Miro con envidia al tiempo por ser capaz de saber a dónde va ,
por no sentirse perdido.
Miro con envidia al viento ,
capaz de decidir surcar las montañas más altas sin miedo,
atravesar los más angostos océanos sin temor .
Miro con envidia a quién vela tu sueño cada noche de tu
vida,
a quién lo velará
y a quién tuvo oportunidad de amanecer contigo.
Miro con envidia a cada minúscula partícula de aire ,
invisible ,
que acaricia tu piel como yo nunca podré hacerlo .
Miro con envidia incluso a la propia muerte que algún día te lleve ,
porque hasta ella tendrá la dicha y fortuna
que sólo yo puedo limitarme a soñar .
Envidia que mis ojos ciega con bellas imágenes de un imposible ,
envidia que mis oídos cercena de la posibilidad de escuchar tu
respiración tan cerca
que sólo eso me baste para quererte,
envidia que silencie mi voz y quiebre mi garganta
para que no pueda decirte jamás cuánto te amo.
Envidia de lo que te rodea ,
lo mismo que te da gloria y te da miedo,
aquello que abrazas y temes
con la misma intensidad que
vives y yo,
lejos …
Envidia de los aduladores de los que tienes que protegerte ,
de los falsos cariños que te
alientan y te hacen creer que eres el
rey,
un rey en un falso mundo con suelo de fino cristal
en el que las manos de miles de
súbditos ,
sedientos de tu sangre ,
claman tu sacrificio.
Cruel papel el mío en esta obra que nadie ideó al final
mientras el guion se escribía solo .
Ansias de proteger y acogerte en mi seno
para darte esa paz que tanta falta te hace ,
y que , por una vez ,
sean otros quiénes me envidien por tenerte,
por poder mirarte ,
por poder ser el ángel que buscas en la oscuridad de tu habitación
cuando solo te encuentras y los pensamientos te inundan ,
cuando desearías ser otro o el mismo ,
cuando quisieras haber hecho las cosas de otra forma o de la misma ,
cuando te arrepientes y a la vez refuerzas lo cometido,
cuando te gustaría gritar libertad
sintiéndote libre ,
cuando quisieras encontrar aquello que se te tiene vetado
y que yo, a tu lado ,
siempre te doy cuando mis ojos cierro
y en mis sueños apareces.
Envidia de aquellos que jamás
podrán escuchar
aquello que yo sí oigo .
Una dulce melodía a base de los susurros nunca dichos en alto ,
palabras con sabor a hiel y a lamentos ,
a sollozos vivos de felicidad cuando nadie te ve ,
cuando puedes ser tú y sólo yo te siento ,
un respirar ahogado ,
que sólo mi mano en tu pecho es
capaz de calmar,
mientras una caricia ,
como sólo la que una madre pueda dar a un hijo ,
como sólo la que una venerante amante
es capaz de otorgar a quién siente suyo
aun cuando no lo tiene,
el abrigo imperturbable
de un corazón eterno al que huyes durante tus sueños,
mientras al mío,
sólo le cabe
el recibirte .
Ana Patricia Cruz López
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