LA TEMPESTAD
CAPÍTULO CUATRO : RECUPERAR LO
QUE POR SANGRE PERTENECE
Aquel
hombre la observaba entre la incredulidad y la más innata curiosidad saciada
por fín después de tantos años.
Harto
de escuchar hablar a su padre de ella , de
oírle pronunciar su nombre hasta la saciedad desde muy joven, por fín podía ponerle un rostro , una actitud .
Conocerla.
Pese
a que la imagen realizada , a tenor de las descripciones del militar ,
resultaba algo más glamurosa si cabe de lo que ahora se le mostraba , William
pudo comprobar que en algo sí llegó a tener razón su progenitor : “sus ojos
jamás podrán mentirte”.
El
joven Wadlow nunca entendió aquella seguridad mostrada por el patriarca de la
familia sobre el empecinamiento incisivo y casi
obsesivo que mostraba hacia la
familia Aldrich y en especial con la mayor de las hijas , pero tampoco pudo
comprender jamás que , entre todas las jóvenes de alcurnia , nombre y
distinción por fortuna , precisamente optase por ella , más aún, habiéndose
percatado de su carácter rebelde demostrado a posteriori cuando decidió , un
día , desaparecer.
Su
curiosidad en aquel preciso instante lo convertía en un momento impagable con
nada que pudiese ofrecérsele. A medio vestir , con sólo un abrigo decente que
cubriera su figura hasta los píes en la parte que el barro dejaba entrever,
apenas la tela ensuciada y húmeda de lo que no parecía precisamente un vestido ,
daba buenas muestras del interés repentino surgido por visitarle , y su estado,
cansado y casi lamentable , distante de lo que podía esperarse de una dama de alto nombre y buena familia , sólo
acrecentaba sus deseos más fervientes por saber más de la mujer que se había
personado en la puerta de su casa , aquella con la que su padre le había entregado
en sus manos años atrás tras ganarla en una mano de póker.
Sólo
algo de lo dicho le inquietaba: “ Casada. Bowman como apellido de casada”.
Acercándose
a la chimenea , elemento de especial atención en aquel habitáculo, apoyó uno de
sus brazos mientras , mentalmente , trataba de encontrar las palabras adecuadas
con las que continuar la inesperada
conversación.
-
Así
que eran ciertos los rumores .
Extrañada
, optó por mostrarse así ante él.
-
Se
decía que había vuelto pero nadie la
había visto aún, salvo en el pueblo , donde creo que su regreso ha causado un
gran revuelo.
No
parecía sorprendido pese a su rostro al escuchar su verdadero nombre . Un
William excesivamente correcto y medido
que aparentaba absoluta normalidad , ese era el hombre al que ella tenía
que enfrentarse.
Al
ver que Emma no había siquiera tocado
las viandas que le trajeron , dentro de su línea mantenida de amabilidad
y cortesía , procedió a insistirle .
-
No
debería permitir que se enfriara – le dijo señalándole la taza con una de sus
manos - es un chocolate muy bueno ,
traído de Bélgica por un muy buen amigo mío ,hace unos días. Pruébelo , – le insistió- la reconfortará.
Acercándose
la taza a los labios , apenas los humedeció en el espeso líquido marrón oscuro , tras comprobar su dulzor, bebió un sorbo más largo bajo la
atenta observación de su anfitrión.
-
Termíneselo - aseveró
de forma contundente y segura – le sentará bien y le permitirá regresar a casa en mejores condiciones de las que estaba cuando
la encontré en la puerta .
Bebiendo
de nuevo , mientras depositaba la taza en su plato , se dirigió a él.
-
Pareciera
que trata de deshacerse de mí antes incluso de conocer los motivos que me han
traído hasta aquí.
Extrajo
el sobre doblado y alargó su brazo en gesto de ofrecimiento . Dubitativo sobre
su posible contenido, se acercó para recogerlo , abriéndolo y leyéndolo delante
suya.
-
La
subasta…
Golpeteando
hasta en tres ocasiones el documento contra el sobre , se mostró visiblemente airado mientras
volvía de nuevo al calor de la lumbre , donde el chisporroteo de la madera y su
crujir ambiguo otorgaban una banda sonora de acompañamiento a la escena un
tanto peculiar.
Emma
se incorporó con la intención de acercársele .
Sabía lo que venía a pedirle pero no cómo reaccionaría al
escucharla y ello la sobrecogió de
inseguridad .
-
He
venido a pedirle que la suspenda - él
giró la cara bruscamente hacia ella - al
menos temporalmente . Sé que no tengo ningún derecho a venir hasta aquí e importunarle
con ello pero… Sólo necesito tiempo y eso es lo que he venido a solicitarle.
El
gesto amable parecía haber desaparecido , aunque no así las formas.
-
Y a su
juicio ¿por qué debería hacer eso? ¿Por
qué debería concederle lo que me pide?
-
Sé que
estoy pagando por los errores y malas decisiones de mi padre sobre algo que no
le pertenecía , algo que sólo las mujeres de la línea familiar poseemos por
derecho de sangre . Sé que pago por sus pecados como borracho y … - prefirió
sólo pensarlo y no decirlo en alto – pero he dejado todo cuanto poseía en
Londres por no perderlo y para que no continuaran arrebatándomelo . He venido
con todo lo que poseía y traigo planes
precisos para devolverla a la actividad , pero si la subasta se ejecutase en
esa fecha todo caerá en saco roto .
Volviendo
a mirar el papel , lo dobló e introdujo de nuevo en el sobre que lo portaba depositándolo encima del saliente de la chimenea.
Esperando
algún tipo de respuesta por su parte , ante su silencio , se acercó aún más a
él .
-
Sé que
la finca sólo reporta gastos y mucho más
así, pero tengo pensado levantarla , sólo necesito tiempo .
Su
rostro frente al fuego otorgaba un extraño color a su tez y un aspecto aún más
misterioso a sus ojos que , de pronto, parecieron cobrar el mismo color que
reflejaban.
-
De
todo el legado otorgado por mi padre , jamás entendí porque me dejaba la finca
precisamente , y menos aún ..... vinculada de la forma en que lo está.
Aquel
rostro ya no parecía tan duro, tan distante y Emma comprendió que sobre
William siempre había pesado aquel pacto que en su día partiese de su padre .
Un trato del que jamás dio explicaciones salvo conveniencia , con una joven que
él no conocía sino de oídas y por algo tan simple como el burdo y nada
desinteresado enfoque de los negocios de su progenitor.
Nada
se dejaba al azar en casa de los Wadlow. Todo estaba milimétrica medido . Para
el viejo William todo tenía una
vinculación comercial , incluso su propio matrimonio , cuyo fruto ahora tenía
delante suya.
Sí,
el pacto entre caballeros también le pesaba a William Wadlow Jr. como la mayor
de las losas . Aunque los tiempos hubieran cambiado y eso de los tratos
estrechando las manos ya no se llevase , lo cierto, es que al linaje en el que
ellos se movían , en los ambientes de los que disfrutaban y donde todo se sabía
, infringir uno de ellos conllevaba la afrenta social de cuanto les rodeaban
.
Sus
ojos no reflejaban rencor , incluso se podría decir , que la sensación que le
conferían a Enma la desconcertaban sobremanera.
-
Nunca
fui capaz de entender que le motivaba para hacerse con ella y menos porque con usted , cuando hubiera sido más
fácil hacerlo con su hermana , más joven y dócil por lo que tengo entendido, al
menos en esos años . Mi padre jugaba una suerte de especial obsesión con lo que
él creía y veía como una mujer encerrada
en el cuerpo de una cría, pero cuya
cabeza privilegiada y madura le hacía
entender , a su corta edad , el valor
del sacrificio por aquello que realmente se ama
y se desea.
Lazos
de sangre fuertes , propios de supervivientes capaz de vencer a una guerra si
fuese preciso , aunque hubiese de
sacrificarse la belleza u otra suerte de sentimientos, porque en esta vida no
hemos venido a amar o a entender o
incluso a respetar lo que los demás sientan .
Y con
el paso de los años , menos fui capaz de comprender por qué, pese a las
pérdidas y el incremento de los gastos no se desprendía de ella , hasta que ha aparecido .
Sólo
ahora he sido capaz de entender la verdadera razón . Mi padre siempre supo que
volvería . No sé cómo ni por qué, pero siempre estuvo seguro de que acabaría
apareciendo , porque él si sabía de su
vinculación a esta tierra a través de su madre . Siempre estuvo seguro de que
la historia volvería a repetirse .
La
“historia”, aquella contada por los viejos , la que implicaba una supuesta
mancha en no se sabe dónde ni por qué . Una historia de sentimientos en un lugar dónde estos se desechan desde que
naces, como forma de sobrevivir, en la que siempre acaban implicadas más
personas de las que se desean o pensaban .
La
“historia”, esa de la que ella siempre oyó rumores y a la gente hablar cuando
pasaba por la calle siendo aún una niña y cuyas bocas se silenciaban hasta
que las adelantaba. Voces acompañadas de miradas inquisitivas y acusadoras con sus pequeñas historias de
acompañamiento detrás , porque como en todo relato contado por otros , por
aquellos que se creen y presumen de poseer la verdad absoluta sin conocerla
siquiera o haberla vivido, los descendientes , presuntamente inmaculados de los
pecados de sus mayores , en este caso , resultaban heredar sus manchas , las
que les investían otros , por algo que los protagonistas nunca concibieron como
un error.
Una
historia , donde la verdad podía vanagloriarse de escapar de la absurda
realidad , triste y gris , de quiénes pensaban que poseían una vida
perfecta pero amoldada a los cánones de
regularidad y monotonía ,para
flotar inmersa en aires de libertad , de franqueza, de honestidad , de
sentimientos que escapan de la realidad porque quieren y pueden y que , por
encima de todo, otorgaban vida.
Sí.
Lo que antes , para los demás era una
historia de vergüenza y escándalos , de inoportunidades , de pases y capítulos
de un final trágico anunciado con letras en neón perpetuo ante los ojos de
quienes la protagonizaron, sólo fue parte del riesgo continuo por mantener algo
que merecía la pena por encima de todo lo demás, de los convencionalismos vecinales y de comunidad , de las reglas
establecidas , de las posiciones fingidas .
Una
historia de encuentros en lugares públicos , con mucha gente , para no levantar
sospechas , de miradas furtivas y roces invisibles con las manos en donde la piel , mentalmente , cobraba todo
el protagonismo , en la que los labios se buscaban desesperadamente mientras el
corazón palpitaba con cada paso dado por ambos .
Lo
que nadie parece recordar , de forma interesada , es la otra parte de esa misma
historia , aquella que provocase esta última , la que la originó . No, de esa
nadie se acuerda y sin embargo todos la
conocen ,
Porque
dados los cánones sociales , viniendo de una mujer de su posición , todo lo que
se extralimitase , por poco que fuera , se consideraría peor que un delito y
lo que para ella supuso un halo de libertad , para los demás , conllevó su
propia condena social.
Una
marca grabada a fuego que pasaría a sus hijas , especialmente a la que más se
le parecía , a Emma , y cuya fama , ganada de forma gratuita y sin razón alguna
, copó la rumorología de la ciudad hasta el presente , aunque con la salvedad ,
de que de ella no podían dar fe a ciencia cierta dados los años de ausencia.
Una
historia que convertía a su madre en una enferma mental con un carácter
tendente a los flujos más profundos de depresión maniaca que se
conocían . Una argumentación con la que , sin duda , justificar cualquier
medida que se quisiese adoptar con respecto a
ella y que la llevó a copar los titulares de los chismorreos locales
bajo el sobrenombre de la “Bruja de ojos verdes” , algo, sobre lo que los
lugareños y los más supersticiosos confabularon toda suerte de leyendas
ancestrales, con hitos que en la
susodicha rama familiar jamás fueron hallados
o se produjeron.
En
medio de un silencio cortante , con la inquietud sombría en ambos reflejada en
sus rostros , cada uno, a su manera ,
había soportado el peso de la misma losa
,aunque con distinto rostro , como las dos caras de una moneda .
Dos
desconocidos , viejos conocidos de oídas , que se perpetuaban mirándose como
gesto de reconocimiento de a quién se tiene delante aunque con un halo de
respeto diferente . Ni ella encontró al hombre que la marcase de por vida y
determinase su futuro, ni él a la joven cuya única herencia era la del carácter
conflictivo de una madre desechada por todos .
Las
palabras se pensaban. Corrían por la mente a una velocidad inusitada y , sin embargo, ninguno era capaz de pronunciar
una sola. Aquel pesado silencio, ahogante , en donde el espacio parecía
desaparecer y una extraña vinculación entre ellas se percibía, debía romperse .
Emma
comenzaba a sentir la imperiosa necesidad de escapar , de salir de allí
pero con una respuesta certera
que le otorgase la clase de tranquilidad que necesitaba y por
desgracia , a priori, ésta no parecía
que fuese a producirse.
-
¿Por
qué? – le cuestionó sorpresivamente sin dejar de mirarla a los ojos – Acaba de
decirme que apenas tiene para afrontar
las deudas , ¿Cómo cree que podrá afrontar los gastos que conlleva? ¿
Dónde ha estado estos últimos quince
años ? ¿Tiene alguna somera idea de las dificultades que entraña la gestión de
una finca y más aún la cría de caballos
?
Un
desafío, así fue como ella se planteó aquellas preguntas . Su altanería , que no preocupación, la
soliviantó, y en base al tono escuchado de quién tenía en frente , así se dispuso la respuesta.
-
Puede
que tenga razón en sus razonamientos como puede que la tengan todos los que ,
tras regresar, piensan que todo esto sea
una locura. Es cierto, soy una señorita de ciudad como también me han llamado en las últimas
horas, todo un triunfo considerando que ya nadie esperaba mi regreso ,
especialmente tras faltar al entierro, y sí, he de darle de nuevo la razón Sr.
Wadlow, no sé nada sobre la gestión de fincas , pero sí sé algo que nadie me ha enseñado porque desde que me
fui todo lo tuve que aprender sola .
Tuve
que aprender a defenderme , a crecer como persona y a hacerme una profesional no
como las demás de mi ramo si no como la mejor , para poder destacar y que en
este maldito país se me reconociera la opción, dentro de mi profesión, de poder
ser socio con todos los derechos de uno de los más prestigiosos despachos de
abogados.
No, no
sé nada sobre gestionar fincas de crianza , pero sí sé conformar equipos y
rodearme de la gente valiosa que necesito para que ellos sean los que realmente
aporten sus conocimientos y genialidades para sacar esto adelante , y en esa
parte , todo está más que cerrado y cubierto.
No, no
sé nada de gestionar fincas rústicas Sr. Wsdlow, pero estoy más que
acostumbrada a levantar y recuperar empresas cuyas condiciones económicas le
aseguro que podrían hacer estallar una
auténtica guerra . Sólo se necesitan
tres cosas , un planeamiento acertado y llevado a cabo con ganas , un buen equipo de trabajo de
apoyo y tiempo. Dos de estos elementos ya están en mis manos , el tercero está
en las suyas .
Pensativo,
giró su cabeza hacia el saliente de la
chimenea donde se encontraba el sobre . Pensativo y con toda la
intencionalidad del mundo, cruzó los brazos sobre el pecho y trató de averiguar
algo más.
-
Supongamos
que le concedo ese tiempo que me requiere y que , pese a todo, fracasa . ¿Cree
en serio que le habría valido la pena ?
-
Eso es
algo que no podemos saber ninguno de los dos pero yo nunca me meto en un
proyecto que no pueda salir bien , es parte de mi filosofía de vida y la aplico
al trabajo. Por regla general, no me
gusta tirar la toalla sin haberlo intentado todo.
Apenas
habrían unos pocos metros entre ellos y aun así, la distancia parecía mucho más corta de lo
que era en realidad .
Pese
a ello, con cierta variabilidad en el rostro de él, perceptible tras observarle
de forma continuada, William decidió acortarla aún más situándose
justo delante de ella , sin apenas dejar espacio para
que circulase el aire .
Como
si de un suerte de mezcla extraña entre
orgullo y cabezonería se tratara, pese a la incomodidad manifiesta que sentía
en ese instante, ella no se movió ni un ápice pese al acercamiento, pese a la presencia
imponente de aquel hombre que la
superaba en cabeza y media , y que la observaba de forma incisiva con aquellos
ojos de color extraño e indefinido.
-
¿Y si
yo le concediera ese tiempo que tanto ansía y pese a sus intentos y su enorme fuerza de voluntad
, tras comenzar , todo se viniese abajo?
Aquella
tozudez y empecinamiento , aquella insistencia en que todo saldría mal…
-
No
saldrá mal . No puede salir mal. – le contestó casi en tono suplicante -.
Centró
sus indefinidos ojos en los labios de ella , entreabiertos , y no los
dejó de observar conforme se agachaba hasta situar su rostro cercano al de
ella.
-Pero ¿Y si sucediera ?
Ante
lo que ella consideró como un ataque nada sutil la respuesta sólo podía estar
a la altura, al igual que su forma de proporcionársela, girando levemente el
rostro y acercándole aún más su boca a su cara .
-
¿Curiosidad
insana Sr. Wadlow? Déjeme intentarlo y tal vez, sólo tal vez , obtenga la respuesta que busca.
Con
sus ojos nuevamente depositados en los de ella , Emma esperaba cierta reacción
inmediata , fuese ésta positiva o no, algo a lo que poder aferrarse y saber cómo
actuar , pero en cuanto le vio darse la
vuelta y alejarse en silencio comprendió que ese día se marcharía de allí con
una gran duda no resuelta : saber si realmente podría permitirse gastar el poco dinero que le quedaba en poner
al día algo que sólo él podría decidir romper de forma eterna provocando que
cambiase de manos .
Una
semana . Sólo una semana era el tiempo que tenía pensó, completamente insulso e insuficiente ,
completó su pensamiento.
Dada
su falta de reacción, se recolocó el abrigo y dispuso su marcha sin nada más
que una cortés despedida por su parte , dejando
en aquel salón sus escasas esperanzas sobre la reconsideración del tema que la
había llevado hasta él.
Pero
aquella marcha no dejó a William tan indiferente como ella pensaba. Aquel
oscilar de su abrigo, manchado de barro seco ,ocultante de un cuerpo cabizbajo
que iba perdiéndose conforme se alejaba centró
su atención , su último mirar hacia la puerta , pensativo .
Una
vuelta a casa en la que las ganas de formular ideas o reconstruir proyectos se desvanecían . Un paseo en el que a medio
camino hubo de detenerse , para observar todo cuanto le rodeaba , para recordar
las pocas imágenes vivas agradables de
su niñez , porque siempre que lo necesitaba , cuando se sentía sumida en el
agobio de la vida en aquella casa y de
las presiones patriarcales y sus malos modos , a ella siempre le quedaban estos
campos para corretear o disfrutar largas horas .
Los
caballos , su mayor refugio , los testigos mudos de sus más ínfimos deseos y
sueños , sus infatigables confesores silenciosos que con tan sólo una caricia y recibían mucho más que una , acababan convirtiéndose en su propio consuelo,
en sus aliados , en alguien en quien
poder confiar y con quien poder desahogarse.
De
pronto el tiempo se enrareció. Las nubes , negras y amenazantes, lo cubrieron
todo sin que apenas se diese cuenta y el
frío viento del norte hizo descender
bruscamente la temperatura.
Ni
siquiera el abrigo cubría las ganas con las que aquel embravecido aire se
apoderaba de ella por las rendijas y los huecos habidos que dejaban descubierta
su piel , de la misma forma que tampoco pudo evitarle la creciente humedad que
la atravesaba , calándole hasta los huesos , nada más empezar a llover brusca y
abundantemente . Por mucho que ella pudiese intentar acelerar el paso ,
conforme más cerca parecía encontrarse de la casa , más ahondaba la profusión
del agua llegando a la misma
completamente empapada .
Tocando
la puerta con dificultad , la joven que se ocupaba de la casa , tras abrirle la
puerta , le recogió el abrigo para limpiarlo y mientras se dirigía hacia la escalera , la estela de agua que emanaba de su cuerpo y
del camisón que ostentaba debajo dejaba un largo rastro en el mármol.
Dispuesta
a cambiarse para volver a salir de nuevo, poco tuvo que pensar . Apenas quince
minutos más tarde se encontraba pertrechada más adecuadamente para el tiempo
que proseguiría a lo largo del día , en su coche y en dirección a la ciudad , y
en ella , al O´Neill, esperando encontrarlo abierto.
No
deseaba pensar en la decisión que quién
ejercía de propietario hubiera podido adoptar. Fuera como fuese , estaba
dispuesta a no dejarse arrebatar aquello de lo que se había desprendido su padre tan grácilmente.
Sólo cabía una opción, pero para ello , necesitaba una respuesta .
Al
llegar a la puerta de la taberna observó
luz a través de las ventanas , tenue como siempre, lo que casi le otorgaba un
aspecto más propicio de otra época dada la noche , y tras salir del coche , empujó la pesada puerta de
madera .
En
su interior apenas había gente , no como la primera vez lo que la hizo sentirse relativamente más cómoda
, pero el rostro asqueado y tajante de la encargada ya le daba a entender que volvía a no ser
bien recibida precisamente.
No
se detuvo en la barra . Miró por un instante a la mesa ocultada entre las
sombras, aquella desde la cual le pareció haber sido observada , pero no había
nadie , sin embargo, aquel gesto suyo sirvió para que la mujer de detrás de la
barra le señalizase con la cabeza que debía subir al piso superior por las
escaleras del fondo de la sala . No hacía
falta preguntar por él , aquella mujer sabía perfectamente a quién venía
buscando bastándole un solo gesto para entenderlo y ,por ende , para
indicarle.
Aquellos
estrechos escalones de madera vieja crujían a cada paso pese a su aparente
robustez y grosor anunciando su venida , acompañando la
extraña sensación que aquel ascenso le producía a una Emma que no sabía, por
segunda vez en el mismo día , a lo que debería enfrentarse .
Ella
nunca llegó a subir a esta parte del
local cuando era niña pero sí recordaba haber visto a su padre bajar de ella bastante
perjudicado en más de una ocasión, con la ropa fuera de su sitio y el pelo muy alborotado , las mejillas
coloradas más por el alcohol que por cualquier
otra causa y un ácido y apastelado olor
a perfume.
Con
aquella imagen visual y olorosa presente , le extrañó la tranquilidad que parecía
provenir de la estancia en la cual
estaba a punto de adentrarse . No se escuchaba ruido alguno salvo el del agua
agitarse contra los cristales de presuntas ventanas y el olor que destacaba, por encima
de los demás , era el de la madera debidamente tratada pero en la que parecía
haberse colado , traviesamente , algo de humedad . Un olor espeso con el que
costaba hacerse pero agradable al fín y al cabo para una estancia tan grande
como la superficie del piso inferior ,
con ventanales en uno de los lados , un
pequeño saloncito recibidor con un sofá añejo y una mesa de madera realizada con los restos de algún
barril del que no hubiera podido aprovecharse todo, y puertas , un largo
pasillo con varias puertas en su lado
derecho iluminadas en su parte alta por
una pequeña lamparita .
Extrañada
por la indicación de que debía subir cuando en realidad no había nadie a quién
ver , una de las luces , apagada de
pronto, llamó su atención. La puerta de la segunda habitación se abrió
y de ella vio salir a un Richard
Bennet muy sonriente que se recolocaba
la ropa de forma tranquila . Emma apartó
la mirada hacia el suelo por un instante , devolviéndola a su punto
inicial cuando a continuación oyó la risa casi escandalosa de una mujer que salía del mismo cuarto
deteniéndose justo a la altura del varón que parecía haberla estado
acompañando y que , tras mirarla , se
sonrió y le cuchicheó algo al oído, a lo que él , sin quitarle la vista a su
imprevista visitante , respondió indicándole algo en voz tan baja como no
audible y dándole una palmada en una de
las nalgas.
Sin
apreciar sorpresa en él ni molestia o incomodidad por ser el objeto principal
de la escena , Richard terminó de
recolocarse la ropa delante suya ,conforme se acercaba a un mueble del pequeño
recibidor y ante la impasible figura de una Emma
que simplemente esperaba que estuviese dispuesto para hablar con ella .
Tras
servirse una primera copa que bebió de un solo sorbo procedió a servirse una
segunda y, con ella en la mano , se dispuso cómodamente en el sofá .
-
A
estas alturas algo como esto no debería
sorprenderla.
Podía
oírle sorber ligeramente el manjar marrón oscuro de malta que portaba el vaso .
Podía verle beberlo lentamente , degustarlo mientras no dejaba de mirarla , haciéndola sentir incómoda por aquella forma de acoplarse a cada curva de su cuerpo pero
ella , después de la escena vista , sólo podía pensar en la vivida en su salón,
entre Alice y él .
-
¿Acaso
parezco sorprendida? – aseveró procurando mostrarle la misma seguridad que hacía
unas horas -.
-
No
especialmente , claro que posiblemente ya se haya formulado una imagen muy
definida de mí.- le espeto él entre nuevos y cortos sorbos-.
-
No
tengo por qué, ni le conozco lo suficiente ni poseo más referencias de las que
el Sr. Reder haya podido darme y desde luego no son nada desfavorables .
-
No me
refería a esto que acaba de presenciar, sino a lo que vio en su casa , con su hermana , la Srta . Aldrich.- Aquel nuevo
sorbo vino seguido de un jugueteo circular del borde del vaso con dos de sus dedos , mientras loo sostenía apoyado en uno de sus
muslos y se degustaba observándola de aquella particular forma , atravesándola.
-
Lo que
haya podido pasar entre ustedes … - Él la interrumpió levantándose y acercándose a ella - .
-
Así
que el Sr. Reder algo sí le dijo . No entró en detalles porque es lo suficientemente galante como
para conservar las maneras propias de un caballero instruido y nunca centraría
un tema de conversación en chismorreos y menos sobre una dama, cuando menos si ésta o su familia
son clientes suyos , pero algo si le dejó entrever sobre el posible carácter
conflictivo de la señorita . – Aquel cinismo endiosado la exasperaba . Sólo
exageraba la seguridad de quien portaba una información que ella desconocía ,
no ostentando el control de la situación
, algo a lo que ella no estaba acostumbrada -. Parece algo pálida , ¿le sirvo
algo de beber ?
No
lo parecía , lo estaba y lo sentía . Ante
tal ofrecimiento no pudo negarse , asintiéndole con la cabeza .
Tras
volver a llenar su vaso y servir el de ella se lo acercó , pero lejos de
retirarse permaneció de pie , junto a
ella , cerca de una de las ventanas hacia la que la figura de Emma se giró lentamente tras
comenzar a beber .
Una
extraña sensación se apoderaba de ella cuando él estaba cerca pero no lograba
identificar por qué ni cómo , ni
siquiera el qué. Aquella forma de mirarla … su manera de dirigirse hacia ella …
Aquellos ojos …
Y
entonces un rayo iluminó todo lo que sus ojos podían observar a través de los pequeños cristales cuadriculados , con tanta luz como
si fuese mediodía , otorgando un aspecto casi fantasmagórico al conjunto de las
casas que se veían hasta el horizonte.
-
Nunca
llegué a subir aquí, pero conforme fui creciendo , más lo que escuchaba decir ,
supe lo que era eso – señaló con su cabeza , con un leve gesto , hacia atrás , el lugar donde se hallaban las puertas – Nunca
me hizo falta preguntar nada , me bastaba su aspecto y aquel olor que emanaba
de su cuerpo sudoroso .
Dolor
y resentimiento a partes iguales . Amargura innata de quién sufrió la vergüenza
de verse etiquetada y señalada como la que recogía a su padre para evitar que
los invitados elegantes de su casa se lo encontraran dando tumbos nada más entrar
por la puerta principal.
Con
la mirada aún puesta en el exterior , sin darse apenas cuenta de quién le
prestaba atención de forma desmedida , prosiguió su interlocución, sus
recuerdos.
-
Venirlo
a buscar para acabar introduciéndolo en casa por la puerta de la cocina . Llamar
al mayordomo para que ayudase a adecentarlo y refrescarle mientras mi madre ,
en el salón, se ocupaba de atender a los invitados . Hacer que la Sra. Mildred,
la cocinera – él no pudo evitar que se le escapase un tierna sonrisa al
escuchar su nombre - dejase de hacer
aquello que la mantuviese ocupada para prepararle alguna infusión que ayudase a
rebajarlo todo y aun así, por mucho que se le bañase y se le volviese a
perfumar , por mucho que se le adecentase y se dejase listo para ejercer de
anfitrión , aquel olor rancio y dulzón proseguía en mi nariz, y aun hoy, muerto
como está, creo que no se ha ido, siendo el único recuerdo de mi padre que en parte justifica lo que
llegué a sentir por él.
-
Sé lo
de la subasta .- Aquello la devolvió a la realidad desde su mundo onírico de recuerdos nada
agradables de una niñez muy marcada – Y sé que ha ido a la casa de Wadlow,
supongo que para tratar de convencerle.
Observando
el contenido del vaso , Emma lo bebió de
un solo trago bajo la sorpresa de un Richard
que no esperaba que aquello le doliese tanto.
-
Y por
lo que veo , no lo ha debido conseguir.
Sin esperar que se lo volviesen a llenar , se acercó al mismo mueble , buscó la botella
con el mismo contenido y volvió a verter su contenido hasta casi el borde del vídrio , bebiendo de nuevo de forma compulsiva , sin dejar paso a la respiración.
-
No voy
a dejar que me la arrebaten de nuevo. Era el sueño de mi madre .
-
¿Y su
sueño? ¿El que dejó en Londres ¿ ¿De verdad merece la pena por algo que le acabará pasando factura tarde o temprano? ¿Por
algo sin tiempos , sin horarios , sin festivos
ni descanso posible , por algo en el que se dejará la piel , las lágrimas
cuando las cosas no vayan como esperaba , cuando vea que los caballos enferman
o la tierra goce de alguna plaga? ¿De verdad le compensa intercambiar un mundo
en el que luchó por ser respetada por uno en donde sólo será una mujer con
pretensiones y sin ningún conocimiento sobre caballos salvo para montarlos? ¿En serio merece la pena dejar de vivir su
sueño de comodidad en Londres por esto , por el sueño de su madre ?
Dejando
el vaso sobre el mueble se dio la vuelta hacia él . Ofuscada
, con la mandíbula yerta y el semblante duro . Aquellas preguntas … Las mismas
que ella se había estado haciendo una y otra vez .... hasta que recaló en sus ojos
.
Algo
se cruzó en su mente . Aquellos ojos y aquella forma de mirarla …
-
Tú
forma de mirar… tú… forma de mirarme …
El
rostro de Richard palideció y pese a
intentar tragar saliva su garganta permanecía cerrada por completo. Aquel muro
de pretensiones en el que había convertido todo su cuerpo , toda su gesticulación,
se vino abajo ante la expresión del rostro de ella y aquellas palabras .
Conforme
más rápido pasaba el tiempo más lento parecían moverse las manecillas de un reloj imaginario en el que trataba de encajar, en su cabeza, las piezas de un puzle extraño mientras él, simplemente , esperaba que lo
resolviera, hasta que el más temido de los momentos llegó.
-
¡ Tú! –
afirmó ella sorprendida -.
El
puzle se había resuelto y él tendría que asumir su papel a expensas de lo que
ella fuese capaz de recordar.
Ana
Patricia Cruz López
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