada imponente y los ojos extraños de William Wadlow Jr.
Tras
cruzar su visualización con ella sin
musitar palabra alguna , se acercó con paso firme hacia el atril para intercambiar algunas palabras con quién ejercía las labores de director de la subasta . Una
firma ejercida a posteriori dio píe a que ésta se suspendiese oficialmente y
él, tan decidido como se había personado en el lugar , regresase por el mismo
camino desde el que había
partido bajo la atenta mirada de la única persona allí presente a la que realmente esto le importaba .
No
volvieron a encontrarse sus ojos . Apostada en el mismo sitio , le vio pasar a
su lado colocándose los guantes y el sombrero conforme iba avanzando , sin que se dignase volver a
mirarla. .
Con el
resonar de sus zapatos sobre el frío suelo aún en sus oídos , cuando logró reaccionar, fue detrás suya . No sabía
qué decirle ni cómo acercarse pero sabía que debía hacerlo dado lo que acababa
de presenciar . Necesitaba una explicación.
Tras
buscarle entre el gentío, halló aquella
figura de porte negro impoluto y paso presto que parecía querer huir a su
manera pero con un destino cierto.
Emma
comenzó a correr hacia él con todas las fuerzas que sus piernas le dejaban ,
esquivando a quiénes se interponían y le obstaculizaban la visión.
Perdido
hasta en tres ocasiones y vuelto a reencontrar , asfixiada , tuvo que
presenciar una cuarta pérdida . Esta vez sí parecía definitiva . Por más que su
cabeza girase en círculos , por más que sus ojos buscasen el más mínimo atisbo
de su presencia , no le hallaba , hasta que sintió la necesidad de detenerse . Miró hacia su derecha , al otro lado de la
calle , junto al escaparate de una de las tiendas más antiguas de
sombreros por encargo hechos a mano .
Wadlow
aguardaba de pie , observándola mientras se recolocaba los guantes de piel negro abotonados
en la cara interna de las muñecas.
Aquella
forma de mirarla podría hacer pensar que sobraban todas las palabras . Sus
facciones demostraban disconformidad consigo mismo y posiblemente , sólo posiblemente , se
estuviese cuestionando el porqué de algunas decisiones.
Creyéndose
en cierta medida en deuda con él y ante la inviabilidad de que cruzase , miró a
ambos lados de la calle y aprovechó para ir a su encuentro , pero
justo cuando se situó en mitad de la vía , William comenzó a andar de nuevo ,
aunque esta vez con un destino mucho más cercano , una cafetería .
Adentrándose
en el local sólo pocos instantes después que él , le buscó entre todos los clientes reconociendo su espalda en uno de los privados más apartados .
Señalándole hacia dónde se dirigía a la señorita que recibía en la puerta , apenas distaban unos pasos entre ambos cuando él, con su mano , la invitaba a tomar asiento .
Sentado
con una corrección absoluta , leía con aparente interés los titulares de la portada de un periódico
mientras tomaba una taza de té. Apenas un minuto después , una camarera, con una taza de chocolate bien caliente en una bandeja , se dirigió presta hacia donde ellos se encontraban .
Con absoluta distinción , dio un nuevo
sorbo , depositó la taza en su plato , dobló el periódico a la mitad y lo dejó a un lado , mientras la empleada de la cafetería depositaba la taza del dulce manjar delante de su acompañante femenino .
Impertérrito continuó bebiendo mientras se percataba , con suma atención , como su invitada pareciese querer una respuesta que él no estaba dispuesto , a
priori, a facilitarte , al menos no con tanta rapidez.
- Toleré que dejase enfriar el que le ofrecí en mi casa dadas
las circunstancias en las que se produjo ese encuentro, pero me molestaría profundamente que repitiese su
actitud con el que le acaban de traer , de la misma procedencia , por cierto.
No iba a
ponérselo nada fácil. En su rostro se reflejaba casi la intencionalidad de
comenzar una especie de juego a dos en el que una disculpa por parte de ella
podría ser el mejor comienzo , pero ¿ una disculpa por qué?
Sin
encontrar aún la forma de introducir alguna palabra coherente que no le
pareciera ofensiva o inoportuna , optó por comenzar a saborear lo que le había
pedido , un delicioso chocolate de origen belga con un ligero aroma y sabor a
limón, sin exageraciones , lo justo y preciso para dirimir y suavizar su fuerte
sabor.
Cogiendo
la taza con ambas manos y haciéndose con
el espeso contenido a pequeños sorbos ,
su mente dejó de intentar trabar las frases completas mientras sus oídos escucharon al oponente .
- Ya que veo que no encuentra las palabras con las que expresarse
, le facilitaré alguna forma de organizarlas. Seré claro, puesto que no sé hacer
las cosas de otro modo. No acostumbro , por simple interés , a prodigarme en este tipo de... digamos ...detalles , pero tras pensarlo mucho y
realizar las consultas oportunas he
estimado que ésta sería la salida , al menos provisional, que más beneficiosa
pueda resultarme . – Los ojos femeninos , abiertos de par en par , le prestaban
toda la atención que merecía por encima del filo de la taza mientras continuaba
bebiendo , haciéndole interiorizar cierta sensación de agradabilidad - No le negaré que su determinación, mostrada
tan hábilmente en mi casa el otro día , no haya tenido nada que ver .
Ciertamente no sé cómo será como abogada,
pero sabe venderse y mostrar una seguridad realmente implacable.
El
temblor comenzó a poseer sus manos y la
taza parecía oscilar entre sus dedos . Trató de controlarse , no quería parecer
emocionada y sin embargo, la sensación
de dicha y de respiración eufórica la invadían.
- A partir de hoy , tendrá doce meses para saldar la deuda de
mi padre , incluyendo los intereses. – Verla soltar la taza en el plato y que una
extraña sonrisa a medias pudiese implicar
cierta satisfacción le hizo continuar explicándose – Pero …
Emma respiró pero aún no sabía como agradecérselo , ni por qué. ¿Qué le motivaba a
cambiar de opinión? ¿Qué había sucedido desde que se vieran en su casa? ¿Cuál era el “pero “ que faltaba en la
ecuación?
- Sí llegada la fecha el pago no es dispuesto - El “pero” había aparecido .
Nada era por casualidad . Nada resultaba gratuito y sus ojos ,
clavados en los de ella , la hicieron tensarse - la promesa a la que quedó vinculada la misma deberá cumplirse .
“La
promesa “ El peor de los peros posibles , la peor de las condiciones . Una
presión extra con la que trabajar nada
deseable pero real y a la que por
desgracia tenía derecho , aún en los tiempos que corrían.
La taza
fue depositada con cuidado en su plato mientras ella , en su interior , no
podía creer lo que acaba de escuchar . Toda la alegría vivida tan sólo hacía unos instantes contrastaba con el frío que recorría su
espalda mientras le veía en frente suya , con su altanero gesto triunfal del
que se sabe vencedor , al igual que su padre , que no osaba dar por perdida
ninguna mano hasta que todas las cartas desaparecían o él determinaba su final
con la última palabra .
Al menos
a su padre se le veía venir . Resultaba desagradablemente claro en sus deseos y
caprichos pero jamás hubiera mezclado
, de forma tan sutil, el concepto de rentabilidad con la ejecución de una promesa de matrimonio, sobre todo , cuando
sus expectativas sobre el género femenino distaban de convencionalismos y
formalismos varios .
Pero su
hijo era diferente y se notaba . Su forma de imponer , la distinción de llevar su apellido a cuestas casi lo hacía ser más frío y cruel que su padre , asestando la puñalada suavemente para después
empujar con ambas manos sin que el oponente pueda defenderse.
Seguridad
y determinación como pocos sabía lo
que decía y el objeto de su propuesta ,
pero ello descolocó a Emma más si cabe .
¿Cumplir con el deseo de su padre por interés o por vanagloriarse de una simple
satisfacción personal ? No entendía su motivación real y más proviniendo de alguien que no conocía
y que en teoría se sabía casada , desconociendo que en realidad el campo
permanecía abierto y sin problemas. Poco
parecía importarle que alguien más se interpusiera . Estaba segura de que él
encontraría la forma de deshacerse de todo y dejar el campo allanado ,
dispuesto para él.
No. Las
palabras no fluían y a la voz tampoco se le vio la intencionalidad .
Sin poder
siquiera continuar tragando , su mirada se tornó angustiosa aunque seria y él
, sabedor de que aquello le había
caído como una jarro de agua helada ,decidió expandir el regusto del vencedor a costa de saciar su curiosidad .
- ¿Sorprendida ?
¿Cómo
contestarle sin que pensara que se sentía derrotada en el fondo, aunque sólo
fuera momentáneamente? Toda su vida se determinaría en un solo año . Toda su
vida…..por la razón que la hizo marcharse .
Tratando
de disimular , guardó la compostura y apoyó la espalda en la silla .
Limpiándose las comisuras de los labios con la servilleta , con sumo cuidado , la colocó encima de la
mesa , al lado del plato , respiró hondo aunque más despacio de lo normal para
que Wadlow no se percatara y, entrelazando los dedos de sus manos , se dispuso a
contestarle , al nivel requerido .
- A su juicio ¿Cree que debería ?
Aquella
pasividad por parte de él la imponía y enfermaba . No soportaba aquella
apariencia de consabida seguridad .
- No lo sé . No me precio de conocerla lo suficiente como
para saber la respuesta , aunque mi instinto me dice que más que
sorprendida pudiera estar algo
descolocada con mi propuesta .
¿Propuesta?
, pensó una Emma cada vez más encendida por dentro . Aquello no era una propuesta , era una
condena sin remisión si todo no salía como debía y más cuando demasiadas
circunstancias externas podían dar al traste después de meses de trabajo.
- Nunca he olvidado que no se trata más que de negocios
. Su padre ya dio en el pasado buenas muestras de su capacidad para negociar y de su sobrada habilidad para
vender propuestas , como usted las llama, absolutamente irrechazables ,
especialmente cuando las circunstancias no le son propicias al que se las
ofrece . Una salida a su mala fortuna –
fue adelantando su cuerpo ante la suma atención de él - convertida en una esclavitud moderna y muy
sutil bajo la cobertura de las mal llamadas “ costumbres inglesas “. – Con ambas manos en los reposabrazos de la
silla , la retiró y alzó su cuerpo – Sólo hay algo que parece olvidar en toda
su más que brillante argumentación Sr. Wadlow, es cierto , usted no es su padre
, es más habilidoso , discreto y sabe disimular mejor sus cartas , lo que le
convierte en un digno contrincante en
cualquier partida , pero yo ya no soy la chiquilla de 15 años que se marchó de
casa , no soy la que huyó para que no la sometieran , pero mi espíritu sigue
siendo el mismo. ¿Usted lo quiere así ?
Así lo tendrá , pero mientras las fuerzas no me fallen y le aseguro que no lo harán, la deuda será
saldada dentro de un año de la misma forma que se generó. Dinero se debe ,
dinero será lo que se entregue. Buenos días .
Dada la
vuelta con la intención de marcharse y
no mostrándose Wadlow aún lo suficientemente satisfecho , le profirió la última
cuestión que la haría detenerse y girarse de nuevo hacia él .
- Brillante . Una argumentación impecable y realmente magistral , pero esto no son
las salas de justicia a las que está acostumbrada Srta. Aldrich y el campo no
es controlable ni predecible . Sinceramente , no creo que haya sabido jamás dónde
se metía regresando.
- No volveré a repetirme
Sr. Wadlow. Es cierto que esto no depende de circunstancias humanas y
que su resultado es impredecible , pero como dijo antes , no me conoce lo
suficiente ni sabe de lo qué soy capaz por sobrevivir . No debería subestimarme . Reitero lo dicho , dinero se le debe ,
dinero se le pagará.
Sin mirar
hacia otro lado que no fuera la puerta ,
se dejó llevar por sus pasos hasta la calle dejándole a él disfrutando de éste , su
momento.
Necesitaba
correr, gritar, desaparecer. Al volver, había asumido por entero que esa
posibilidad existía pero no que pudiera reclamarla alguien que a priori y sin
entender el interés real no parecía necesitarlo .
Necesidad
de actuar porque el reloj, parado hasta
entonces , ha vuelto a dejar circular sus agujas . Necesidad de llevar a cabo
todo lo planeado y de recuperar , ahora
sí , al equipo de trabajo que la tuvo en alza durante años . Necesidad de
devolverle su esplendor . Necesidad ...
de recuperar su libertad.
…
La tarde
se transformaba en casi una tempestad constante de frío y agua que el viento dirigía a su antojo.
Pasos en las solitarias y empedradas calles de Ulverston
. Botas de montaña que reanudan sus andares por caminos ya conocidos , lugares familiares pero que
hace mucho tiempo que no se recorrían.
En el O´Neill,
los clientes habituales departían entre jarras de deliciosa cerveza de malta y
risas . La gerente , ejerciente de camarera fija todos los días , con su
habitual buen hacer , ordenaba las neveras reponiendo bebidas .
La puerta
se abrió de golpe empujada por el viento y la dueña de la taberna alzó su
cuerpo para comprobar quién era. Un hombre alto , con abrigo polar y cabeza cubierta por una capucha que apenas
dejaba entrever el mentón , cerraba la
puerta con una gran mochila a cuestas.
El
silencio se hizo de pronto en la estancia como solía ser habitual cada vez que
llegaba un desconocido , el cual, se quitó el bulto que portaba para dejarlo en
el suelo conforme se acercaba a la barra , retirándose la capucha al llegar.
- Buenas tardes .- dijo mientras se abría el abrigo –
Su
acento , reconocible , hizo que la gerente
se relajase en cierta medida .
Al
sentirse observado , se giró para saludar también a quiénes , con curiosidad , le
observaban . A continuación, con una sonrisa complaciente , casi tímida , se
dirigió a quién atendía detrás de la barra .
- ¿Qué le sirvo? - Preguntó toda dispuesta ella -.
- Una pinta por favor.
Tras servírsela
y no dejar de prestarle atención curiosa , le preguntó a fin de respaldar la repuesta que
ya creía conocer .
- Usted no es de por aquí
pero ... su acento…. Le delata .
La
sonrisa complaciente y la excesiva
amabilidad hicieron que el hombre tratase de estar a la altura de la recepción.
- Supongo que por muchos años que uno pase fuera ... lo auténtico
con lo que se nace permanece.
Tras
beber el contenido del vaso, la mujer se lo retiró y se dispuso a servirle otra .
- A ésta le invita la casa .
La
incipiente sonrisa de la mujer pasó a ocuparle gran parte de la cara . Se sentía
inmensamente tranquila y feliz por una razón que sólo ella sabía a ciencia
cierta y que él creía deducir a juzgar
por el que a ella le escuchaba y el entorno en dónde se encontraba , comenzando
a sentirse mucho más relajado y en confianza .
- Lo que me pregunto
es lo qué un joven con ese porte y esos ojos ha venido a hacer a Ulverston. –
Le preguntó sin dejar casi de insinuársele de forma directa y muy descarada ,
algo que no resultaba ningún problema para una mujer desinhibida como ella -.
Tras sonreírle
casi por compromiso , aparentando una amabilidad inusitada y mucho encanto
innato , le dispuso el motivo de su recalar en la ciudad .
- Quizás usted pueda ayudarme . Estoy buscando trabajo, algo temporal, no
pretendo establecerme . Sólo estar lo justo para poder reanudar mi camino.
Sobre las
puntas de sus pies , la dueña del O´Neill de pronto apareció más alta , echando
prácticamente su torso sobre la barra delante de él , buscando con los ojos el
petate con el que había entrado.
- Así que ... de paso .
Sin que el extraño tuviese la menor intención de
desplazar su cuerpo ante tal acoso , dejó que la mujer disfrutara de la visión
que parecía embelesarle esperando así
conseguir una pronta respuesta .
- Sí. Así estoy, nunca me detengo demasiado tiempo , me gusta
cambiar.
Siguiendo
la dirección de los ojos de la buena mujer , el desconocido observó que éstos llevaban detenidos , hacía rato, en sus
genitales , así que tratando de recuperar la atención de la misma , disimuló carraspeando.
La
gerente levantó la cabeza y retrocedió tratando de recomponerse .
- La casa de la colina . La mansión Aldrich. Creo que allí
podrá encontrar algo pero antes deberá hablar con Bennet.
El hombre
, aunque disimulase , mostró interés por el nombre pronunciado.
- Fue su antiguo capataz y ahora volverá a serlo , para su desgracia
y la de media ciudad . Esa maldita familia acabarán con todos y no será la
primera vez.
- ¿Y dónde puedo encontrar al señor Bennet?
La sonora
carcajada de la mujer hizo que el resto de clientes dejasen de hablar para centrarse en saber qué
estaba ocurriendo en la barra .
- ¿El señor Bennet ? - continuó riéndose profusamente – Me
permitiré darle un consejo y gratis , atrévase a llamarle señor y su vena irlandesa hará que le deje los nudillos
tatuados en su barbilla, aunque usted … ya sabe cómo se las gastan nuestros
hombres ¿verdad ?
Se limitó
a sonreírla .
- Será mejor que pase la noche aquí y mañana por la
mañana se dirija a la casa , de todas
formas - miró el reloj situado en la
pared - si no falla debe estar al llegar
, con suerte podrá hablar con él esta noche .
El hombre
asintió complacido .
- Gracias .
- Espere que le busco la llave de la habitación más
decente que tengo. – y se alejó hacia el
fondo de la barra , adentrándose en una
habitación de la que saldría pocos segundos después ._ Aquí tiene . Es arriba ,
la última puerta del fondo . – Él hizo el amago de sacar la cartera para
pagarle cuando ella le detuvo poniendo una de las suyas encima – Ni se le
ocurra . Vaya a descansar , ya habrá tiempo mañana para arreglar cuentas .
Una
sonrisa , la mejor respuesta de agradecimiento por una bienvenida inesperada .
El macuto
en una mano para disponerlo sobre uno de los hombros y la llave en la otra . Una vez en el interior de la habitación,
dejando el bulto encima de la cama , una visión, a través de la ventana , de una
noche que se oscurecía por momentos y un
solo pensamiento.
- Por fín en casa.
Ana Patricia
Cruz López
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derechos reservados.
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