martes, 21 de marzo de 2017

MOMENTOS . Siempre tuya (197)

Aquel sutil y casi imperceptible juego iniciado por tus ojos ,
en el que la conquista de la más inaccesible de las montañas
requiere más empeño que cualquier otra empresa.

Aquella dulzura manifiesta, de caricias sólo imaginadas
y susurros en los que los nombres se intercambian casi por casualidad,
manejados por el viento a su antojo
y depositados en la ladera de los corazones  que lo acaban envolviendo todo .


Aquella ansia inaudita e infranqueable , inamovible,
aquella necesidad de respirar el mismo aire ,
de beber el agua que sacie la sed en los labios del otro,
de sentir el continuo estremecimiento en la piel ,
cual chiquillo al que la timidez se convierte en su más portada vestimenta.

Ojos que delatan sentimientos inauditos , nunca percibidos ,
nunca sentidos ,
y sin embargo, tan familiares ….

Ojos , que sin habernos  visto jamás
parecieran reconocer lo presentado  con una extraña habitualidad ,
y sin embargo, ellos, sólo disfrutan de la novedad ,
de lo inusual y extraño,
de lo diferente .

Ojos en los que sólo me vi reflejada una vez ,
en la distancia ,
y nunca más logré salir de ellos ,
aunque la intención en mí,
para apartarme de la locura que todo esto representaba ,
ayudada por mi cabeza
me dijesen que todo esto no era más que un gran error ,
que sólo se basaba en la ilusión generada por ti
de que yo era alguien ,
de que era importante ,
en la falsa creencia en mitad de mi locura
de que éramos lo único que nos teníamos de forma mutua ,
y sin embargo, la realidad ,
acosadora innata y jugadora privilegiada de los tiempos y los espacios ,
disfrutó haciéndome creer que llevaba la mano ganadora ,
que el tiempo era sólo nuestro ,
y que el espacio lo habíamos construido a nuestro antojo.

Ojos no abandonados ni olvidados,
porque difícil es
olvidarse de lo que penetra en mi ser y en mi carne
como el fuego divino de los dioses cuando osan castigarte
por arrogarte lo que jamás te hubo pertenecido,
porque la verdad ,
por muy cruel que se presente ,
es que nadie es de nadie
y todos somos de uno solo ,
de aquel que nos reclamará cuando nos llegue la hora ,
del justiciero sin voz pero imponente
que se presenta ante nosotros reclamando lo que por derecho le pertenece,
sin importarle lo que se haya de dejar atrás.

Ojos en lo que sumergirme
tratando de buscar una paz y una dicha nunca encontrada ,
venerada como la última esperanza en vida de ser feliz ,
de ser alguien para alguien .
De ser alguien para ti.

Ojos en los que , pese a todo,
no puedo evitar ni quiero,
seguir  depositando mi alma ,
seguir creyendo
como el mejor apoyo que pude haber encontrado.
Ojos que hablan , no de amor , sino de cobijo, de esperanza , de realidad ,
la tuya ,
la mía .
La nuestra , pese a la distancia .

Ana Patricia Cruz López
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