lunes, 27 de febrero de 2017

LA TEMPESTAD . CAPÍTULO CUATRO : RECUPERAR LO QUE POR SANGRE PERTENECE (Registrado en SAFE CREATIVE ENERO 2017)

LA TEMPESTAD
CAPÍTULO CUATRO : RECUPERAR LO QUE POR SANGRE PERTENECE


Aquel hombre la observaba entre la incredulidad y la más innata curiosidad saciada por fín después de tantos años.

Harto de escuchar hablar a su padre de ella , de  oírle pronunciar su nombre hasta la saciedad desde muy joven, por fín  podía ponerle un rostro , una actitud . Conocerla.

Pese a que la imagen realizada , a tenor de las descripciones del militar   , resultaba algo más glamurosa si cabe de lo que ahora se le mostraba , William pudo comprobar que en algo sí llegó a tener razón su progenitor : “sus ojos jamás  podrán mentirte”.

El joven Wadlow nunca entendió aquella seguridad mostrada por el patriarca de la familia sobre el empecinamiento incisivo y casi  obsesivo que mostraba hacia  la familia Aldrich  y en especial con la mayor de las hijas , pero tampoco pudo comprender jamás que , entre todas las jóvenes de alcurnia , nombre y distinción por fortuna , precisamente optase por ella , más aún, habiéndose percatado de su carácter rebelde  demostrado a posteriori cuando decidió , un día , desaparecer.


Su curiosidad en aquel preciso instante lo convertía en un momento impagable con nada que pudiese ofrecérsele. A medio vestir , con sólo un abrigo decente que cubriera su figura hasta los píes en la parte que el barro dejaba entrever, apenas la tela ensuciada y húmeda de lo que no parecía precisamente un vestido , daba buenas muestras del interés repentino surgido por visitarle , y su estado, cansado y casi lamentable , distante de lo que podía esperarse de  una dama de alto nombre y buena familia , sólo acrecentaba sus deseos más fervientes por saber más de la mujer que se había personado en la puerta de su casa , aquella con la que su padre le había entregado en sus manos   años atrás tras ganarla en una mano de póker.
Sólo algo de lo dicho le inquietaba: “ Casada. Bowman como apellido de casada”.

Acercándose a la chimenea , elemento de especial atención en aquel habitáculo, apoyó uno de sus brazos mientras , mentalmente , trataba de encontrar las palabras adecuadas con las que continuar  la inesperada conversación.

-       Así que eran ciertos los rumores .

Extrañada , optó por mostrarse así ante él.

-       Se decía que había vuelto pero  nadie la había visto aún, salvo en el pueblo , donde creo que su regreso ha causado un gran revuelo.

No parecía sorprendido pese a su rostro al escuchar su verdadero nombre . Un William excesivamente correcto y medido  que aparentaba absoluta normalidad , ese era el hombre al que ella tenía que enfrentarse.

Al ver que Emma no había siquiera tocado  las viandas que le trajeron , dentro de su línea mantenida de amabilidad y cortesía , procedió a insistirle .

-       No debería permitir que se enfriara – le dijo señalándole la taza con una de sus manos -  es un chocolate muy bueno , traído de Bélgica por un muy buen amigo mío ,hace unos días.  Pruébelo , – le insistió-  la reconfortará.

Acercándose la taza a los labios , apenas los humedeció en el espeso  líquido marrón  oscuro , tras comprobar  su dulzor, bebió un sorbo más largo bajo la atenta observación de su anfitrión.

-       Termíneselo  - aseveró  de forma contundente y segura – le sentará bien  y le permitirá regresar a casa en  mejores condiciones de las que estaba cuando la encontré en la puerta .

Bebiendo de nuevo , mientras depositaba la taza en su plato , se dirigió a él.

-       Pareciera que trata de deshacerse de mí antes incluso de conocer los motivos que me han traído hasta aquí.

Extrajo el sobre doblado y alargó su brazo en gesto de ofrecimiento . Dubitativo sobre su posible contenido, se acercó para recogerlo , abriéndolo y leyéndolo delante suya.

-       La subasta…

Golpeteando hasta en tres ocasiones el documento contra el sobre , se mostró visiblemente  airado  mientras volvía de nuevo al calor de la lumbre , donde el chisporroteo de la madera y su crujir ambiguo otorgaban una banda sonora de acompañamiento a la escena un tanto peculiar.
Emma se incorporó con la intención de acercársele .  Sabía lo que venía a pedirle pero no cómo reaccionaría al escucharla  y ello la sobrecogió de inseguridad .

-       He venido a pedirle que la suspenda  - él giró la cara bruscamente hacia ella -  al menos temporalmente . Sé que no tengo ningún derecho a venir hasta aquí e importunarle con ello pero… Sólo necesito tiempo y eso es lo que he venido a solicitarle.

El gesto amable parecía haber desaparecido , aunque no así las formas.

-       Y a su juicio  ¿por qué debería hacer eso? ¿Por qué debería concederle lo que me pide?

-       Sé que estoy pagando por los errores y malas decisiones de mi padre sobre algo que no le pertenecía , algo que sólo las mujeres de la línea familiar poseemos por derecho de sangre . Sé que pago por sus pecados como borracho y … - prefirió sólo pensarlo y no decirlo en alto – pero he dejado todo cuanto poseía en Londres por no perderlo y para que no continuaran arrebatándomelo . He venido con todo lo que poseía  y traigo planes precisos para devolverla a la actividad , pero si la subasta se ejecutase en esa fecha todo caerá en saco roto .

Volviendo a mirar el papel , lo dobló e introdujo   de nuevo en el sobre que lo portaba  depositándolo  encima del saliente de la chimenea.
Esperando algún tipo de respuesta por su parte , ante su silencio , se acercó aún más a él .

-       Sé que la finca sólo reporta gastos  y mucho más así, pero tengo pensado levantarla , sólo necesito tiempo .

Su rostro frente al fuego otorgaba un extraño color a su tez y un aspecto aún más misterioso a sus ojos que , de pronto, parecieron cobrar el mismo color que reflejaban.

-       De todo el legado otorgado por mi padre , jamás entendí porque me dejaba la finca precisamente , y menos aún ..... vinculada de la forma en que lo está.

Aquel rostro ya no parecía tan duro, tan distante  y Emma comprendió que sobre William siempre había pesado aquel pacto que en su día partiese de su padre . Un trato del que jamás dio explicaciones salvo conveniencia , con una joven que él no conocía sino de oídas y por algo tan simple como el burdo y nada desinteresado enfoque de los negocios de su progenitor.

Nada se dejaba al azar en casa de los Wadlow. Todo estaba milimétrica medido . Para el viejo William todo  tenía una vinculación comercial , incluso su propio matrimonio , cuyo fruto ahora tenía delante suya.

Sí, el pacto entre caballeros también le pesaba a William Wadlow Jr. como la mayor de las losas . Aunque los tiempos hubieran cambiado y eso de los tratos estrechando las manos ya no se llevase , lo cierto, es que al linaje en el que ellos se movían , en los ambientes de los que disfrutaban y donde todo se sabía , infringir uno de ellos  conllevaba la afrenta social de cuanto les rodeaban .

Sus ojos no reflejaban rencor , incluso se podría decir , que la sensación que le conferían a Enma la desconcertaban sobremanera.

-       Nunca fui capaz de entender que le motivaba para hacerse con ella  y menos  porque con usted , cuando hubiera sido más fácil hacerlo con su hermana , más joven y dócil por lo que tengo entendido, al menos en esos años . Mi padre jugaba una suerte de especial obsesión con lo que él creía y veía como  una mujer encerrada en el cuerpo de una cría,  pero cuya cabeza privilegiada y madura  le hacía entender , a su corta edad ,  el valor del sacrificio por aquello que realmente se ama  y se desea.
Lazos de sangre fuertes , propios de supervivientes capaz de vencer a una guerra si fuese preciso , aunque  hubiese de sacrificarse la belleza u otra suerte de sentimientos, porque en esta vida no hemos venido a amar o a entender  o incluso a respetar lo que los demás sientan .
Y con el paso de los años , menos fui capaz de comprender por qué, pese a las pérdidas y el incremento de los gastos  no se desprendía de ella , hasta que ha aparecido .
Sólo ahora he sido capaz de entender la verdadera razón . Mi padre siempre supo que volvería . No sé cómo ni por qué, pero siempre estuvo seguro de que acabaría apareciendo ,  porque él si sabía de su vinculación a esta tierra a través de su madre . Siempre estuvo seguro de que la historia volvería a repetirse .

La “historia”, aquella contada por los viejos , la que implicaba una supuesta mancha en no se sabe dónde ni por qué . Una historia de sentimientos  en un lugar dónde estos se desechan desde que naces, como forma de sobrevivir, en la que siempre acaban implicadas más personas de las que se desean o pensaban .
La “historia”, esa de la que ella siempre oyó rumores y a la gente hablar cuando pasaba por la calle siendo aún una niña y cuyas bocas se silenciaban hasta que las adelantaba. Voces acompañadas de miradas inquisitivas  y acusadoras con sus pequeñas historias de acompañamiento detrás , porque como en todo relato contado por otros , por aquellos que se creen y presumen de poseer la verdad absoluta sin conocerla siquiera o haberla vivido, los descendientes , presuntamente inmaculados de los pecados de sus mayores , en este caso , resultaban heredar sus manchas , las que les investían otros , por algo que los protagonistas nunca concibieron como un error.

Una historia , donde la verdad podía vanagloriarse de escapar de la absurda realidad , triste y gris , de quiénes pensaban que poseían una vida perfecta  pero amoldada a los cánones de regularidad y monotonía ,para flotar inmersa en aires de libertad , de franqueza, de honestidad , de sentimientos que escapan de la realidad porque quieren y pueden y que , por encima de todo, otorgaban vida.

Sí. Lo que antes , para los demás era una historia de vergüenza y escándalos , de inoportunidades , de pases y capítulos de un final trágico anunciado con letras en neón perpetuo ante los ojos de quienes la protagonizaron, sólo fue parte del riesgo continuo por mantener algo que merecía la pena por encima de todo lo demás, de los convencionalismos  vecinales y de comunidad , de las reglas establecidas , de las posiciones fingidas .

Una historia de encuentros en lugares públicos , con mucha gente , para no levantar sospechas , de miradas furtivas y roces invisibles con las manos  en donde la piel , mentalmente , cobraba todo el protagonismo , en la que los labios se buscaban desesperadamente mientras el corazón palpitaba con cada paso dado por ambos .

Lo que nadie parece recordar , de forma interesada , es la otra parte de esa misma historia , aquella que provocase esta última , la que la originó . No, de esa nadie se acuerda  y sin embargo todos la conocen ,
Porque dados los cánones sociales , viniendo de una mujer de su posición , todo lo que se extralimitase , por poco que fuera , se consideraría peor que un delito  y lo que para ella supuso un halo de libertad , para los demás , conllevó su propia condena social.

Una marca grabada a fuego que pasaría a sus hijas , especialmente a la que más se le parecía , a Emma , y cuya fama , ganada de forma gratuita y sin razón alguna , copó la rumorología de la ciudad hasta el presente , aunque con la salvedad , de que de ella no podían dar fe a ciencia cierta  dados los años de ausencia.

Una historia que convertía a su madre en una enferma mental con un carácter tendente a  los flujos  más profundos de depresión maniaca que se conocían . Una argumentación con la que , sin duda , justificar cualquier medida que se quisiese adoptar con respecto a  ella y que la llevó a copar los titulares de los chismorreos locales bajo el sobrenombre de la “Bruja de ojos verdes” , algo, sobre lo que los lugareños y los más supersticiosos confabularon toda suerte de leyendas ancestrales,  con hitos que en la susodicha rama familiar jamás fueron hallados  o se produjeron.

En medio de un silencio cortante , con la inquietud sombría en ambos reflejada en sus rostros ,  cada uno, a su manera , había soportado el peso de la misma losa  ,aunque con distinto rostro , como las dos caras de una moneda .
Dos desconocidos , viejos conocidos de oídas , que se perpetuaban mirándose como gesto de reconocimiento de a quién se tiene delante aunque con un halo de respeto diferente . Ni ella encontró al hombre que la marcase de por vida y determinase su futuro, ni él a la joven cuya única herencia era la del carácter conflictivo de una madre desechada por todos .

Las palabras se pensaban. Corrían por la mente a una velocidad inusitada y ,  sin embargo, ninguno era capaz de pronunciar una sola. Aquel pesado silencio, ahogante , en donde el espacio parecía desaparecer y una extraña vinculación entre ellas se percibía, debía romperse .

Emma comenzaba a sentir la imperiosa necesidad de escapar , de  salir de allí  pero con una respuesta certera  que le otorgase la clase de tranquilidad que necesitaba  y por desgracia , a priori,  ésta no parecía que fuese a producirse.

-       ¿Por qué? – le cuestionó sorpresivamente sin dejar de mirarla a los ojos – Acaba de decirme  que apenas tiene  para afrontar  las deudas , ¿Cómo cree que podrá afrontar los gastos que conlleva? ¿ Dónde ha estado  estos últimos quince años ? ¿Tiene alguna somera idea de las dificultades que entraña la gestión de una finca y más  aún la cría de caballos ?

Un desafío, así fue como ella se planteó aquellas preguntas .  Su altanería , que no preocupación, la soliviantó, y en base al tono escuchado de quién tenía en frente , así  se dispuso la respuesta.

-       Puede que tenga razón en sus razonamientos como puede que la tengan todos los que , tras regresar, piensan que  todo esto sea una locura. Es cierto, soy una señorita de ciudad  como también me han llamado en las últimas horas, todo un triunfo considerando que ya nadie esperaba mi regreso , especialmente tras faltar al entierro, y sí, he de darle de nuevo la razón Sr. Wadlow, no sé nada sobre la gestión de fincas , pero sí sé algo  que nadie me ha enseñado porque desde que me fui todo lo tuve que aprender sola .
Tuve que aprender a defenderme , a crecer como persona y a hacerme una profesional no como las demás de mi ramo  si no como la mejor , para poder destacar y que en este maldito país se me reconociera la opción, dentro de mi profesión, de poder ser socio con todos los derechos de uno de los más prestigiosos despachos de abogados. 
No, no sé nada sobre gestionar  fincas  de crianza , pero sí sé conformar equipos y rodearme de la gente valiosa que necesito para que ellos sean los que realmente aporten sus conocimientos y genialidades para sacar esto adelante , y en esa parte , todo está más que cerrado y cubierto.
No, no sé nada de gestionar fincas rústicas Sr. Wsdlow, pero estoy más que acostumbrada a levantar y recuperar empresas cuyas condiciones económicas le aseguro que  podrían hacer estallar una auténtica guerra .  Sólo se necesitan tres cosas , un planeamiento acertado y llevado a  cabo con ganas , un buen equipo de trabajo de apoyo y tiempo. Dos de estos elementos ya están en mis manos , el tercero está en las suyas .

Pensativo, giró su cabeza  hacia el saliente de la chimenea donde se encontraba el sobre . Pensativo y con toda la intencionalidad del mundo, cruzó los brazos sobre el pecho y trató de averiguar algo más.

-       Supongamos que le concedo ese tiempo que me requiere y que , pese a todo, fracasa . ¿Cree en serio que le habría valido la pena ?

-       Eso es algo que no podemos saber ninguno de los dos pero yo nunca me meto en un proyecto que no pueda salir bien , es parte de mi filosofía de vida y la aplico al trabajo.  Por regla general, no me gusta tirar la toalla sin haberlo intentado todo.

Apenas habrían unos pocos metros entre ellos y aun así,  la distancia parecía mucho más corta de lo que  era en realidad .

Pese a ello, con cierta variabilidad en el rostro de él, perceptible tras observarle  de forma continuada,  William decidió acortarla aún más situándose justo delante de ella , sin apenas dejar espacio  para  que circulase el aire . 

Como si de un suerte de  mezcla extraña entre orgullo y cabezonería se tratara, pese a la incomodidad manifiesta que sentía en ese instante, ella no se movió ni un ápice pese al acercamiento, pese a la presencia imponente de aquel hombre  que la superaba en cabeza y media , y que la observaba de forma incisiva con aquellos ojos de color extraño e indefinido.

-       ¿Y si yo le concediera ese tiempo que tanto ansía  y pese a sus intentos y su enorme fuerza de voluntad , tras comenzar , todo se viniese abajo?

Aquella tozudez y empecinamiento , aquella insistencia en que todo saldría mal…

-       No saldrá mal . No puede salir mal. – le contestó casi en tono suplicante -.

Centró sus  indefinidos ojos en  los labios de ella , entreabiertos , y no los dejó de observar conforme se agachaba hasta situar su rostro cercano al de ella.

-Pero ¿Y si sucediera ?

Ante lo que ella consideró como un ataque nada sutil  la respuesta sólo podía estar a la altura, al igual que su forma de proporcionársela, girando levemente el rostro y acercándole aún más su boca a su cara .

-       ¿Curiosidad insana Sr. Wadlow? Déjeme intentarlo y tal vez, sólo tal vez ,  obtenga la respuesta que busca.

Con sus ojos nuevamente depositados en los de ella , Emma esperaba cierta reacción inmediata , fuese ésta positiva o no, algo a lo que poder aferrarse y saber cómo actuar , pero en cuanto le  vio darse la vuelta y alejarse en silencio comprendió que ese día se marcharía de allí con una gran duda no resuelta : saber si realmente podría permitirse  gastar el poco dinero que le quedaba en poner al día algo que sólo él podría decidir romper de forma eterna provocando que cambiase de manos .
Una semana . Sólo una semana era el tiempo que tenía  pensó, completamente insulso e insuficiente , completó su pensamiento.

Dada su falta de reacción, se recolocó el abrigo y dispuso su marcha sin nada más que una cortés despedida  por su parte , dejando en aquel salón sus escasas esperanzas sobre la reconsideración del tema que la había llevado hasta él.
Pero aquella marcha no dejó a William tan indiferente como ella pensaba. Aquel oscilar de su abrigo, manchado de barro seco ,ocultante de un cuerpo cabizbajo que iba perdiéndose conforme se alejaba  centró su atención , su último mirar hacia la puerta , pensativo .

Una vuelta a casa en la que las ganas de formular ideas o reconstruir proyectos  se desvanecían . Un paseo en el que a medio camino hubo de detenerse , para observar todo cuanto le rodeaba , para recordar las pocas imágenes vivas  agradables de su niñez , porque siempre que lo necesitaba , cuando se sentía sumida en el agobio de la vida en aquella casa  y de las presiones patriarcales y sus malos modos , a ella siempre le quedaban estos campos para corretear o disfrutar largas horas .

Los caballos , su mayor refugio , los testigos mudos de sus más ínfimos deseos y sueños , sus infatigables confesores silenciosos que con tan sólo una caricia  y recibían mucho más que una , acababan convirtiéndose en su propio consuelo, en sus aliados  , en alguien en quien poder confiar y con quien poder desahogarse.

De pronto el tiempo se enrareció. Las nubes , negras y amenazantes,  lo cubrieron todo sin que apenas se diese cuenta  y el frío viento del norte  hizo descender bruscamente la temperatura.
Ni siquiera el abrigo cubría las ganas con las que aquel embravecido aire se apoderaba de ella por las rendijas y los huecos habidos que dejaban descubierta su piel , de la misma forma que tampoco pudo evitarle la creciente humedad que la atravesaba , calándole hasta los huesos , nada más empezar a llover brusca y abundantemente . Por mucho que ella pudiese intentar acelerar el paso , conforme más cerca parecía encontrarse de la casa , más ahondaba la profusión del agua  llegando a la misma completamente empapada .

Tocando la puerta con dificultad , la joven que se ocupaba de la casa , tras abrirle la puerta , le recogió el abrigo para limpiarlo  y mientras se dirigía hacia la escalera ,  la estela de agua que emanaba de su cuerpo y del camisón que ostentaba debajo dejaba un largo rastro en el mármol.

Dispuesta a cambiarse para volver a salir de nuevo, poco tuvo que pensar . Apenas quince minutos más tarde  se encontraba pertrechada más adecuadamente para el tiempo que  proseguiría a lo largo del día  , en su coche y en dirección a la ciudad , y en ella , al O´Neill,  esperando encontrarlo abierto.

No deseaba pensar en la decisión que  quién ejercía de propietario hubiera podido adoptar. Fuera como fuese , estaba dispuesta a no dejarse arrebatar aquello  de lo que se había desprendido su padre tan grácilmente. Sólo cabía una opción, pero para ello , necesitaba una respuesta .

Al llegar a la puerta de la taberna  observó luz a través de las ventanas , tenue como siempre, lo que casi le otorgaba un aspecto más propicio de otra época dada la noche , y tras  salir del coche , empujó la pesada puerta de madera .
En su interior apenas había gente , no como la primera vez  lo que la hizo sentirse relativamente más cómoda , pero el rostro asqueado y tajante de la encargada  ya le daba a entender que volvía a no ser bien recibida precisamente.

No se detuvo en la barra . Miró por un instante a la mesa ocultada entre las sombras, aquella desde la cual le pareció haber sido observada , pero no había nadie , sin embargo, aquel gesto suyo sirvió para que la mujer de detrás de la barra le señalizase con la cabeza que debía subir al piso superior por las escaleras del fondo de la sala .  No hacía falta preguntar por él , aquella mujer sabía perfectamente a quién venía buscando bastándole un solo gesto para entenderlo y ,por ende , para indicarle.

Aquellos estrechos escalones de madera vieja crujían a cada paso pese a su aparente robustez  y grosor  anunciando su venida , acompañando la extraña sensación que aquel ascenso le producía a una Emma que no sabía, por segunda vez en el mismo día , a lo que debería enfrentarse .

Ella nunca llegó a  subir a esta parte del local cuando era niña pero sí recordaba haber visto a su padre bajar de ella bastante perjudicado  en más de una ocasión, con la ropa fuera de su sitio  y el pelo muy alborotado , las mejillas coloradas  más por el alcohol que por cualquier otra causa  y un ácido y apastelado olor a perfume.
Con aquella imagen visual y olorosa presente , le extrañó la tranquilidad que parecía provenir de la estancia  en la cual estaba a punto de adentrarse . No se escuchaba ruido alguno  salvo el del agua agitarse contra los  cristales de presuntas  ventanas y el olor que destacaba, por encima de los demás , era el de la madera debidamente tratada pero en la que parecía haberse colado , traviesamente , algo de humedad . Un olor espeso con el que costaba hacerse pero agradable al fín y al cabo para una estancia tan grande como la superficie del piso inferior  , con ventanales  en uno de los lados , un pequeño saloncito recibidor con un sofá añejo y una mesa  de madera realizada con los restos de algún barril del que no hubiera podido aprovecharse todo, y puertas , un largo pasillo con varias puertas  en su lado derecho  iluminadas en su parte alta por una pequeña lamparita .

Extrañada por la indicación de que debía subir cuando en realidad no había nadie a quién ver ,  una de las luces , apagada de pronto,  llamó su atención. La puerta de la segunda habitación  se abrió  y de ella  vio salir a un Richard Bennet muy sonriente  que se recolocaba la ropa de forma tranquila .  Emma apartó la mirada hacia el suelo por un instante , devolviéndola a su punto inicial  cuando a continuación  oyó la risa casi escandalosa  de una mujer que salía del mismo cuarto deteniéndose justo a  la  altura del varón que parecía haberla estado acompañando  y que , tras mirarla , se sonrió y le cuchicheó algo al oído, a lo que él , sin quitarle la vista a su imprevista visitante , respondió indicándole algo en voz tan baja como no audible  y dándole una palmada en una de las nalgas. 

Sin apreciar sorpresa en él ni molestia o incomodidad por ser el objeto principal de la escena  , Richard terminó de recolocarse la ropa delante suya ,conforme se acercaba a un mueble del pequeño recibidor y ante la impasible figura de una Emma  que simplemente esperaba que estuviese dispuesto para hablar con ella .
Tras servirse una primera copa que bebió de un solo sorbo procedió a servirse una segunda y,  con ella en la mano , se dispuso cómodamente en el sofá .

-       A estas alturas  algo como esto no debería sorprenderla.

Podía oírle sorber ligeramente el manjar marrón oscuro de malta que portaba el vaso . Podía verle beberlo lentamente , degustarlo mientras  no dejaba de mirarla , haciéndola sentir incómoda  por aquella forma de  acoplarse a cada curva de su cuerpo pero ella , después de la escena vista , sólo podía pensar en la vivida en su salón, entre Alice y él .

-       ¿Acaso parezco sorprendida? – aseveró procurando mostrarle la misma seguridad que hacía unas horas -.

-       No especialmente , claro que posiblemente ya se haya formulado una imagen muy definida de mí.- le espeto él entre nuevos y cortos sorbos-.

-       No tengo por qué, ni le conozco lo suficiente ni poseo más referencias de las que el Sr. Reder haya podido darme  y desde luego no son nada desfavorables .

-       No me refería a esto que acaba de presenciar, sino a lo que vio en su casa , con  su hermana , la Srta . Aldrich.- Aquel nuevo sorbo vino seguido de un jugueteo circular  del borde del vaso con dos de sus dedos , mientras loo sostenía apoyado en uno de sus muslos  y se degustaba observándola de aquella particular forma , atravesándola. 

-       Lo que haya podido pasar entre ustedes … - Él la interrumpió levantándose  y acercándose a ella - .

-       Así que el Sr. Reder algo sí le dijo . No entró en detalles  porque es lo suficientemente galante como para conservar las maneras propias de un caballero instruido y nunca centraría un tema de conversación en chismorreos y menos sobre  una dama, cuando menos si ésta o su familia son clientes suyos , pero algo si le dejó entrever sobre el posible carácter conflictivo de la señorita . – Aquel cinismo endiosado la exasperaba . Sólo exageraba la seguridad de quien portaba una información que ella desconocía , no ostentando  el control de la situación , algo a lo que ella no estaba acostumbrada -. Parece algo pálida , ¿le sirvo algo de beber ?

No lo parecía , lo estaba  y lo sentía . Ante tal ofrecimiento no pudo negarse , asintiéndole con la cabeza .
Tras volver a llenar su vaso y servir el  de ella  se lo acercó , pero lejos de retirarse  permaneció de pie , junto a  ella , cerca de una de las ventanas hacia la que la figura de Emma se giró lentamente tras comenzar a beber .

Una extraña sensación se apoderaba de ella cuando él estaba cerca pero no lograba identificar por qué  ni cómo , ni siquiera el qué. Aquella forma de mirarla … su manera de dirigirse hacia ella … Aquellos ojos …

Y entonces un rayo iluminó todo lo que sus ojos podían observar a través de los pequeños cristales cuadriculados ,  con tanta luz como si fuese mediodía , otorgando un aspecto casi fantasmagórico al conjunto de las casas  que se veían hasta el horizonte.

-       Nunca llegué a subir aquí, pero conforme fui creciendo , más lo que escuchaba decir , supe lo que era eso – señaló con su cabeza ,  con un leve gesto , hacia atrás ,  el lugar donde se hallaban las puertas – Nunca me hizo falta preguntar nada , me bastaba su aspecto y aquel olor que emanaba de su cuerpo sudoroso .

Dolor y resentimiento a partes iguales . Amargura innata de quién sufrió la vergüenza de verse etiquetada y señalada como la que recogía a su padre para evitar que los invitados elegantes de su casa se lo encontraran dando tumbos nada más entrar por la puerta principal.
Con la mirada aún puesta en el exterior , sin darse apenas cuenta de quién le prestaba atención de forma desmedida , prosiguió su interlocución, sus recuerdos.

-       Venirlo a buscar para acabar introduciéndolo en casa por la puerta de la cocina . Llamar al mayordomo para que ayudase a adecentarlo y refrescarle mientras mi madre , en el salón, se ocupaba de atender a los invitados . Hacer que la Sra. Mildred, la cocinera – él no pudo evitar que se le escapase un tierna sonrisa al escuchar su nombre  - dejase de hacer aquello que la mantuviese ocupada para prepararle alguna infusión que ayudase a rebajarlo todo  y aun así, por mucho que se le bañase y se le volviese a perfumar , por mucho que se le adecentase y se dejase listo para ejercer de anfitrión , aquel olor rancio y dulzón proseguía en mi nariz, y aun hoy, muerto como está, creo que no se ha ido, siendo el único recuerdo  de mi padre que en parte justifica lo que llegué a sentir por él.

-       Sé lo de la subasta .- Aquello la devolvió a la realidad  desde su mundo onírico de recuerdos nada agradables de una niñez muy marcada – Y sé que ha ido a la casa de Wadlow, supongo que  para tratar de convencerle.

Observando el contenido del vaso  , Emma lo bebió de un solo trago bajo la sorpresa de un Richard  que no esperaba que aquello le doliese tanto.

-       Y por lo que veo , no lo ha debido conseguir.

Sin esperar que se lo volviesen a llenar , se acercó al mismo mueble , buscó la botella con el mismo contenido y volvió a verter su contenido hasta casi el borde del vídrio  , bebiendo de nuevo de forma compulsiva ,  sin dejar paso a la respiración.

-       No voy a dejar que me la arrebaten de nuevo. Era el sueño de mi madre .

-       ¿Y su sueño? ¿El que dejó en Londres ¿ ¿De verdad merece la pena por algo que  le acabará pasando factura tarde o temprano? ¿Por algo sin tiempos , sin horarios , sin festivos  ni descanso posible , por algo en el que se dejará la piel , las lágrimas cuando las cosas no vayan como esperaba , cuando vea que los caballos enferman o la tierra goce de alguna plaga? ¿De verdad le compensa intercambiar un mundo en el que luchó por ser respetada por uno en donde sólo será una mujer con pretensiones y sin ningún conocimiento sobre caballos salvo para montarlos?  ¿En serio merece la pena dejar de vivir su sueño de comodidad en Londres por esto , por el sueño de su madre ?

Dejando el vaso sobre  el  mueble  se dio la vuelta hacia él . Ofuscada , con la mandíbula yerta y el semblante duro . Aquellas preguntas … Las mismas que ella se había estado haciendo una y otra vez .... hasta que recaló en sus ojos .
Algo se cruzó en su mente . Aquellos ojos y aquella forma de mirarla …

-       Tú forma de mirar… tú… forma de mirarme …

El rostro de Richard  palideció y pese a intentar tragar saliva  su garganta permanecía cerrada por completo. Aquel muro de pretensiones en el que había convertido todo su cuerpo , toda su gesticulación, se vino abajo ante la expresión del rostro de ella y aquellas palabras .

Conforme más rápido pasaba el tiempo más lento parecían moverse las manecillas de un  reloj imaginario en el que trataba de  encajar, en su cabeza, las piezas de un puzle extraño   mientras él, simplemente ,  esperaba que lo resolviera, hasta que el más temido de los momentos llegó.

-       ¡ Tú! – afirmó ella sorprendida -.

El puzle se había resuelto y él tendría que asumir su papel a expensas de lo que ella fuese capaz de recordar.

Ana Patricia Cruz López
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